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El pasado siete de abril se celebró el Día Mundial de la Salud, que se estableció en esa fecha para conmemorar la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ocurrida en 1948. Esta conmemoración en México se dio en un escenario poco propicio debido al cuadro de mortandad que la pandemia de Covid-19 ha dejado en la población y a que, en tres años y cuatro meses, el fallido gobierno morenista no ha generado la mínima esperanza de que el país recupere siquiera el sistema de salud que tenía hasta antes de diciembre de 2018; y de que los 37.5 millones de mexicanos que hoy carecen de servicios de salud no vayan a ser muchos más en lo que resta del sexenio.
La pandemia exhibió la fragilidad del sistema de salud, provocó la muerte de miles de personas y golpeó en la cara al gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), cuyo “buen deseo” de elevarlo al mismo nivel del de Dinamarca terminó en el ridículo, ya que el Covid-19 rebasó las clínicas y hospitales que, desmantelados y acotados presupuestalmente por él, hoy carecen del personal médico necesario, equipos y medicinas, mientras miles de familias pobres deambulan sin hallar consulta en lo que fue el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) y ahora se llama –¡gracias a la gran capacidad “innovadora” del Presidente!– Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar (IMSS-Bienestar).
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) informó que, en el primer año de pandemia, 28 por ciento de la población (35.7 millones de personas) carecía de servicios de salud y ahora, cuando se activado un “nuevo” programa, casi dos millones de mexicanos más no reciben atención médica. La improvisación y mala planeación del Gobierno Federal, como expresa el dicho popular, “lleva ya varias mulas ahorcadas” en el ámbito del sector sanitario; y los mexicanos no pueden olvidar que AMLO mató al Seguro Popular, inventó al Insabi y después de que éste no rindió ningún beneficio, ahora se le ocurrió convertirlo en IMSS-Bienestar.
Con el gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) hay más excluidos de los servicios de salud. Hasta diciembre de 2018, más de 15 millones de personas (16 por ciento de la población) carecían de servicios de salud; en 2020, esta población marginada llegó a 35.7 millones de personas, cifra equivalente al 28 por ciento de la población nacional. En el país, el 61 por ciento de la población ocupada (34.5 millones de personas) no recibe servicios médicos y sociales.
La situación es mucho más dramática en las familias que se hallan en condiciones de pobreza en cualquiera de sus variantes. Por ejemplo, la organización civil Acción Ciudadana Frente a la Pobreza asegura que el 98 por ciento de los mexicanos en esta situación carece de acceso a la seguridad social y el 57 por ciento no tiene servicios de salud. Las personas más pobres están pagando “los platos rotos” porque, al carecer de afiliación en un sistema de salud, pagan el doble o el triple cuando deben recurrir a los médicos privados.
Quienes acudieron a hospitales y médicos privados en 2018, invirtieron en promedio 980 pesos y en 2020 pagaron mil 266 pesos; este año, 45.2 millones de personas gastaron en medicina privada; en 2018 fueron apenas 18.5 millones. Este incremento se debe a que AMLO y su partido asignaron menos recursos a la salud pública, desaparecieron hospitales y clínicas y ya no enviaron medicamentos a los centros de salud. Si alguien quiere salvar su vida de una enfermedad grave debe recurrir a un médico u hospital privado; porque si se atiende en una institución pública, se expone a que la mala calidad de la medicina del Estado lo mate.
Los mexicanos sin seguro social tienen que “rascarse con sus propias uñas” a pesar de que la salud es un derecho consagrado en la Carta Magna, cuyo Artículo 4º afirma: “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud, si las personas hacen uso de los servicios de salud tienen el derecho de obtener prestaciones oportunas, profesionales, idóneas y responsables… El Estado otorgará servicios de salud a través de la Federación, estados y municipios”.
Con la salud de los mexicanos no se juega y con el nuevo programa IMSS-Bienestar, AMLO y su partido han vuelto a poner en duda el cumplimiento de su anhelado pero utópico proyecto de que México cuente con un sistema médico como el de Dinamarca, Inglaterra o Canadá, donde los servicios se brindan a toda la población sin que los ciudadanos tengan seguro social. ¿Reformas en materia de salud? ¿Políticas públicas nuevas? ¿Más recursos a la salud? Quizá todo esto se necesite, pero lo que se requiere con urgencia es que haya un gobierno que se preocupe por la salud de sus gobernados. Desgraciadamente, AMLO y Morena ya demostraron que solo buscan mantenerse en el poder y que la salud de los mexicanos no es un asunto que los ocupe. Por el momento, querido lector, es todo.
La 4T hace una imitación involuntaria: evita comprometerse con las clases populares. Tiene miedo de fomentar la participación política del pueblo organizado.
Dos noticias impactantes abrieron las dos primeras semanas de 2022, ambas tienen en común la pérdida de vida de miles de mexicanos: el alarmante aumento de la violencia delictiva, y la variante Ómicron.
Es muy insuficiente (y disminuye cada vez) el presupuesto asignado a infraestructura hidráulica para 2024; según expertos, México necesita 85 mil mdp durante 10 años continuos para garantizar el acceso al agua.
El pasado jueves 15 de febrero el presidente de Morena en la CDMX, Sebastián Ramírez, anunció la designación del diputado local ex perredista Janecarlo Lozano.
El Grupo Parlamentario del PAN admitió que ya no cuenta con el voto de Yunes para frenar algunas reformas constitucionales.
El pueblo, que inconscientemente recibe cuentas de vidrio por oro, olvida lo que le quitan, agradece la dádiva, y se está quieto: no hace huelgas para exigir salarios dignos y mejoras laborales, dejando así tranquilos a los capitalistas.
Alessandra Rojo se comprometió a mantener una buena relación de diálogo con quien será la próxima Jefa de Gobierno, Clara Brugada.
La caída en la producción mundial ha puesto en la palestra la importancia de los trabajadores y su fuerza creadora.
Más sintonizado con sus objetivos político-electorales de 2018, entre ellos que México alcance una “soberanía energética” hasta ahora incumplida, AMLO ha lanzado cuatro millonarios proyectos con tecnologías que van de salida en el mundo.
El presidente electo Andrés Manuel López Obrador, encabezó la presentación del Plan de Paz y Seguridad
El próximo 1o de junio serán electos los primeros 881 jueces y magistrados del Poder Judicial de la Federación (PJF) entre tres mil 292 candidatos, la mayoría simpatizantes y militantes del partido Morena.
“84 personas asesinadas al día es una cifra brutal… Estamos en un promedio de 28 personas asesinadas por cada 100 mil habitantes, una cifra fatal”, señaló Xóchitl Gálvez.
Contrario a lo prometido sobre dejar de depender de EE. UU. en materia energética, López Obrador dejará al país con una deuda, de acuerdo con el IMCO, cercana a los 1.80 billones de pesos, mayor a la de 2011.
AMLO, Delgado y Félix Salgado se han confabulado contra el INE y su consejero-presidente, Lorenzo Córdova; Morena y sus principales líderes políticos empiezan a enloquecer ante la posibilidad de perder el seis de junio, por eso echan mano de todo su poder
Durante los tres años y medio que lleva al frente del país el gobierno de la 4T, la brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado, a pesar de que una de sus banderas sea “primero los pobres”, de sus más exitosas consignas.
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Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).