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“El sueño de todo periodista es hacer un periodismo limpio, objetivo y siempre en busca de la verdad”. Con esta frase abrió su primer número la revista buzos de la noticia, un medio que surgió el 14 de marzo de 2000; hace ya 20 años. Estaban próximas las elecciones que supuestamente terminarían con el presidencialismo mexicano e iniciarían el declive del partido hegemónico del país. Muchos medios surgían cada semana como resultado de una nueva ola de “libertad de prensa” tolerada desde las oficinas de Ernesto Zedillo Ponce de León, el último de los presidentes tecnócratas.
La subordinación y control de la prensa por el Estado se debilitó desde principios de 1988 cuando, por primera vez, la democracia mexicana vivía una competencia electoral ampliamente disputada, “puso en duda la veracidad del triunfo del Partido Revolucionario Institucional (PRI)”, analiza Cristina Reyes Montes en su trabajo Comunicación política y medios en México: el caso de la reforma a la Ley Federal de Radio y Televisión para la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).
Hasta antes de esos comicios, el régimen presidencialista, cuenta la especialista, nunca se preocupó de crear canales de comunicación, puesto que estaba muy seguro de la subordinación de la prensa y de que ésta informaría lo dictado por la Presidencia.
No previó la serie de acontecimientos que permitieron a los medios de comunicación ganar autonomía; de tal manera que, para finales de los años 90, el Estado pierde el control de los medios que “logran la subordinación de los actores políticos”, asegura.
Esto marcó un hito: la prensa dejó de ser un niño de pecho para convertirse en lo que debió (y aún debe) ser, un reflejo de la realidad, un cuestionador del poder, un analista de los problemas sociales, plataformas para darle voz a los inconformes, a las fuerzas opositoras al poder. Empresarios de la comunicación y periodistas de amplia trayectoria decidieron aprovechar tal coyuntura para formar nuevos medios de comunicación; así surgieron varios periódicos que se han consolidado hoy día, entre ellos: Reforma (1993) propiedad de la empresa editora regiomontana El Norte, Crónica de Hoy (1996) y Milenio Diario (2000).
“Nunca me alegraré de ese 94 álgido, pero cuando Zedillo entra a la Presidencia de la República, la verdad es que, con este año de antecedente tan complicado, todos los usos políticos se trastocaron, se modificaron. Ya venían realizándose cambios en materia de libertad de expresión, no concedidos desde el poder; conquistados desde la prensa. Había grandes columnistas como Carlos Ramírez, que todos los días hacían una crítica seria, severa, al Presidente”.
Y continúa: “Zedillo resulta ser un Presidente alejado de la parafernalia del poder. Entonces no había interés y a lo mejor tampoco había oficio político para tratar de controlar a la prensa; la prensa se fue por la libre y quienes hicimos periodismo nos encontramos con que podíamos decir lo que quisiéramos a riesgo nada más de nuestro prestigio”, relata Alejandro Envila Fisher, periodista con 25 años de experiencia, director de varias empresas de comunicación y uno de los primeros colaboradores de buzos.
Aunque el cambio en las estructuras del poder fue aprovechado por empresarios y comunicadores, la suerte de la población fue otro cantar; en ella no permeó la recién conquistada “libertad de expresión”. Por aquel entonces, la población mexicana sufría los estragos de la devaluación más grande del peso mexicano –el dólar pasó de valer tres hasta siete pesos al final de su sexenio.
Zedillo, continuando el proyecto económico neoliberal emprendido por Carlos Salinas de Gortari, que conllevaba la austeridad presupuestaria para obras de impacto y bienestar social, no mejoró la calidad de vida de la población; por el contario, la cantidad de gente sin hogar aumentó, porque pasó de 47 a 52.7 millones; lo mismo sucedió con los que no tenían ni para comer, que pasaron de ser 19 a 23.7 millones de mexicanos en un sexenio.
