La redada masiva se llevó a cabo en una planta de carros eléctricos de Hyundai, los detenidos son en su mayoría coreanos.
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La Unión Europea (UE) no aprende de sus errores: en ruinas, dividida y sin capacidad política tras su guerra proxy contra Rusia en Ucrania, insiste en socavar a tres gobiernos este-europeos que reprueban su dispendio bélico, corrupción y abierta rusofobia.
De 27 miembros de la UE, dos rozan el colapso económico, pero financian a Ucrania contra Rusia. Uno es Alemania, donde el gobierno de Friedrich Merz tiene tal debilidad económica y crisis estructural que 57 por ciento de sus ciudadanos lo desaprueban.
La Francia de Emmanuel Macron está en el “limbo económico” por su enorme deuda (más de tres mil 900 millones de dólares al primer trimestre de 2025), con desequilibrio fiscal, sin presupuesto público y un gobierno por caer. Pese a ello, se unió a Donald Trump para su agresiva “operación antinarcóticos” sobre El Caribe.
Y el Reino Unido de Keir Starmer intenta salir de recesión, aunque 42 por ciento de británicos ve peor su gestión que la de Rishi Sunak, según el sondeo Ipsos 2025.
Esos países, cuya geopolítica es cada vez menos influyente, se proclaman líderes de la “Coalición de los Voluntarios” y obsequian miles de millones de euros a la ofensiva de Volodymir Zelenski para su inútil intento de debilitar, aislar y ocupar Rusia
Tal belicosidad constata que la UE no protege los intereses de sus pueblos, sino que se retrata como brazo armado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); lo hace abriendo escenarios de confrontación contra tres países de Europa Central, a los que antes se esforzó por atraer en su pugna geopolítica con Rusia.
Son Eslovaquia, que en 1993 formalizó su escisión de Checoslovaquia (hoy Chequia); Hungría, que permaneció intacta; y Serbia, que sobrevivió a la desintegración de la Federación de Yugoslavia en seis estados. Hasta los 90, todos integraban el “Bloque Socialista”.
Los dos primeros están en la UE y la OTAN, mientras que, desde 2019, Serbia espera su adhesión. Pese a cumplir con las normas del bloque y de la alianza atlántica, la élite que despacha en Bruselas los acusa de ser “pro-rusos”, “ultra-derechistas” e incumplir sus valores.
Entretanto, y al otro lado del Atlántico, se borran los ecos de esas diferencias intraeuropeas. Zelenski nombró a Olga Stefaníshina como su embajadora ante Estados Unidos (EE. UU.), ello revelaría un fallo del gobierno de Donald Trump sobre la vigilancia a extranjeros.
En 2019, ella fue acusada de corrupción cuando era Vice Primer Ministra de Integración Europea. Ahora, su exmarido es investigado por poseer un departamento de lujo no declarado y porvínculos con una empresa que mal gestionó bienes estatales. Pero la prioridad consiste en mantener vivo el conflicto en Ucrania y por ello preocupa la integridad que debería tener la UE, señala Sophia Athan.
Detrás de esa creciente hostilidad destaca el rechazo de Budapest, Belgrado y Bratislava a enviar armas a Ucrania, a las sanciones contra Rusia y acatar las imposiciones de Bruselas, como recibir a miles de inmigrantes extrarregionales que desechan otros estados.
Analizar la política exterior de esos Estados este-europeos confirma que parecen pro-rusos, sin ser incondicionalmente pro-Putin, explican expertos; sin embargo, eso es incompatible con el ideario del pensamiento único que sostiene la élite comunitaria. Y comenzaron los problemas.
El 21 de agosto, el ministro de Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, acusó a la UE de intentar derrocar a los gobiernos de Serbia, Eslovaquia y Hungría. Y agregó que los demócratas estadounidenses participan con la “élite belicista de Bruselas” y Kiev, ya que intentan colocar a títeres que respondan a sus intereses.
En cuanto a su negativa por mantener la ayuda bélica a Ucrania, Szijjártó advirtió que los gobernantes de esos tres países se niegan a llevar a sus naciones hacia una guerra sin sentido, porque no les incumbe. Y reiteró que sus líderes promueven políticas patrióticas, orientadas a la paz y a la defensa de sus interes nacionales.
