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Pemex: ¿otra bomba de tiempo?
La mala calidad del crudo de nuestro país no es ninguna casualidad ni maldición divina, es la consecuencia de que no se le están aplicando los químicos para la desalinización debido a que PEMEX tiene adeudos inmensos.
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¿Es válida la pregunta del título? ¿El manejo que ha estado haciendo la denominada “Cuarta Transformación” del principal recurso y de la mayor empresa del país apenas amenaza con explotar o ya detonó y no se ha informado suficientemente? La duda cabe. Bien analizadas, las cifras no dejan lugar para el optimismo, para asegurar que se le está aplicando un tratamiento, aunque lento, muy seguro y efectivo para que reaccione y sirva para el desarrollo nacional. La última, o una de las últimas novedades impactantes que se han dado a conocer es que ahora, desde fines del año pasado, las refinerías de Estados Unidos (EE. UU.), que es nuestro principal comprador, cuestionan al crudo mexicano porque lleva agua y sal hasta seis veces por encima del estándar de la industria y, o piden la renegociación de los contratos de manera muy desfavorable o, de plano, lo rechazan.

Aclaración indispensable: la mala calidad del crudo de nuestro país no es ninguna casualidad ni maldición divina, es la consecuencia de que no se le están aplicando los químicos para la desalinización debido a que PEMEX tiene adeudos inmensos con los contratistas que los surten. “La deuda que Pemex mantiene con sus proveedores y contratistas creció 103.3 mil millones de pesos sólo en tres meses. Esto equivale a un alza de 25.6 por ciento de octubre a diciembre del 2024. Al cierre del tercer trimestre de 2024, la deuda ascendía a 402.9 mil millones de pesos, pero al término del año pasado se situó en 506.2 mil millones de pesos, según datos de la petrolera” (Reforma, 11 de marzo de 2025) y como se ve, en el caso de los químicos para reducir la salinización del crudo, ya están afectando gravemente las ventas al exterior y, no sólo eso, ya se está provocando un deterioro grave en las refinerías que aquí en el país sí lo procesan y, consecuentemente, se está reduciendo la vida útil de la maquinaria.

El petróleo es todavía un recurso fundamental para la producción capitalista, no lo han sustituido las llamadas energías limpias. Los sangrientos conflictos actuales se explican porque el país más poderoso del mundo pretende, junto con otros recursos naturales más de carácter estratégico, asegurar un suministro constante de este hidrocarburo. Nadie crea que las declaraciones de Donald Trump sobre Groenlandia son simples bravatas u ocurrencias, tampoco su revivida amistad con Arabia Saudita ni la matanza que se acaba de reiniciar en Libia. Ni crea de ninguna manera que el genocidio en Gaza se explica porque los judíos sin patria tienen que vivir en paz en Israel. Nada de eso. Todos esos países y territorios son ricos en recursos naturales esenciales para la producción de mercaderías por el capitalismo, como lo es Rusia también, que recientemente fue atacada por encargo por el régimen fascista y títere de Ucrania y le armaron un escándalo porque se defendió. En México hay petróleo en abundancia. Todavía.

Y se vende a muy buen precio. Pero… aquí se lo roban. Sólo por la extracción clandestina de los ductos, no por ventas “legales” no reportadas u otros trastupijes administrativos que seguramente existen y, a pesar de la catarata de declaraciones acerca de que ya se había acabado la corrupción y que hasta se operó la ostentosa compra de infinidad de pipas para transportar de manera supuestamente segura el petróleo, todavía en el año 2023, ya para terminarse el sexenio fatídico de Andrés Manuel López Obrador, según Pemex, existían 15 mil tomas clandestinas, las mismas que en 2018, cuando se inició ese sexenio de la “Cuarta Transformación”. Nadie, pues, puede creer que el petróleo se extrae de los ductos por un agujerito y se capta en cubetas escapando furtivamente por la noche de puntitas o pecho a tierra; se necesitan obligadamente especialistas, equipo para perforar y extraer, depósitos para almacenar y vehículos pesados para transportar; nada que pueda llevarse a cabo sin complicidades bien colocadas.