Se sumó a ello la activación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el préstamo millonario de Norteamérica para salvar a México del “error de diciembre” o la crisis económica del 94, y el surgimiento de movimientos sociales como el zapatista en Chiapas, que tenían al país en efervescencia.
En Puebla, el estado que nos vio nacer, la realidad era un poco distinta: buzos se preparó para la transición entre la administración del hoy morenista Manuel Bartlett Díaz (a quien se le adjudica el fraude electoral de 1988) y Melquíades Morales Flores, quien continuó con el legado de Bartlett Díaz, quien logró consolidar el poder del PRI en el nivel mediático, “lo que significó tener un aliado en los medios de comunicación o bien unos ‘críticos’ silenciosos. Manuel Bartlett Díaz supo cómo dominar a los medios de comunicación con la compra de publicidad y de las relaciones públicas que entablaba con éstos y a través de su equipo de comunicación social
“La compra de publicidad, las relaciones clientelares con la prensa, disfrazadas de relaciones públicas a través del equipo de comunicación social continuaron con los gobiernos de Melquiades Morales Flores (1999-2005) y Mario Marín Torres (2005-2011), al grado de que la prensa poblana se acostumbró al cobijo y buen trato de los gobiernos en turno”, asegura Susana Sánchez Sánchez en su artículo Piezas Poblanas Perfectas publicado en ladobe.com.mx.
En medio de esta realidad, buzos surgió como un proyecto político y comunicacional, fruto de la inquietud de un grupo de jóvenes egresados de la Escuela de Periodismo Carlos Septién y de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuyo anhelo era, contrario a la mayoría de los medios poblanos, hacer un “periodismo independiente, sin ataduras, que nos permitiera realizar nuestra labor de manera crítica y analítica; que fuera plural e incluyente, como lo exigen los tiempos políticos del país, y que llegue al fondo de los acontecimientos noticiosos…” según reza el editorial del número cero de buzos.
En una oficina muy modesta ubicada en Fuentes de San Bartolo, en la ciudad de Puebla, con una computadora, una cámara y las grabadoras personales de los pocos reporteros que aceptaron colaborar con ella, buzos ideó un proyecto que saciara la inquietud de sus colaboradores atentos a los cambios sociales recientes en el país y que, por el contrario, tomaban postura y argumentaban sus puntos de vista.
buzos aprovechó la recién conquistada “libertad de prensa” nacional y su independencia de los grupos de poder estatales para establecer un periodismo con enfoque diferente, nuestro sello de toda la vida: dar voz a los desprotegidos de México, que no encontraban en los grandes consorcios de la comunicación cabida para publicar sus inconformidades o sus puntos de vista.
“Éramos jóvenes recién graduados y teníamos el ímpetu de querer cambiar al mundo. Teníamos la oportunidad de escribir artículos de forma libre, ciertas asignaciones qué cubrir en diferentes zonas del estado de Puebla, a donde los demás medios no acudían, sobre las que no informaban”, narra Luis Adrián Arévalo Sánchez, uno de los primeros periodistas que escribió para nuestras páginas, y quien hoy se ha convertido en un reportero con amplia experiencia.
Desde su número cero, buzos hizo el compromiso no solo de informar con veracidad, sino de dar espacio a estos sectores olvidados de la población: “pretendemos que este medio que hoy nace a la vida pública dé voz a los marginados de los medios de comunicación, es decir, a aquellos que no tienen relación con el poder político y económico, pero que tienen mucho qué decir de su entorno”, publicó el editorial.
Pilar Bravo, periodista poblana, también fundadora de la revista, asegura que “buzos respondió a la necesidad informativa de un proyecto social de transformación. Soy de la generación de los 70, tenía ese sueño de la transformación de los pueblos, una idea hasta socialista, quizá un poco romántica, de transformación de los pueblos. Me tocó incluso estar en América del Sur en donde vi que sí era posible esa información. Hoy, buzos permanece fiel a esos principios”.
