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Christian Lamesa
Soros, el socio más sucio de la USAID
Apenas un poco más de un mes ha pasado desde la asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos (EE. UU.), y parece que ya hubiera transcurrido por lo menos un año.


Apenas un poco más de un mes ha pasado desde la asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos (EE. UU.), y parece que ya hubiera transcurrido por lo menos un año.

Ha generado un enorme número de polémicas, para alegría y disgusto de seguidores y detractores, a ambas orillas del Atlántico. Sin embargo, lo más importante a tener en cuenta son los hechos que ha provocado con medidas como la llamada con el presidente Vladimir Putin, las palabras de su Vicepresidente J.D. Vance, quien expresó, no sólo su opinión personal sobre la deriva corrupta y represiva de las políticas de los burócratas de Bruselas y otros gobiernos de la Unión Europea, sino que expuso la que será la política oficial de la Casa Blanca, para con el viejo continente, por lo menos por los próximos cuatro años.

De estos temas tan interesantes me ocuparé en próximas entregas, sin embargo, hoy quiero seguir hurgando en uno de los focos de corrupción y podredumbre más abyecto, dentro del llamado “Estado profundo”, que destapó Trump, echando luz sobre la famosa USAID. Pero tan importante como esto es conocer a sus socios y el que probablemente sea el más poderoso y más sucio de ellos: es sin duda la principal ONG del húngaro George Soros, y sobre esto tratará el presente artículo.

¿Qué es la Open Society?

Para comenzar a responder esta pregunta, podemos comenzar por visitar la página web de la ONG. En la presentación dice: “Open Society Foundations trabaja para construir democracias vibrantes e inclusivas cuyos gobiernos rindan cuentas a sus ciudadanos”. Y agrega: “Open Society Foundations, fundada por George Soros, es el mayor financiador privado del mundo de grupos independientes que trabajan por la justicia, la gobernanza democrática y los derechos humanos. Proporcionamos miles de subvenciones cada año a través de una red de fundaciones y oficinas nacionales y regionales, financiando una amplia gama de proyectos”.

Antes de analizar algunas de las verdaderas tareas que financia la fundación del magnate húngaro, me surge una pregunta: ¿cuál sería el mandato popular otorgado a George Soros y quién se lo habría delegado, para ocuparse de “construir democracias vibrantes e inclusivas, cuyos gobiernos rindan cuentas a sus ciudadanos”? Ya que en la gran mayoría de los países donde sus fundaciones operan hay gobiernos elegidos por sus pueblos, y en última instancia son éstos los que deben aprobar o reprobar a los mandatarios cada un determinado periodo de tiempo, y de hecho así funciona el sistema electoral en las democracias, sistema al que nunca se ha sometido, por lo menos hasta donde tengo conocimiento, el especulador financiero devenido en filántropo. Extraña particularidad ésta, ya que dentro del capitalismo, aquellos que han amasado cuantiosas fortunas, simplemente, gracias a un sistema que posibilita la especulación financiera, en lugar de la inversión productiva, suelen caracterizarse por una avaricia desmedida e insaciable; por lo tanto, me permito dudar de las intenciones de este tipo de seres. Detrás de las actividades altruistas de la Open Society, sin duda hay motivos más oscuros de los que anuncian públicamente.

La realidad es que las actividades de la ONG de Soros está directamente ligada a los intereses geopolíticos del Partido Demócrata estadounidense, del “Estado profundo” y de las corporaciones que representan al globalismo financiero.

Cuando la Open Society, la USAID, la NED o las ONG financiadas por éstas hablan de construir democracia, de la defensa de los derechos humanos o de la gobernanza transparente, en realidad están pretendiendo imponerle a todos los países la aceptación de sus intereses, de sus políticas y de su forma de vida, sin tomar en cuenta que hay países con civilizaciones milenarias que tienen valores propios, que no pretenden imponérselos a nadie, pero tampoco están dispuestos a que se les impongan los estilos de vida occidentales, que muchas veces están teñidos de una profunda hipocresía, cuando hablan de la defensa de los derechos humanos en el mundo, mientras que en EE. UU., por ejemplo, el racismo y la marginalidad originada en la exclusión económica son flagelos que no han podido solucionar en el que, supuestamente, es el país más rico del mundo, y azotan a un importante porcentaje de la población, especialmente entre los sectores afroamericano, hispano y la empobrecida clase media trabajadora.

La soberbia y la arrogancia de estos “filántropos” y patrocinadores de ONG no sería tan grave si sólo quedase en eso, una autopercepción de superioridad moral mediante la cual están “autorizados”, e incluso diría, “predestinados” a señalar el camino correcto de rectitud e iluminación a la humanidad. Sin embargo, como vimos con las dos poderosas ONG estadounidenses, la fundación de George Soros también tiene algunos objetivos menos nobles que los enunciados en su portal, en Internet, y uno de ellos es, al igual que en el caso de sus socias de Washington, la desestabilización de los gobiernos que se oponen a sus planes.

