Cargando, por favor espere...

¿Es elitista el arte?
Si se observa estadísticamente, se identificará con facilidad el fenómeno de que las manifestaciones de las llamadas bellas artes son frecuentadas, generalmente, por sectores de ingresos medios y altos.
Cargando...

Si se observa estadísticamente, se identificará con facilidad el fenómeno de que las manifestaciones de las llamadas bellas artes son frecuentadas, generalmente, por sectores de ingresos medios y altos. Este patrón se repite en prácticamente todas las sociedades.

Las razones de esto son múltiples y complejas. Podemos encontrar el primer motivo en el origen mismo del arte como disciplina autónoma. Si bien es cierto que los primeros hombres y mujeres cantaron, pintaron y danzaron desde los orígenes mismos del género humano, estas actividades tuvieron siempre una función mágico-religiosa; el arte como tal aparece solamente cuando la sociedad se halla bastante madura sobre la base de las clases sociales. Mientras la inmensa mayoría trabajaba en arduas labores manuales que garantizaran el sustento material de la sociedad, aparecieron, en contraparte, los guías espirituales, los administradores, los sabios, los artistas. Puede decirse, entonces que, desde su origen, el arte lleva un germen de elitismo. 

Una segunda razón puede rastrearse en la historia del arte de los últimos tres siglos. No son pocas las biografías que presentan la vida del artista como una especie de lucha incontenible entre el genio y la sociedad. Y no se trata solamente de un truco discursivo. Esta presunta incomprensión de la sociedad vulgar y decadente hacia el artista inmaculado es la base de toda la crítica social del Romanticismo, por ejemplo. Con diferentes programas estéticos, este discurso se ha reproducido desde entonces. El artista, se afirma, percibe todo desde una sensibilidad única, inaccesible para el resto; la “vulgarización” de su lenguaje, el hacerlo accesible para sensibilidades poco educadas, implica su renuncia a este “don” en aras de la fama y el aplauso fácil. Se condena, desde esta perspectiva, todo arte que sea accesible al gran público. Una exposición magistral de este programa puede encontrarse en el célebre ensayo “Sobre lo espiritual en el arte” del pintor ruso Vasili Kandinski.

Hay todavía una tercera causa, sólo que ésta es de naturaleza bastante diferente. Mientras que las dos razones enunciadas brotan del propio desarrollo histórico del arte, es decir, se nos presentan petrificadas en tanto que son inmodificables, esta tercera causa tiene que ver con nuestro presente vivo. 

Tradicionalmente, en las sociedades capitalistas, la actividad artística como práctica –es decir, tanto la creación como la apreciación– han pertenecido a pequeños círculos más o menos acomodados. Vivir del arte, como tal, es casi imposible. Es aquí, entonces, donde aparecen las políticas culturales de los gobiernos, que asumen, en casi todos los modelos culturales, la responsabilidad de fomentar esta actividad.

Así, las acciones en política cultural de un gobierno determinado influyen, progresiva o regresivamente, en esta elitización de las prácticas artísticas. Un Estado que impulsa las artes permite que toda persona con interés en desempeñar alguna actividad artística en un nivel profesional, encuentre herramientas adecuadas que le permitan hacer de esta actividad su modo de vida, incluyendo su fuente de ingresos. Esto se refleja en fuertes presupuestos al sector cultural y en planes bien diseñados que alcanzan sus objetivos. Al contrario, un Estado que abandona estas responsabilidades, que destina presupuestos cada vez menores y que trabaja con políticas improvisadas, perpetúa y profundiza el hecho de que sólo un puñado de círculos acomodados puedan dedicarse despreocupadamente a la actividad artística. 


Escrito por Aquiles Lázaro

Licenciado en Composición Musical por la UNAM. Estudiante de la maestría en composición musical en la Universidad de Música de Viena, Australia.


Notas relacionadas

Desde la Colonia Española, la Independencia y el Porfiriato, los clasemedieros compartieron pobreza e incomprensión con las clases bajas.

La política, decía Lenin, se asemeja más al álgebra y las matemáticas.

Los resultados finales de la política cultural de la 4T nos dejan más incertidumbres que aciertos.

Ahora que la mayor empresa de entretenimiento por streaming estrena Pedro Páramo y Cien años de soledad, se suscitan varios juicios.

Esta novela tiene como escenario el tercer periodo de gobierno del general Charles de Gaulle, en Francia, en los años 60.

El filósofo griego Parménides fue el primero en usar el pensamiento lógico deductivo para establecer la verdadera naturaleza del mundo.

El teatro ha sido una de las artes que históricamente han marcado momentos importantes de cambio, como en el Siglo V a.C. con la tragedia clásica, cuando autores como Sófocles, Eurípides y Esquilo establecieron las bases del teatro occidental.

Los personajes sacros fueron satirizados al sustituirse con figuras representantes de la comunidad LGTB.

La educación universitaria es un paso indispensable para el desarrollo científico y tecnológico.

La categoría “deporte extremo” se refiere a la clasificación de ciertas disciplinas deportivas con un alto nivel de riesgo inherente.

La novela escrita por Héctor Enciso Carrillo, un activista social, quien plasma una historia ubicada en el norte de México (pero que refleja la realidad de todo el país).

Es poetisa, historiadora, periodista, activista política, defensora de los derechos de las mujeres y autora de relatos de viajes.

Fue nombrado miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1983; entre 1991 y 1993 fue presidente de la Comisión Internacional de Instrucción Matemática (ICMI).

El proceso electoral de Estados Unidos parece tan largo como el que ocurrió en nuestro país.

Se trata de tres basamentos piramidales ubicadas en 20 hectáreas del municipio de Comonfort.