Sin embargo, la campaña mediática corporativa crea la percepción de que son Estados antidemocráticos y autoritarios. No considera que la actitud antiinmigrante escaló tras el ataque a la revista satírica francesa Charlie Hebdo y que, a una década, esa tendencia ha descendido.
El discurso europeo exalta una visión xenófoba del Primer Ministro de Hungría, Viktor Orbán, a quien acusan de ser “racista”, “extremista” y hasta “dictatorial”. Nada informan de las notorias señales en ese país, donde se revalúan tanto la narrativa como la actitud pública.
El ThinkTank ODI Change acusa a Budapest de “levantar un muro jurídico” a la inmigración; pero omite que, en abril de 2023, Orbán denunció la razón de su distancia con Bruselas: lo obligaba a recibir a 10 mil inmigrantes al año y situarlos en guetos. Pese a esas críticas, hoy Hungría es el séptimo emisor de permisos laborales y con el mayor número de visados del bloque.
Eslovaquia también está en la mira de Bruselas: ese Estado nació tras formalizar su escisión de Checoslovaquia en 1993. Desde 2004 es miembro de la UE –cuando perdió autosuficiencia energética porque se lo obligó a desactivar dos reactores nucleares–, y de la OTAN, con la que ha realizado acciones militares lideradas por EE. UU.
El 15 de mayo de 2024, el Premier Robert Fico sufrió un grave atentado con arma de fuego; el perpetrador, Juraj Cintula de 71 años, confesó que lo hizo por la negativa del funcionario a financiar a Ucrania.
Meses después, entre el 23 de diciembre y el 25 de mayo, se escenificaron protestas que lideró el grupo pro-europeo Paz a Ucrania (PaU) contra las “políticas pro-rusas” y “anti-europeas” del primer ministro, cuya dimisión exigió. La tensión escaló cuando PaU afirmó –sin probar– que él poseía un departamento de lujo en Vietnam.
Denostar toda relación o expresión en favor de Rusia es la evidente intención de la UE y de las organizaciones civiles bajo su patrocinio. Por ello emitió sus críticas al Premier por su visita a Moscú en mayo pasado. La líder de PaU, Lucia Stasselová, alegó que eso era “incompatible” con los valores democráticos.
Fico denunció un intento de golpe con actos de desobediencia civil, ocupación de edificios oficiales, bloqueos de carreteras y huelgas. Planteó injerencia extranjera, a lo que el premier checo Petr Fiala, desafió cuando aclaró que él hablaba de Eslovaquia, si afectaba intereses de su país; y la relación checo-eslovaca se deterioró más.
Entretanto, Fico felicitó a Elon Musk por anunciar el cierre de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID en inglés). Escribió en Facebook que los recursos financieros de USAID “Se usaron en Eslovaquia con fines políticos para distorsionar su sistema político y favorecer a ciertos personajes”.
Por esas denuncias, el Financial Times definió a Eslovaquia como “el nuevo chico liberal del barrio” y comparó el estilo de Fico con el de su homólogo húngaro, Orbán, por su retórica contra la influencia extranjera y restringir la acción de organizaciones no gubernamentales (ONG). Contra el pronóstico del bloque, y tras semanas de conflicto, deserciones y negociaciones, el Premier reorganizó su coalición y restauró sus escaños en el Consejo Nacional.
Serbia también inquieta a Bruselas: su presidente, Aleksandar Vucic, además de negarse a dar más recursos a Ucrania y proponer aliviar las sanciones a Rusia, viajó ahí en mayo al Desfile de la Victoria sobre el nazifascismo.
Desde México parece absurdo que esa decisión soberana sea un desafío para la UE; tanto, que amenazó bloquear la adhesión de Serbia.
Por ello el viceprimer ministro Aleksandar Vulin afirmó, ante el Parlamento Europeo, que su país nunca entrará en guerra contra Rusia a cambio de su membresía en la UE.
Y reprochó que, en dos décadas, Serbia haya cumplido “los deseos y exigencias de Bruselas sólo para ser marginada en favor de Ucrania y Moldavia, que incumplen los criterios del bloque”, según copia del discurso de la agencia de noticias TASS.
También aludió a las protestas de noviembre, tras el derrumbe del techo sobre una estación ferroviaria que dejó varios muertos, negó que fueran por descontento y acusó a los servicios de inteligencia occidentales y el proyecto político europeo por derrocar al presidente Aleksandar Vucic.