Periodismo militante
Por esta postura franca y abierta de toda la vida, la de estar del lado de los desprotegidos, nuestros detractores nos han criticado fuertemente. Por nuestra postura de filiación popular, nos juzgan por hacer lo que catalogan como “periodismo militante”, pero no es algo de lo que nos avergoncemos. Buscamos, más que hacer un periodismo militante, un periodismo veraz y social. Desde el principio, nuestra postura fue clara: dar voz a los marginados de México, pero con el compromiso de ir siempre al fondo de los acontecimientos y brindar un periodismo limpio, objetivo, crítico y analítico.
“Eso de periodismo objetivo es una buena teoría, pero solo eso, en la práctica no es cierto, la propia realidad te va dando de golpes. En México los periódicos de toda la vida son comerciales, ¿cuál objetividad?, ¿cuál precisión?, no es cierto, también tienen intereses y casi nunca son los mismo que los de la población, los de la mayoría de la sociedad, sino los de los dueños. Pero no hay que tener miedo a las definiciones; en Europa El Fígaro siempre fue un periódico de derecha mientras que hay otros abiertamente de izquierda, nadie se esconde, nadie se preocupa por sus definiciones, es bueno tenerlas y no ir con banderas falsas”, argumenta Pilar Bravo.
“buzos respondió a la necesidad informativa de un proyecto social de transformación. Soy de la generación de los 70, tenía ese sueño de la transformación de los pueblos, una idea hasta socialista. Quizá un poco romántica, de transformación de los pueblos. Me tocó incluso estar en América del Sur en donde vi que si era posible esa información. Hoy, buzos permanece fiel a esos principios”. Pilar Bravo.
Con ella coincide Gabriel Sánchez Andraca, fundador y exdirector del Diario Cambio, Novedades y El Heraldo de México en Puebla, y fundador de nuestra revista: “El periodismo nunca ha sido “objetivo”, o sea que no se tome postura; tiene que haber criterio y ese criterio va en las páginas editoriales de los medios”, explica.
Luis Adrián Arévalo Sánchez complementa: “No existían las redes sociales como ahora, entonces todo lo que veías en la tele o lo que veías en los medios impresos era la ley, eso era “la verdad”; no había cómo contrarrestar o cómo informar de las inquietudes, de las demandas del pueblo o cómo decir lo que al pueblo le interesara”.
Así las cosas, nuestro equipo decidió en esas humildes oficinas de San Bartolo que no sería indiferente a la convulsa realidad vista en la transición del presidencialismo mexicano a un gobierno abiertamente de derecha, de movimientos sociales y crisis económica, sino con toda responsabilidad y buscando siempre llegar a la verdad de los acontecimientos, tomar parte en la historia del lado de los pobres de México. Se comprometió a no ser nunca un peso muerto de la historia de nuestro país.
“Había y hay grupos periodísticos que se adueñan de la opinión. Durante mucho tiempo vivimos en un duopolio televisivo, que ahora son tres. Pero en la prensa ocurría lo mismo. Los grandes periódicos, El Universal, Excélsior, Reforma, tenían una línea muy definida, muy procapital, sobre todo este último. buzos es una de esas alternativas, muy pocas, que surgió, maduró y se consolidó en un escenario primero emergente; pero luego el mercado se volvió adverso para los medios impresos”, asegura Alejandro Envila Fisher, creador de la columna Hechos y nombres publicada entonces en nuestras páginas.
Con nuestros modestos esfuerzos crecimos hasta que la publicación mensual del estado de Puebla se convirtó en una revista semanal de circulación nacional.
Desde aquel 14 de marzo de 2000 hemos impreso 916 números; publicado más de cuatro mil reportajes, incrementado el número de nuestras páginas de 32 a 56 y nuestro tiraje de tres mil a 20 mil ejemplares. El equipo que comenzó con 10 integrantes, ahora se ha convertido en uno de 89; y nuestros corresponsales cubren desde la Península de Yucatán hasta Tijuana, Baja California.
