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El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dejará un legado explosivo a la próxima administración federal: la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que se halla en franca quiebra técnica.
En lugar de la “soberanía energética” prometida durante su campaña electoral en 2018 –con la que México ya no compraría combustibles en el exterior y se reducirían los precios de las gasolinas y el diésel– como un legado explosivo, AMLO ha conseguido que Pemex se “consolide” como la compañía más endeudada del mundo, con un débito de 110 mil 509 millones de dólares (mdd).
Hundida en un hoyo económico, carente de ingresos propios y suficientes para sostener los gastos de mantenimiento en sus instalaciones (que con frecuencia sufren accidentes), invertir en proyectos redituables y liquidar su débito externo, la petrolera se encuentra muy lejos de la bonanza proyectada en 2019, al inicio del gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T).