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Signos de la bancarrota del Estado mexicano
Cada día son más las evidencias de que el dinero asignado por el Estado es insuficiente. Cada día son más los sectores que se inconforman porque no se les liquidan ni siquiera los salarios y las prestaciones convenidas.
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Y tal vez, del caos que se aproxima. Noticias recientes sobre acontecimientos y declaraciones en torno a la situación de las finanzas de la Federación y de varios estados de la República, debieran, como se dice ahora, encender las alarmas en torno a la viabilidad del Estado mexicano tal como hasta ahora existe luego de las reformas que se iniciaron a fines de los años setenta del siglo pasado y que impusieron por la fuerza el neoliberalismo en México y en el mundo, mediante el cual se habría de desmontar el Estado de bienestar, se limitaría drásticamente su papel en el control de la economía y se liberalizaría la actividad empresarial.

Punto fundamental y decisivo de este modelo neoliberal, era y sigue siendo, acabar con la elevada carga de impuestos a los más ricos que se había mantenido vigente desde la Segunda Guerra Mundial; así, la tarifa máxima de impuestos cayó del 70 por ciento a la llegada de Ronald Reagan al poder, hasta el 28 por ciento en el año de 1988. Lo sucedido en México durante estos años y los que siguieron, ha sido un espejo de lo que sucedía en Estados Unidos, al grado de que ahora, por todos lados, hay protestas por incumplimientos de las obligaciones del Estado y menudean las declaraciones de los gobernantes advirtiendo que el dinero no alcanza.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha declarado reiterada y enfáticamente que el neoliberalismo en México es cosa del pasado pero, como en incontables de sus afirmaciones, una cosa es lo que dice y otra muy diferente es la realidad; y ésa nos dice de muchas formas que México es tan neoliberal como en los gobiernos anteriores recientes. El caso es que cuando el neoliberalismo decidió reprimir y nulificar a los sindicatos y dejar a la clase trabajadora sin herramientas efectivas y legales para defender su nivel de vida y cuando decidió reducir drásticamente los impuestos que se cobran a las utilidades del capital y más específicamente, al gran capital, dejó inerme a la clase trabajadora y, con ella, a la población entera.

Cada día son más las evidencias de que el dinero asignado por el Estado es insuficiente. Cada día son más los sectores de diferentes entidades que se inconforman porque no se les liquidan ni siquiera los salarios y las prestaciones convenidos y las cantidades adeudadas son de escándalo y ni siquiera se fijan plazos para cumplir los compromisos. En la imposibilidad de hacer un informe completo en este espacio, veamos algunos casos ilustrativos a través de declaraciones de gobernantes emitidas solo en el mes que termina.

Zacatecas. El diario Reforma reportó el pasado 12 de septiembre las palabras de David Monreal cuando tomó posesión del gobierno: “Nuestra economía, ahora fuertemente golpeada por la pandemia, se ha estancado en los últimos 11 años, el Gobierno no tiene recursos ni siquiera para lo más elemental, el retiro de las personas adultas mayores no está garantizado, el único Instituto de Seguridad Social, después de ser criminalmente saqueado, desfondado, está en quiebra, la Seguridad Pública se encuentra en su peor momento y los salarios apenas alcanzan para sobrevivir, los fondos para la educación no se han cubierto y hay muchas deudas qué pagar… La infraestructura carretera se encuentra destruida, el campo abandonado, nuestras deudas rebasan por mucho a nuestros ingresos, las finanzas de municipios están deshechas, nuestro estado agoniza”. Elocuente.

Michoacán. En nota de Javier Favela, La Voz de Michoacán del 24 de septiembre, reportó lo siguiente: “La problemática financiera del gobierno del estado ronda los 50 mil millones de pesos, cuantificó ayer Alfredo Ramírez Bedolla (…) La deuda bancarizada asciende a 22 mil millones de pesos, mientras que el déficit presupuestal llega a 13 mil millones, más los pasivos con deudores institucionales: mil 600 millones, al Seguro Social; cuatro mil 800 millones, al ISSSTE; 500 millones, a Pensiones…”. Alarmante también.

Guerrero. El mismo diario Reforma informó, en su edición del 26 de septiembre: “El paro de labores de trabajadores de la salud, que suma 15 mil, ha ocasionado que miles de consultas médicas se suspendieran en los 14 hospitales y 400 centros de salud en Guerrero… Médicos, enfermeras y administrativos demandan el pago del Fondo del Estado de Guerrero para el Ahorro Capitalizable (FEGAC) para cinco mil trabajadores y que se les reasignen sus prestaciones sociales del ISSSTE… A los trabajadores de salud se les retiraron estas prestaciones debido a que el gobierno estatal tiene un adeudo histórico de 15 mil millones de pesos al ISSSTE…”. El pueblo sufre las consecuencias.

San Luis Potosí. El 26 de septiembre, en El Sol de México, se publicaron las palabras del nuevo gobernador, Ricardo Gallardo, en su toma de posesión: “Se presumió que San Luis Potosí no estaba endeudado, que se documentaron solo cuatro mil 700 millones, que era de los cinco estados más bajos en el país, pero siempre se ocultaron las deudas. Más de 15 mil millones de pesos en pasivos, por lo que hoy se deben pagar más de 20 mil millones de pesos. La realidad es que nos encontramos entre las siete entidades más endeudadas y saqueadas del país, éste es el verdadero rostro de San Luis Potosí”.

Ciudad de México. El Universal, 27 de septiembre. “Pese a que recibirá la alcaldía Miguel Hidalgo (de una administración morenista, aclaro yo) con un déficit de 83 millones de pesos, así como una deuda de 150 millones de pesos para el pago de luz, el panista Mauricio Tabe Echartea dice que no quiere ser ‘catastrófico’, pues confía en que el gobierno capitalino y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) lo ayuden para negociar esta ‘crítica’ situación que enfrentará a partir del próximo viernes 1º de octubre”. Otro caso crítico.

Éstos son, hasta ahora, solo algunos de los escandalosos resultados del modelo económico neoliberal que empezó a implantarse en el mundo durante el gobierno de Jimmy Carter quien, como todos los representantes de los más grandes intereses económicos y políticos, enmascaró sus verdaderos propósitos prometiendo a los norteamericanos “un gobierno tan bueno, honesto, decente, veraz, correcto, competente, idealista y compasivo y, tan lleno de amor, como el propio pueblo americano”. Si estas palabras evocan otras, más recientes, cercanas y conocidas por nosotros, no es mi responsabilidad.

Ya existen, en Estados Unidos (el promotor del neoliberalismo) y en México, además de otras partes del mundo, importantes y respetables voces que reclaman elevar sustancialmente los impuestos a los más ricos. No obstante, en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, a pesar de las evidencias como las que aquí se presentan, ha declarado que no va a aumentar los impuestos. Cabe prevenir a los lectores de que, en el caso nada remoto de que más adelante el Presidente cambie de opinión, no será para gravar a los más ricos y poderosos que son sus aliados y sostenedores, sino para imponer una nueva versión de “miscelánea fiscal”, la cual, mediante subterfugios para gravar el consumo y no las ganancias, acabe aumentando la carga sobre el pueblo y, por tanto, disminuyendo más todavía sus magros ingresos; será, en todo caso, una salida de los poderosos para salvar al Estado de los poderosos.


Escrito por Omar Carreón Abud

Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".


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