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La disputa por tierras y la posesión de varias concesiones de transporte colectivo generaron recientemente, en la comunidad Maya Balam, del municipio de Bacalar, Quintana Roo, dos enfrentamientos físicos violentos cuyo resultado más grave fue un número elevado de heridos y el desalojo de 150 personas.
El problema es viejo, pero su reactivación violenta data de 2019, cuando dos integrantes de dicha comunidad asumieron el control político y administrativo de la Cooperativa de Transporte Unido Maya Balam S.C. de R.L. y, para satisfacer sus ambiciones personales, se desentendieron de que ésta había sido creada para beneficio de todos los socios.
El 26 de septiembre de 2019 se registró la primera y más grave expresión de inconformidad de los afectados, quienes quemaron una combi de la cooperativa. El segundo incidente se produjo el seis de enero de este año, cuando los inconformes y los “propietarios” de ésta se liaron a golpes y el enfrentamiento dejó varios heridos y dos encarcelados.
Luis López Ramos, integrante de la cooperativa, relata que ésta se integró en una asamblea comunitaria con el aval de las autoridades estatales y que, entre sus socios, participaron 284 guatemaltecos naturalizados mexicanos, que entregaron cuotas de entre 20 y ocho mil pesos.
“Sin embargo, pasaron los años y nunca se informó de nada y mucho menos se nos entregó el dinero de las utilidades. Vimos que cada vez había más concesiones y nada de utilidad. Se nos ocultó qué hacían, cómo estaban manejando la cooperativa. Pero ellos seguían diciendo que nos entregarían, en reparto, las ganancias, pero nunca ocurrió”, explicó López Ramos.
El denunciante informó que los “abusadores” están encabezados por Pascual Pablo Bernabé, exdelegado de la comunidad y Sebastián Matos Juan, subdelegado, quienes tramitaron cinco concesiones al Gobierno estatal de Quintana Roo, pero nunca informaron a la asamblea de esa gestión para aprovecharse de sus beneficios.
El origen de Maya Balam
“Huimos de la guerra civil que había en Guatemala; salimos de ahí para empezar una nueva vida. Fue algo muy difícil, pero lo logramos, dejamos atrás los problemas y formamos el asentamiento, hoy el poblado de Maya Balam, donde pusimos todo nuestro esfuerzo para hacernos de un futuro”, recuerda Luis López Ramos, quien llegó a México hace 35 años, con las primeras “oleadas” de refugiados guatemaltecos.
El ahora ciudadano mexicano informó a buzos que para él y sus compañeros de infortunio, Maya Balam surgió como una “tierra prometida”; pero que hoy, la actitud de los “abusadores” la ha convertido en una “zona de guerra”; porque ahora sus habitantes se confrontan debido a las concesiones.
“Quiérase o no, todos tenemos algún lazo familiar, por eso duelen más los enfrentamientos que han dejado heridos, encarcelados y todo por el control de una cooperativa de transporte”, insistió López Ramos, quien recordó el origen de esta comunidad social campesina.
Maya Balam nació como el refugio de alrededor de 40 mil guatemaltecos que se exiliaron en México durante los años 80. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), lograron que los Gobiernos Federal y los estatales de Campeche, Chiapas y Quintana Roo habilitaran un espacio territorial para los desplazados de Guatemala.
Al principio, las cosas corrieron viento en popa: los refugiados encontraron paz y tranquilidad que no hallaban en su país de origen. La urbanizacón y el desarrollo del poblado provocaron el surgimiento de varios problemas, entre ellos la titularidad de los terrenos que ocupaban y la apropiación indebida de las ganancias de la cooperativa de transportes, entre cuyas unidades, por cierto, hay un autobús que el gobierno de Quintana Roo entregó para que se movilizaran a Bacalar, que entonces costó 600 mil pesos.
“Lo más grave es que con el paso de los años, al menos 153 personas que inicialmente formaron la cooperativa, ya no aparecen como fundadores, incluso no las integraron. Nos dieron de baja, se han repartido nuestros bienes, no firmamos nada y por eso pedimos la ayuda del gobierno para que aplique la ley ante las irregularidades que están cometiendo”, denuncia López Ramos.
Pero éste no es el único problema, también existe una disputa por las tierras que les entregaron para su asentamiento habitacional y explotación agrícola. Estos conflictos han derivado en choques violentos que requieren la intervención de las autoridades estatales. Se han firmado minutas para destrabarlos, pero hasta el momento continúan sin solución.
