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El libro La Sagrada Familia, de Marx y Engels, es un documento valioso en muchos sentidos. Podríamos considerarlo un documento de crítica literaria. La mayor parte del texto debate el libro Los misterios de París del escritor francés Eugene Sue. Junto con esto, y probablemente más importante aún, debate la interpretación que hace Szeliga de dicho texto. Szeliga escribía en la gaceta literaria que editaba Bruno Bauer, antiguo amigo de Marx. Desde ese espacio, Bauer atacó a Marx y Engels, quienes ya en ese entonces estaban pensado la forma en que la masa podía emanciparse de manera definitiva.
En este sentido, La Sagrada Familia es una lucha contra una forma de concebir el cambio social; la de Bauer y su gaceta literaria, contraria a la que los padres del comunismo científico habían pensado en su momento. Ciertamente, algunos de los rasgos fundamentales del marxismo no habían aparecido aún, pero ya se puede ver en este temprano texto importantes avances en la “nueva concepción del mundo”, como Engels mismo la llamó. El análisis literario es utilizado críticamente para mostrarnos las concepciones de una época y su utilidad política, pues la novela de Eugene Sue le sirvió a la Gaceta literaria para exponer las ideas fundamentales de Bruno Bauer y sus consortes.
Por esto, el libro de Marx y Engels es, probablemente, una de las pruebas más claras de que la estética, la reflexión sobre el arte, no es un simple adorno para el marxismo, sino una prueba de que la lucha también se da en el plano de las ideas y donde muchas veces se pulen las concepciones, se critican las viejas ideas y se proponen las nuevas que debe seguir la práctica revolucionaria.
Marx ve que la obra de Eugene Sue representa las contradicciones de París, los personajes están ahí para exponer sus condiciones de vida y lo que reflexionan casi de manera natural de acuerdo con dichas condiciones. Pero el mismo Sue delata su falta de comprensión en la solución de los problemas al darles una salida que Marx califica de especulativa, es decir, darle el papel a un héroe de que redima al vulgo, haciéndole ver sus fallas y sus pecados para que sean, ahora sí, hombres y mujeres de bien.
La solución de las contradicciones internas de los personajes de Sue le sirve a Bauer y sus discípulos, quienes perciben aquí el apoyo de su idea personal, pues ellos no ven que la acción de la masa pueda llegar a ningún lado, si no es por medio de la guía de un pensador “crítico” que trabaje en develar la verdad previamente comprendida por la crítica. Ése era el papel de la gaceta literaria de Bauer.
Esto en sí mismo no estaría mal, o por lo menos no suena descabellado si conocemos el planteamiento de Lenin de que nadie puede salir del atolladero en el que se encuentra jalándose de los propios pelos; lo que Marx critica aquí es que la postura “crítica” se utiliza para ir polarizando cada vez más al “espíritu” y la “masa”, de esta manera, los críticos se dedican cada vez más a teorías especulativas que después de cierto tiempo ya nada tienen que ver con la realidad.
La salida revolucionaria que platea Marx es aquella que resuelve la contradicción dialéctica entre el espíritu y la masa: elevar a la masa espiritualmente, hacer realidad aquello de que la filosofía encuentra en el proletariado sus armas materiales y el proletariado encuentra sus armas espirituales en la filosofía.
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Escrito por Alan Luna
Maestro en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).