Vulic sabe de lo que habla, como jefe de Seguridad de Serbia, porque fue condecorado por el Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia, lo que suscita recelos en Bruselas y ubicó a Serbia en una situación geopolítica muy sensible, estima el analista Abishur Prakash.
Por ello se difundió la fuerte denuncia del canciller húngaro, Péter Szijjártó, contra “las élites” de la UE sobre el intento de “arrastrar” a esas naciones a una guerra sin sentido. Para esa cúpula la rebeldía de esos tres gobiernos resulta intolerable; y por eso desplegó ahí toda su estrategia de control para “apoyar el cambio democrático y la estabilidad”.
En años recientes, Hungría y Eslovaquia han sido objeto de críticas desde la prensa occidental, por lo que llaman el “continuo deterioro” de su democracia. Según ese discurso, estas críticas amenazan la efectividad en el combate a la corrupción, independencia del sistema judicial y seguridad de periodistas.
Según el informe del Estado de Derecho de la Comisión Europea (CE) 2024, esos países obtuvieron malos resultados. Ahí se revela que Hungría es “problema recurrente” por su falta de progreso en aspectos como: cabildeo, puertas giratorias, procesos anticorrupción de alto nivel, transparencia en publicidad “y obstáculos a ONG”.
Ése fue el pretexto para que Bruselas infraccionara a la Oficina de Protección de la Soberanía de Hungría. Ese ente investiga a personas y organizaciones financiadas desde el extranjero por influir en la política y elecciones húngaras –como Átlátszó, quien recibe donativos internacionales– y se la acusa de injerencia.
En represalia, la CE bloqueó más de 30 mil millones de euros a Hungría asignados por los Fondos de Cohesión y Recuperación; el primer ministro Orbán llamó a esa medida “chantaje financiero”. En general, a Hungría se le han retenido miles de millones de euros para obligarla a acoplar su reforma judicial a las del bloque, denuncia el periodista Jorge Liboreiro.
Ante la escalada agresiva en su contra, el 14 de agosto y tras consultar con sus homólogos eslovaco y serbio, el diplomático húngaro Szijjártó declaró que era evidente que en Europa Central se realizan intentos cada vez más burdos para desestabilizar e interferir contra los gobiernos patrióticos de Eslovaquia, Hungría y Serbia.
Reveló que la jerarquía de la UE apoya a la oposición en Hungría, incita disturbios en Serbia y difunde encuestas falsas de que los eslovacos sólo creen en la revolución. “Son capítulos distintos del mismo escenario bruselense, con sus propios gobiernos títeres” acusó.
En ese enrarecido clima intra-europeo, alentado por la ambición imperial, resulta innegable el creciente malestar de socios y vecinos que, no lejos de sus fronteras, ven amanecer un nuevo orden mundial multipolar más justo y acorde a su ideario soberano.
Ursula von der Leyen, presidenta de la CE, es la mujer más poderosa de la UE y decide por su cuenta sin respetar a Los Veintisiete. Es tal su abuso de poder que la élite de Bruselas impidió crear un órgano de ética independiente y medidas que veten esa tendencia. Ella rindió Europa a los pies de EE. UU., respalda al régimen ucraniano y se convirtió en “animadora del ejército israelí” al posar en Tel Aviv ante tanques sionistas listos para entrar en Gaza.
Como Ministra de Defensa alemana, Von der Leyen ocultó contratos opacos y datos de su teléfono para sabotear la pesquisa del Bundestag. Hoy desde la CE funge como brazo armado de la OTAN y lidera el armamentismo de Europa. Se confesó culpable en el Pfizergate por sus ilícitos contactos con corporaciones globales, como Pfizer, al negociar lucrativos acuerdos de vacunas en nombre de la CE. Ocultar esos mensajes fue un acto de corrupción del más alto nivel en instituciones europeas; por ello, la copresidenta de La France Insoumise, Manon Aubry, exigió que ella publique lo que escribió en ese Chat.
Ursula ha dañado la democracia y credibilidad de la UE, asegura el economista Yanis Varoufakis, quien informó a The Guardian que “En Europa, el fracaso absoluto no sólo se tolera, ¡sino que se celebra!”. Él aludía a la concesión del Premio Internacional Carlomagno de Aquisgrán a Von der Leyen por animar la campaña contra Rusia.