Tras la sucesión de los choques más recientes y la negativa de los “abusadores” a cumplir con los compromisos que han firmado, los afectados de Maya Balam solicitaron la ayuda del Movimiento Antorchista de Quintana Roo cuyo dirigente, Daniel Osorio García, realizó “un llamado al gobierno del estado que encabeza Carlos Joaquín Gonzáles para que priorice la solución justa de reparto de tierras y otorgue concesiones de transporte colectivo a pobladores de Maya Balam, en el municipio de Bacalar, y termine en definitiva con los conflictos que han ocasionado enfrentamientos y tragedias entre la población humilde que ahí habita”.
En entrevista con este semanario, Osorio García precisó que el conflicto en Maya Balam data de hace varios años, que el apoyo brindado hoy por el Movimiento Antorchista a los afectados es muy reciente y que, por lo mismo, nada tiene que ver con los disturbios violentos suscitados a finales de 2019 y en enero de este año, como afirman algunos funcionarios y medios.
“Eso es infundado y difamatorio. Algunas personalidades, entre regidores, diputados locales, diputados federales y líderes de partidos políticos han intervenido con el afán de apoyar a uno u otro grupo, pero han empeorado el encono entre los pobladores; porque al final solo han demostrado su interés personal o de partido al que representan”, destacó el dirigente antorchista, quien deslindó a su organización de los hechos de violencia.
Osorio García recordó que el gobierno estatal, a través de su Secretaría de Gobierno (SG), estuvo interviniendo en busca de una solución al problema, y que en algún momento, los grupos antagónicos de Maya Balam firmaron una serie de acuerdos para dar seguimiento a los compromisos hechos por la Secretaría de Gobernación Federal (Segob), pero estas minutas no han sido resueltas y a estas eventualidades se debe la reactivación de la violencia.
El primer compromiso –precisó– fue la dotación de nueve concesiones de transporte público para el grupo encabezado por el comité representativo de Maya Balam, en la que está integrada la mayoría de los pobladores; y que la Cooperativa de Transporte Unido Maya Balam S.C. de R.L., que tiene en su poder las antiguas concesiones, se quede con ellas.
“La Segob también ofreció que coadyuvaría para que las tierras, que hoy trabajan los pobladores, fueran repartidas de manera legal a los fundadores y a sus hijos, acuerdo que no se ha cumplido”.
Fue a raíz de estos incumplimientos –aclaró Osorio García– que los pobladores buscaron a la dirección del Movimiento Antorchista para que los asesore en la negociación con las autoridades estatales para que se cumplan los compromisos y se evite la violencia.
“Como siempre lo hemos hecho, la organización trabajará dentro de la ley y del respeto para que Maya Balam regrese a su vida normal… es indignante que esta población, compuesta por gente humilde y trabajadora, hoy enfrente conflictos por los intereses de unos cuantos, y porque los que, en su momento, pudieron ayudar a solucionar los problemas, los empeoraron.
“El encono del conflicto ha causado mucho daño –prosiguió el dirigente antorchista–. A estas alturas, hay heridos por armas punzocortantes y de bala; ha habido destrucción de muebles e inmuebles, ya hay pobladores en la cárcel; algunas familias han tenido que salir del pueblo por temor a ser agredidos, unos están denunciados ante las autoridades correspondientes y, otros más con orden de aprehensión.
“Todo esto, a final de cuentas, daña al pueblo, porque son ellos mismos los que se ven perjudicados en su relación de ciudadanos de la misma comunidad. Allí viven sus hijos y allí van a vivir los hijos de sus hijos. Muchos de ambos grupos rivales son familiares, vecinos y hasta de la misma religión y lo único que va a suceder es que las familias heredarán estos conflictos a las nuevas generaciones, lo que frenará el desarrollo de la comunidad”, concluyó Osorio García.
Algunos de los pobladores de Maya Balam han revelado confidencialmente a los medios de comunicación locales, que grupos de empresarios y gente vinculada con el narcotráfico influyen en el conflicto de Maya Balam porque tienen interés en las tierras que pertenecen a la comunidad, porque están cotizadas a muy alto precio, debido a que por ahí cruzará una de las rutas del Tren Maya.
Pese a la gravedad del conflicto social y económico que vive la comunidad de Maya Balam, las autoridades estatales y federales no muestran el interés necesario para hacer cumplir los compromisos ya establecidos y así evitar que haya más tragedias familiares.
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Escrito por Juan Carlos Pool
colaborador