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Lecciones de la RPCh a 71 años de su creación
La comunidad internacional vive un nuevo momento geopolítico en el que el rol de la República Popular de China (RPCh) resulta clave para cimentar un futuro multilateral más cualitativo.
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La comunidad internacional vive un nuevo momento geopolítico en el que el rol de la República Popular de China (RPCh) resulta clave para cimentar un futuro multilateral más cualitativo. Con el liderazgo del Partido Comunista de China (PCCh), el gigante asiático transitó del feudalismo al mayor centro de producción económica y tecnológica en unas décadas: “la fábrica del mundo”. La crisis generada por la pandemia del Covid-19 aceleró este proceso porque Occidente ha despreciado al Estado chino al caracterizarlo como su enemigo. La era postpandemia exige mayor cooperación global y China ofrece colaborar en todos los ámbitos, pero el gran obstáculo a vencer hoy es el frío cálculo del capital corporativo.

Sintetizar la gran experiencia histórica de 71 años de la RPCh pasa por reconocer el rol directivo del PCCh, que encaminó al país hacia una sociedad moderna y logró un impresionante desarrollo económico tras la estrategia de reformas de Deng Xiaoping. También, desde luego, a la prioridad que, desde su origen, Mao Zedong dio a la independencia y autodeterminación del nuevo Estado, principios invocados en su artículo Adiós Mr. Stuart (1949), con el que despidió a John Leighton Stuart, el último embajador de Estados Unidos (EE. UU.).

En aquel momento, el imperialismo estadounidense, reacio a reconocer el triunfo de la RPCh, estimó que su embajador fracasó en la misión de obstruir esa victoria  y obligó a Stuart a abandonar el país silenciosamente, aunque el Departamento de Estado formalizó su renuncia hasta 1952.

Hoy, cuando las corporaciones trasnacionales encarnan esta fase imperial y la letal expansión mundial del Covid-19 causa serios daños colaterales a la economía mundial, se aprecia en toda su magnitud la visión geoestratégica del liderazgo chino para hacer del mundo un espacio menos desigual.

El colegiado liderazgo chino en el PCCh, ahora en manos de la llamada quinta generación  (los nacidos en los años 50), encaminó con éxito al país hasta situarlo en el segundo puesto de las economías mundiales. En la última década lanzó la iniciativa intercontinental de la Faja y la Ruta, cuya propuesta de desarrollo comercial e infraestructural ha sido bienvenida por Europa, África y América Latina.

En los pasados 10 meses, este liderazgo mostró su ejemplar proeza anti-Covid-19 pese a tener prácticamente todos en su contra. En la provincia de Hubei concentró y controló la propagación de la epidemia y desde el 15 de abril no se registran decesos.

Pese a ese logro, Occidente dispersó falsas percepciones como el de que el virus se creó y “se escapó” de un laboratorio de aquel país. El desmentido provino del director de la Organizción Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhahom, quien informó que sus investigaciones concluyeron que el patógeno se desarrolló de manera natural.

La confirmación llegó a días del 71 aniversario de la RPCh y fracturó el discurso antichino de Trump y sus aliados, quienes ya hacían cálculos monetarios de los costos de la crisis que exigirían a China, dice el analista Gabriel Merino de la Universidad de la Plata.

Lecciones

La portada de la revista británica The Economist preguntó el 16 de abril: ¿En la geopolítica de la pandemia, va ganando China? Para algunos analistas, la respuesta está en la naturaleza de ese Estado, cuya geopolítica no solo se entiende bajo códigos occidentales sino que rescata tradiciones propias y le imprime identidad propia. Por ello, el llamado “sueño chino” busca mejorar las condiciones de vida de su nación y, al mismo tiempo, de la comunidad global.

El rasgo característico del liderazgo del PCCh es que está contribuyendo a profundizar el proceso de cambio hacia el multilateralismo en el orden mundial. Si tras la caída del bloque socialista, Occidente postuló el unilateralismo, al final del Siglo XX se dio la transición histórico-espacial de Asia-Pacífico con China como protagonista, frente al declive de Occidente y su espacio tradicional en el Atlántico.

La estrategia de EE. UU. hacia China obedece a la necesidad de frenar la competencia que representa el país asiático, por lo que busca limitar, a como dé lugar, el crecimiento económico y militar y convertir el Pacífico en un mar estadounidense, explica el politólogo Xulio Ríos, de la Universidad de Compostela.

Esta rivalidad ha acelerado las contradicciones entre norte y sur, además de que plantea nuevos desafíos a los países semiperiféricos o de ingresos medios como Argentina, Brasil y México, que hace tiempo dejó de crecer y aumentó su dependencia de EE. UU. En el mediano plazo está la previsión de que el pragmatismo económico y político favorezca a Beijing.

Otra lección del PCCh al mundo es que la hegemonía estadounidense no creó instituciones multilaterales fuertes ni soberanas. Las pugnas intracapitalistas que derivaron en conflictos bélicos y secuelas económicas por la pandemia, exhibieron la fragilidad del sistema imperante y las de las élites que viven a la sombra del capitalismo corporativo.

Así lo evidencian calificadoras como JPMorgan, al estimar que la caída económica de EE. UU. ya está en 40 por ciento y un desempleo del 20 por ciento. La Eurozona ha mostrado también su fragilidad, pues además de no recuperarse aún de la crisis de 2008-2010, ha caído 5.8 por ciento. En ambos ejes de Occidente, la gobernabilidad es una utopía.