Por nuestras páginas circularon plumas que hoy se han convertido en figuras públicas de relevancia nacional, entre ellas el comunicador Mario Campos, Laura Castillo (nuestra primera directora), Ángel Trejo Raygadas y el propio Alejandro Envila Fisher; además de líderes sociales como Aquiles Córdova Morán, Omar Carreón Abud y el catedrático de amplia trayectoria en la Universidad Autónoma Chapingo, el doctor en economía Abel Pérez Zamorano.
Para Gabriel Sánchez Andraca, esta evolución es uno de los mayores logros de este semanario: “buzos se ha convertido ahora en una revista muy importante, con colaboradores que no tratan de imponer criterios ni nada, son gente que piensa y que trata de que sus lectores piensen también, que razonen, que analicen; ilustra a sus lector.
Nuestros nuevos retos
Para Alejandro Envila Fisher, 20 años no son pocos, pero tampoco son tantos. “Vivir 20 años para un medio de comunicación es algo, han desaparecido muchos medios, surgirán muchos otros, y muy pocos se consolidarán. Siempre será una ventaja ser un espacio de libre expresión, amigable, abierto a la pluralidad; su ventaja es que no pretende hacer millonario a nadie, no tiene que sufrir, hasta cierto punto, las presiones de la caja registradora”.
Sin embargo, hay nuevos retos que cualquier medio de comunicación debe enfrentar si pretende continuar en la vida pública: entender que, para permanecer en el papel –porque la generación del papel todavía no se muere– hay que transitar a lo digital; porque los lectores del mañana son digitales, screamers o gente que consume información a través de una pantalla, ya sea una tableta o en celular.
En su estudio Tecnología digital en México (2018), la plataforma digital Hootsuite, destacó que el uso de redes sociales en México se había incrementado en nueve por ciento durante un año, con lo que México alcanzó los 83 millones de usuarios, lo que significa que el 65 por ciento de los mexicanos están conectados a Internet. El estudio especifica que entre los sitios donde más tiempo pasan los internautas mexicanos destacan Facebook, (con 83 millones de usuarios); en segundo lugar, se encuentra YouTube; y en tercer lugar WhatsApp.
Ante esta realidad, este semanario también se ha visto obligado a “migrar” a las plataformas digitales y a entender su dinámica. Diariamente generamos impactos para poco más de 60 mil 600 seguidores en nuestras redes sociales, y a cuatro mil lectores semanales de nuestra página web www.buzos.com.mx.
Envila Fisher advierte: “aún no podemos cantar victoria. ¿Cuándo se vuelve exitoso un medio de comunicación?, cuando se vuelve una costumbre de sus lectores. Así es como yo mido el éxito de un medio, de un espacio periodístico, de un espacio de comunicación: cuando te volviste una costumbre en un sector de lectores, ese día alcanzaste el éxito, ese día trascendiste, ya eres parte de la vida del lector”.
Y advierte: “eso solo se logra no dejando de modernizarse, ser visualmente atractivos pero sin olvidar la regla: puedes tener la mejor presentación y el mejor diseño, pero el contenido sigue mandando; es necesaria mucha investigación periodística, mucho rigor periodístico; pero, sobre todo, atreverse a decir las cosas, nos toca retratar la realidad, defender la pluralidad, nos toca defender y dar espacio a todas las expresiones”. Así pues, como hace 20 años, compañeros reporteros y colaboradores, ¡buzos, listos y al fondo!
Nuestro nombre
El nombre de buzos compitió con otros, pero finalmente nos convenció más éste. Hace referencia a los gambusinos de la alta California que se introducían a buscar las pepitas de oro en los ríos y de cubetas y cubetas de tierra, encontraban una pepita de oro, es decir que, entre todo el torrente de tierra y arena, extraían “una pequeña riqueza”. Así sucede con la información. Esa era la filosofía principal con la que nació buzos: encontrar, entre toda la tierra, entre todo el universo de información, una que otra pepita de oro, es decir verdades de oro.
Luis Adrián Arévalo Sánchez
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Escrito por Adamina Márquez Díaz
Directora editorial de buzos. Egresada de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación por la UNAM.