Las cifras oficiales de Pemex son apabullantes. Según declaraciones de Rogelio Ramírez de la O, cuando todavía era secretario de Hacienda, en el primer trimestre del año 2024, Pemex tuvo una utilidad de cuatro mil 682 millones de pesos que resultó ser ¡92 por ciento menor! que la reportada en el mismo periodo de 2023. Eso, por sí solo, ya es una catástrofe muy difícil de ocultar y aceptar, pero no es todo. Las exportaciones de petróleo a EE. UU. ya se desplomaron; cifras del Departamento de Energía en la Unión Americana indican que México vendió en promedio 144 mil barriles diarios en la semana que acabó el 31 de enero, ¡78 por ciento menor! que en el mismo periodo de un año, cuando exportó 661 mil y el petróleo pasó de aportar 22.4 por ciento del total de los ingresos públicos en 2022 a ¡sólo 13 por ciento en 2024!

Esta última es una información contundente que explica, en buena parte, por qué el gobierno del segundo piso de la “Cuarta Transformación” no asigna dinero para obras y servicios básicos para los mexicanos, sobre todo, para los de menos recursos económicos. La atención de la salud –si es que se puede utilizar la palabra “atención”– está ocasionando muertes, como sucedió ya durante la pandemia de Covid-19 y para mencionar solamente una de las últimas noticias al respecto: “El IMSS-Bienestar exhibió que la falta de medicinas para el cáncer en el sector público ha puesto en riesgo la vida de los pacientes y decidió adjudicar de urgencia la compra a laboratorios como Pisa, Pfizer, Zurich Pharma, Bayer y Accord Pharma” (Reforma, 14 de mayo). Ese “riesgo a la vida de los pacientes” también debe atribuírsele al hecho de que se gastan miles de millones de pesos del presupuesto de egresos en las llamadas “ayudas para el bienestar” que, como son extorsiones a la hora de votar, un gobierno sin arraigo y cada vez más desprestigiado, privilegia por encima de la existencia de salarios y jubilaciones dignas por parte de la clase empresarial que, como se sabe, no deja de hincharse ganando dinero.

Pemex ha realizado inversiones por 65 mil millones de pesos entre 2019 y 2024 para dar mantenimiento a las seis refinerías del país y ha invertido 21 mil millones de dólares para la construcción de una nueva en Dos Bocas, Tabasco, aunque, pese a haber sido inaugurada por AMLO, ésta sigue en etapa de “pruebas operativas” y, por supuesto, no hay resultados en cuestión de utilidades, PEMEX sigue perdiendo una montaña de dinero de los mexicanos. No debe omitirse al respecto de la nueva refinería de Dos Bocas que el gasto final en su construcción –que quién sabe si sea real– resultó ser del doble del presupuesto original, fenómeno muy difícil de creer, como lo saben todos los que se dedican a la construcción y, más todavía, los inversionistas privados que los contratan.

Para terminar estas consideraciones sobre lo que está haciendo la llamada “Cuarta Transformación” con uno de los recursos naturales más preciados del país y con la empresa que lo transforma, copio una importante noticia que nos pone ante los ojos lo que están haciendo otros países latinoamericanos para procurar su desarrollo sin que nuestros gobernantes piensen siquiera en seguir su ejemplo ya que aquí sólo se trata de agradar y quedar bien con EE. UU. (que ya va a cobrar impuestos por el dinero que envían a su casa nuestros paisanos que tienen que trabajar allá) mientras desde la Presidencia de la República se nos declara machaconamente que somos un país libre y soberano.

Lea usted. “China y los países de Latinoamérica y el Caribe trazaron ayer en Beijing un mapa de cooperación para los próximos dos años en un foro en el que presidentes y ministros de Exteriores defendieron su derecho a decidir con quién comerciar, en medio de la guerra arancelaria global iniciada por EE. UU. La IV Reunión Ministerial del foro China-CELAC (integrada por 33 países) aprobó para el periodo 2025-2027 un centenar de proyectos que se suman a una línea de crédito de 60 mil millones de yuanes (aproximadamente ocho mil 330 millones de dólares) anunciada por el presidente chino Xi Jinping (El Universal, 14 de mayo). Y México ¿cuándo? 


Escrito por Omar Carreón Abud

Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".


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