Quizás el logro más significativo de la Revolución China es el proceso por el que sacó de la pobreza a millones de personas. Este fenómeno no tiene comparación histórica, pues la mejora de las condiciones de vida en cientos de millones de personas y del proceso de migración rural-urbano en unas cuantas décadas, se estudiará en el futuro como un logro histórico de la estrategia china de “Alivio Justo de la Pobreza”.

Este proceso identifica a familias que aún necesitan asistencia en el país y el gobierno  las asiste construyendo viviendas, urbaniza poblaciones y brinda servicios de salud y educación. Para el académico Francisco Urdínez, del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, América Latina podría imitar esas lecciones pese a que sus realidades son distintas.

Una lección más del socialismo chino de mercado es la profunda interrelación que construyó con las economías del mundo, incluida la mexicana; y que en la pandemia ha estado exhibiendo la crisis estructural del capitalismo global y su forma neoliberal.

La mejor expresión de ese vínculo global está en la iniciativa de la Faja y la Ruta –de la que México es observador desde 2013– y que, en términos geopolíticos, supone un retorno chino al mercado mundial para atenuar la sobreproducción. Ese giro geoestratégico, al que se sumó el impacto por la pandemia, reavivó el encono estadounidense.

La confrontación inició con reclamos imperiales por el control comercial, espacial en la zona del Mar de China, y continuó con pugnas tecnológicas, y más recientemente se avivó con las tensiones sociales en Hong Kong. Dado el impacto  multidimensional de la pandemia y la disputa con EE. UU., el liderazgo chino autorizó respaldar un menor objetivo de crecimiento en el plan quinquenal de desarrollo 2021-2025. El debate ocurrirá en la reunión del PCCh entre el 25 y 29 de octubre, indicó la revista Forbes.

Tareas pendientes

A la RPCh se le atribuye responsabilidad ante el mundo en dos problemas globales: sus altas emisiones de carbono a la atmósfera y por ser origen del Covid-19. En el primer caso, el compromiso del presidente Xi Jinping, ante la pasada sesión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en torno a reducir las emisiones contaminantes, confirma la voluntad de liderazgo del país y exhibe el contraste con la arrogancia de EE. UU. de retirarse de los Acuerdos de París sobre Cambio Climático.

Xinping planteó un objetivo ambicioso: pretende alcanzar, antes de 2060, la neutralidad industrial y acelerar la transición hacia un desarrollo verde y bajo en carbono. Este ofrecimiento fortaleció la confianza mundial para detener al cambio climático. Para la directora del británico Grupo Climatico, Helen Clark, esa oferta es un hecho histórico, pues Beijing fija una fecha concreta tras aplicar estrategias más vigorosas.

La maniquea interpretación occidental sobre el origen, desarrollo y expansión del Covid-19 no solo impidió un análisis objetivo de esa amenaza sanitaria, sino que obstaculizó la cooperación global. La amplia gama de ofensivas políticas orientadas contra Beijing ocultó sus esfuerzos y avances, además de bloquear alianzas estratégicas que de haberse emprendido, habrían acotado los contagios.

Este regateo informativo impidió al mundo conocer a cabalidad el más significativo ejemplo de capacidad de resiliencia y cooperación a cargo de millones de trabajadores de la salud, transportistas, productores agropecuarios, expertos en tecnologías de la comunicación y funcionarios que mantuvieron los vínculos diplomáticos y de cooperación con el exterior, al tiempo que fortalecían las cadenas productivas internas.

Era post-Covid19

En la nueva era, el PCCh confirma que su misión y aspiración etá en buscar la felicidad del pueblo chino a través del socialismo con características chinas. Para alcanzar esa meta resulta fundamental mantener la identidad de la nación, lograr la estabilidad social duradera y cooperar con el mundo.

El presidente Xi Jinping destacó la necesidad de implementar fielmente las políticas del PCCh. Solo así, la nueva era alcanzará un país unido, armonioso, próspero y culturalmente avanzado con ecosistemas saludables. Pidió a los funcionarios de alto nivel lealtad para el  partido y capacidad para conservar la confianza social.

Y para coordinar la contención de la epidemia con desarrollo económico y social, propuso garantizar el empleo, las finanzas, la política exterior, los fondos foráneos, inversiones. Los logros de 71 años confirman que son idóneas las políticas que el comité central del PCCh desarrolló desde su XVIII Congreso Nacional. 

Consciente de su compromiso internacional, China exportó –solo entre marzo y abril– tres mil 860 millones de cubrebocas y, en menos de tres meses, fue capaz de quintuplicar la producción de este producto a más de 110 millones diarios.

En el primer cuatrimestre exportó a todo el mundo 2.84 millones de pruebas para detectar Covid-19. Los mexicanos se beneficiaron de esa cooperación, pues en “puentes” aéreos desde China recibió insumos y equipo médico que compró para hospitales.

La economía china logró recuperarse en el segundo semestre, en particular las empresas industriales (19.1 por ciento) y mejoraron su producción en agosto. Los beneficios representaron 90 mil millones de dólares (mdd), según la Oficina Nacional de Estadística, aunque las ganancias de las empresas estatales cayeron 17 por ciento respecto de 2019, mientras que las compañías privadas disminuyeron 3.3 por ciento, indicó el Centro de Investigación para el Desarrollo del Consejo de Estado.

En relación con la lenta recuperación económica mundial por la pandemia, China ha contribuido a la reanimación económica del mundo por su demanda de materias primas. Al reactivar su industria estimuló el aumento de precios y regiones como América Latina, donde dependen de la exportación de esos recursos.


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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