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Giordano Bruno murió en la hoguera en Italia en el año 1600. Las razones de su brutal ejecución han sido expuestas por sus biógrafos más apegados a la verdad objetiva sobre su vida. Bruno fue combatido no solo por católicos, sino también por los protestantes, pues sus ideas afectaban la cosmovisión del catolicismo y de todas las corrientes del cristianismo, poniendo en tela de juicio la cosmovisión religiosa, dado que él era un científico muy consecuente con la concepción materialista del universo.
Para él, los planetas y otros cuerpos celestes no eran el mundo perfecto que preconizaba el clero, sino mundos en donde existía una enorme diversidad, pero en la que prevalecía lo común: la materialidad en sus distintas expresiones. Era seguidor de Copérnico, es decir, sostenía que el centro del universo no era la Tierra; que los planetas giran alrededor del Sol. Cuando fue juzgado por el Santo Oficio se le acusó de reconocer dos principios que existen en el mundo: el material y el espiritual, y que el principio material es el origen del espiritual. También sostuvo que la sustancia es eterna y no es creada por nadie, solo se transforma. “El alma humana permanece cautiva en el cuerpo, pero no es considerada como cuerpo humano”, decía. Por todas estas ideas de profundo sentido científico-filosófico, Bruno fue condenado como hereje yfue sentenciado a morir en la hoguera el ocho de febrero de 1595. Ya antes, sus libros habían sido quemados públicamente.
En las distintas etapas de la sociedad y en diferentes partes del mundo, han existido los “disidentes”, cuyas ideas que contravienen y contradicen a las clases opresoras. La cinta de Terrence Malick Una vida oculta (2019) está basada en hechos reales y nos narra, precisamente, un ejemplo de un hombre que termina siendo ejecutado en la Alemania nazi por sus ideas y su posición frente a la guerra. La cinta aborda la vida de Franz Jägerstätter (August Diehl), un campesino austriaco que en el plebiscito de abril de 1938 fue el único habitante de la localidad de Sankt Radegund que se negó a votar a favor de que Austria fuera anexionada a la Alemania hitleriana.
Desde ese momento, él y su familia sufren no solo el aislamiento por parte de los habitantes de su pueblo, sino constantes agresiones físicas. En 1943, Franz es reclutado por el gobierno nazi para ser enviado a algún lugar del frente de batalla; sin embargo, Franz se niega a jurar fidelidad a Adolph Hitler, por lo que es enjuiciado y ejecutado por los nazis (en la primera década del Siglo XXI, Franz fue canonizado por la Iglesia Católica). La historia de Malick no se detiene a mostrar esa decisión personal y valiente de Franz Jägerstätter sino, como es el estilo del realizador, la historia sirve para reflexionar sobre la “condición humana”.
En la historia fílmica flota en todo momento una pregunta: ¿por qué un hombre que ha llevado una vida sencilla, honrada y armoniosa con su familia y demás habitantes en su pueblo, pudiendo eludir el castigo de la maquinaria nazi, se sostiene con tanta convicción y firmeza, cuando bastaba –como se lo aconsejó su defensor legal– con firmar un papel en el que se retractara de su posición como objetor de consciencia y apoyara al régimen nazi para salvar su vida? Y también mueve a reflexión que su esposa (madre de sus tres pequeñas hijas), Franciska Jägerstätter (Valerie Pachner), cuando lo visita en la cárcel de Berlín en la que él se encontraba preso, en el momento culminante de la historia, le dice a Franz: “sea cual sea tu decisión, yo te apoyo”. Franz muere ejecutado por los nazis cuando Alemania comenzaba a ser derrotada por el Ejército rojo de la URSS. Malick nos brinda, una vez más, una cinta con una fotografía excepcionalmente hermosa y, al igual que en otros de sus filmes, plasma ese contraste entre la enorme belleza de la naturaleza y las miserias y atrocidades del ambiente social. El realizador, para reforzar este contraste, dice en la cinta: “El sol ilumina y calienta al bien y al mal”.
Escrito por Cousteau
COLUMNISTA