En los años previos a la desaparición de la Unión Soviética, Soros ya estaba financiando, a través de ONG que eran pantallas de la CIA, al sindicato polaco “Solidaridad” y al grupo checoslovaco “Carta 77”, entre otros, siendo esto parte del plan de desestabilización del bloque soviético y que concluiría en su colapso y el desmembramiento de la URSS en 1991. Pero las acciones del especulador húngaro no terminaron ahí, sino que continuaron en la década de 1990, apoyando y colaborando con la USAID, la NED, el Instituto Republicano Internacional, el Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales, la Casa de la Libertad (Freedom House) y el Instituto Albert Einstein, en la infiltración de las exrepúblicas soviéticas, con el objetivo de desestabilizarlas y llevar a cabo “revoluciones de colores”, como sucedió en Georgia y en Ucrania, en la primera década del Siglo XXI.

El 25 de mayo de 2014, un par meses después del sangriento golpe de Estado contra el legítimo presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, cuando ya había comenzado la guerra civil en el Donbás y grupos neonazis afines a los golpistas de Kiev habían perpetrado la masacre de la Casa de los Sindicatos en Odessa, el periodista Fareed Zakaria entrevistó a George Soros para la cadena CNN. A continuación podrán leer un fragmento que creo será de interés para este artículo:

“Fareed Zakaria: George Soros ha hecho una de las grandes fortunas del mundo apostando por las tendencias globales y está profundamente preocupado por los acontecimientos y las tendencias políticas en Ucrania, específicamente, pero en Europa en general. Acaba de regresar de la región y se une a mí para hablar sobre lo que vio, lo que piensa y dónde está poniendo su dinero. George Soros, es un placer tenerlo con nosotros.

George Soros: Igualmente.

FZ: Primero sobre Ucrania, una de las cosas que mucha gente reconoció sobre usted fue que durante las revoluciones de 1989 financió muchas actividades disidentes, grupos de la sociedad civil en Europa del Este y Polonia, la República Checa. ¿Están haciendo cosas similares en Ucrania?

GS: Bueno, establecí una fundación en Ucrania antes de que Ucrania se independizara de Rusia. Y la fundación ha estado funcionando desde entonces y ha jugado un papel importante en los acontecimientos actuales.

FZ: ¿Cree que Ucrania podrá afirmar una especie de independencia de Rusia y una alineación con Occidente, pero no una alineación específica con la OTAN, sino una especie de orientación hacia Occidente, o los rusos siempre los detendrán?

GS: No. Putin intentará desestabilizar Ucrania, pero los ucranianos, la gran mayoría de los ucranianos, están decididos a ser independientes de Rusia. No será fácil porque Putin ha apostado a su régimen por desestabilizar a Ucrania porque es una amenaza para su régimen en Rusia. Si tiene libertad, medios de comunicación libres, etc., y una economía floreciente, eso haría que su régimen fuera insostenible”.

Pasados once años del golpe de Estado en el que Soros jugó un papel importante, tal como lo admite en la entrevista, la economía de Ucrania está quebrada, el país hundido en la actual guerra y diezmado a consecuencia de estos eventos.

La fundación a la que hace referencia Soros en la entrevista, es la International Renaissance Foundation (IRF), que opera en Ucrania desde 1990, cuando el país aún era parte de la URSS; y habría que preguntarse ¿por qué los últimos dirigentes de la Unión Soviética permitieron tan alto nivel de penetración de los servicios de inteligencia extranjeros en el país?

Éstas son algunas de las acciones en favor de la buena gobernanza, la democracia y los derechos humanos que lleva adelante el filántropo húngaro.

Otra de las actividades en las que más se destaca la Open Society es la de permear, a través de sus aportes económicos, a universidades y organizaciones políticas del sector “progresista”, o lo que yo llamo, “izquierda anticomunista”, con el fin de tergiversar las luchas y las banderas de la izquierda histórica, confundiendo y alejando a los sectores populares y a los trabajadores, además de dividir y atomizar a la sociedad. Esto ha sido especialmente efectivo en España y en Iberoamérica, sobre todo en Argentina, Chile y Brasil.

Donald Trump ha dejado en shock al entramado global de ONG gracias a la suspensión y auditoría de la USAID por noventa días. Soros ya le exigió a Bruselas que sean los contribuyentes europeos quienes sigan financiando a estas organizaciones, imponiendo globalmente su agenda e ideas. El nuevo inquilino de la Casa Blanca deberá redoblar esfuerzos y no relajarse, si quiere vencer a sus enemigos internos; y no lo hará si cree que la podredumbre, sólo estaba en la USAID.  

 


Escrito por Christian Lamesa

Analista geopolítico, fotógrafo y escritor. Autor del libro La paternidad del mal. Los cómplices de Hitler.


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