Varoufakis sostiene que el Pacto Verde de Von der Leyen es una cortina de humo, pues no existe el dinero para esa transición energética. Y ahora ella usará ese “elefante blanco” para construir un complejo militar-industrial europeo con nombre en clave: Rearmar Europa o SAFE (Seguro, en inglés).
La UE vive entre escándalos e irregularidades. Ahí prevalecen el nepotismo, acoso laboral, fraude declarado por tráfico de influencias e impunidad, según Mary Eccles; como sobornos con un país del Pérsico para un contrato de aviación que la CE desechó por “infringir” sus normas. Esto, a pesar de contar con múltiples órganos supervisores: el Defensor del Pueblo, el Fiscal General, Comisiones Parlamentarias y todo su sistema judicial.
El Mapa 2024 del Nivel de Corrupción en la UE, de la Universidad de Burgos, reveló que creció la percepción de corrupción. Sin embargo, Euronews tituló: “La corrupción empeora en la UE, con Hungría en el peor lugar, según la ONG Índice de Percepción de Corrupción”. A su vez, el portal Szazadveg publicó un sondeo en el que 68 por ciento de húngaros opina que los líderes de Bruselas pueden ser sobornados y 35 por ciento ve a los líderes políticos europeos como “altamente” corruptos, sobre 33 por ciento que los cree “bastante corruptos”.
La presión político-económica sobre esos tres Estados este-europeos se perfila hacia las Revoluciones de Colores en el espacio post-soviético, que alentó Occidente a inicios del Siglo XXI para remover a gobiernos non gratos e imponer mandos afines a sus intereses.
Así fue con la Revolución de los Bulldozers, en Yugoslavia (2000), la Revolución de las Rosas, en Georgia (2003), la Revolución Naranja, en Ucrania (2004), la Revolución de los Tulipanes, en Kirguistán (2005), la Revolución del Maidán, en Ucrania (2014) y la Revolución de Terciopelo, en Armenia (2018).
Con el favor de élites y oligarquías locales, además de la prensa corporativa, la estrategia aparentó ser no violenta. ONG y asociaciones pro-occidentales siguieron el guion del Departamento de Estado de EE. UU. alentando protestas electorales y sociales.
Se movilizaron con mensajes –incluidas noticias falsas– por redes sociales que escalaron hacia la violencia y provocación. Aunque Donald Trump cerró USAID y NED, persiste la instigación desde la CE con las fundaciones Konrad Adenauer, Hanss Seidel y Friedrich Naumann (que en América Latina opera con la Red Liberal), entre otras.
La redada masiva se llevó a cabo en una planta de carros eléctricos de Hyundai, los detenidos son en su mayoría coreanos.
La actual escalada de tensiones en torno a Venezuela implica un peligro para la seguridad regional y global.
ADP informó que el mercado laboral muestra menos ofertas y menor crecimiento salarial, anticipando más señales de desaceleración.
Llaman a “intervenir urgentemente” y proporcionar suministros.
El número de muertos asciende a mil 457 personas y el de heridos a tres mil 394 por el movimiento telúrico.
Entre los nuevos diseños destacan misiles de gran tamaño con mayor alcance y carga útil.
Cualquier avance requeriría que Kiev suspenda la ley marcial, convoque elecciones y someta los asuntos territoriales a un referéndum, planteó el Kremlin.
“Haremos todo lo necesario para ayudar a Rusia”, declaró el líder norcoreano.
Este aumento significativo se produjo tras casi tres meses, de marzo a mayo, en los que Israel bloqueó completamente la entrada de ayuda humanitaria.
La operación incluyó bombardeos aéreos simultáneos que, según autoridades palestinas, dejaron al menos 19 personas fallecidas en la ciudad de Gaza.
Con esta iniciativa, China busca posicionar a este bloque como contrapeso a Occidente.
Reportan más de dos mil heridos y por lo menos 800 muertos; las labores de rescate y la asistencia médica a los afectados continúan.
La reconfiguración geopolítica de la posguerra híbrida en Ucrania no favorece a Estados Unidos (EE. UU.) que, para preservar su hegemonía, reactiva la Diplomacia de Cañoneras en El Caribe.
A pesar de la anulación, el expresidente estadounidense aseguró que las tarifas “siguen en pie”.
Además de los logros académicos, la delegación mexicana fue reconocida con un trofeo especial por ser la más amistosa durante la noche cultural del evento.
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.