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Fotografía: Rodrigo Merino
Ciudad de México.- El Presidente electo Andrés Manuel López Obrador (AMLO), al igual que sus antecesores Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, se plantea la recuperación de la “soberanía energética” para reducir los precios locales de los combustibles; el objetivo no se logró en los dos sexenios anteriores porque las trasnacionales petroleras Shell, Chevron y ExxonMovil impusieron sus intereses corporativos; actualmente, la producción y comercialización del 75 por ciento del mercado interno depende de sus exportaciones a México.
Es decir, únicamente el 25 por ciento de los combustibles petrolíferos de consumo interno se elaboran en las seis refinerías de la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex); estas refinerías tienen serias deficiencias, con lo que es posible prever que la importación de estos insumos industriales estratégicos seguirá creciendo en la misma proporción que su producción local vaya decayendo.
Los proyectos de “soberanía energética” de Calderón y Peña fueron frenados por las presiones del gobierno de Estados Unidos ( EE. UU.) a fin de defender los intereses de las corporaciones estadounidenses, reconoció en 2014 el ingeniero Javier Jiménez Espriú, quien fuera subdirector comercial de Pemex en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), actualmente es uno de los principales asesores en materia energética de AMLO y a partir del primero de diciembre será el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
Antecedentes como éstos permiten advertir que la administración de AMLO enfrentará los mismos obstáculos que los oligopolios petroleros y el gobierno de EE. UU. opusieron en los pasados 12 años a los gobiernos federales de México, que intentaron construir una nueva refinería, con tecnología actualizada, en Tula, Hidalgo, con el propósito de ampliar la oferta de combustibles de la refinería Miguel Hidalgo, que procesa “mezcla mexicana” –compuesta con 70 por ciento de crudo pesado (con azufre) y 30 por ciento de crudo ligero– y que trabaja a solo el 40 por ciento de su capacidad instalada.
Las dos administraciones federales, además, también se fijaron como meta el reacondicionamiento de las seis maltrechas refinerías de Pemex, pero debieron abandonar dichos proyectos porque resultaba más costoso procesar aquí crudo “pesado” que enviarlo a refinar a las plantas de Texas, según el dictamen de los expertos en el análisis de dicho problema.
En respuesta a una pregunta planteada por este semanario, el doctor Carlos Patricio Barra Moulain, investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSH) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), dijo que las posibilidades que México tiene de refinar su petróleo crudo tienen que ver con “el apetito” de las compañías extranjeras porque “no es posible detener de pronto la distribución de la gasolina para satisfacer el mercado interno”, cuya demanda es de cobertura inmediata.
Barra Moulain explicó que la construcción de una refinería nueva tardaría hasta cinco años y que la rehabilitación de las seis refinerías que actualmente tiene Pemex no satisfará la demanda de los combustibles requeridos por el mercado interno, además de que el dinero necesario para invertir en esos proyectos tendría que provenir del capital extranjero. Y todo esto, puntualizó el investigador, “no va a ocurrir en el corto plazo”.
En su análisis del proyecto petrolero del Presidente electo, Barra Moulain, halló un aspecto muy importante y novedoso: que actualmente entre los diputados federales y estatales (locales) y senadores del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) –electos el pasado primero de julio– se mueve un proyecto de reforma constitucional para permitir la reelección del Presidente de la República y los gobernadores de los estados.
“Entonces ¿qué está previendo Morena?... Está poniendo a nivel de negociación en las cámaras legislativas la posibilidad de refrendar el gobierno: tendríamos 12 años de gobierno de Morena; y entonces la planeación que se está haciendo a nivel de la reforma energética podría surtir mayor efecto que si se quedara trunca en los primeros seis años”, dijo a buzos el doctor Barra Moulain.
Los intentos fallidos de Calderón y Peña Nieto
El 18 de marzo de 2008, cuando se cumplieron 70 años de la Expropiación Petrolera –casi seis años antes de la reforma de 2013 sobre petróleo y energía, que revirtió esa medida histórica tomada en 1938– el entonces presidente Felipe Calderón anunció la construcción de una nueva refinería con un costo de 12 mil millones de dólares, para refinar 300 mil barriles de crudo; proyecto con el que se crearían 32 mil empleos directos e indirectos y se reduciría la importación de gasolinas (particularmente de EE. UU.), que en aquel momento equivalía a casi el 50 por ciento del consumo interno de combustibles y que ahora asciende al 75 por ciento.
El 14 de abril de 2009, Jesús Reyes Heroles Jr., titular de Pemex en el gobierno de Calderón, informó que el sitio elegido era Tula, Hidalgo; aunque, en realidad, el 90 por ciento de los terrenos pertenecían a ejidos del municipio de Atitalaquia; el funcionario anunció la realización de los preparativos indispensables para edificar la refinería Bicentenario. Pero a Felipe Calderón se lo comió el sexenio y el plan quedó pendiente; solo sobrevivieron un terreno de 700 hectáreas cultivables –con un valor de mil 500 millones de pesos– una barda perimetral con alambrado de púas y líneas de alta tensión, dos túneles de desfogue y dos basureros.
Se gastaron dos mil 289 millones de pesos en proyectos de ingeniería conceptual y la administración de éstos, más los intereses de las deudas bancarias que, para comprar las tierras, adquirió el gobierno del estado de Hidalgo. Todavía en 2014, cuando Enrique Peña Nieto canceló el plan, se habían gastado 620 millones de dólares, creándose algunos empleos temporales en el levantamiento de la barda perimetral y los demás acondicionamientos. En esa área fueron despojados de sus tierras y modo de vida 500 ejidatarios, a quienes se presionó y convenció para que vendieran sus predios mediante promesas que nunca se cumplieron, según denuncian sus líderes.
El 17 de mayo de 2012, en la Plaza de Toros de Pachuca, Hidalgo, durante un acto de su campaña presidencial, el candidato Enrique Peña Nieto prometió construir la refinería Bicentenario, el abandonado proyecto del panista Calderón, sin prever que él tampoco lograría ese objetivo. El tres de diciembre de 2014, el presidente Peña Nieto canceló el proyecto, cediendo a la presión estadounidense –como luego haría con el tren México-Querétaro, en el que estaban interesados inversionistas chinos–; en aquel momento, el gobierno mexicano había gastado en la refinería Bicentenario nueve mil 612 millones de pesos, equivalentes a unos 620 millones de dólares al tipo de cambio de ese momento. En 2008, el costo total de la obra se había calculado en 12 mil millones de dólares, dinero que ni el gobierno de EE. UU. ni sus corporaciones petroleras estaban dispuestos a invertir teniendo refinerías en su país, además de que tal proyecto contravenía a sus intereses.
AMLO, tercer intento
Sobre el plan de AMLO, Héctor Chávez Ruíz, dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el estado de Hidalgo, dijo a este semanario: “Nosotros desde el PRD decimos que no se trata solamente de voluntad, sino que deben hacerse estudios serios al respecto, sobre cuáles son las condiciones más propicias. Nosotros en Hidalgo, desde el gobierno de Calderón, teníamos unos terrenos para una nueva refinería. La condición fue que estuvieran disponibles, y para eso el gobierno estatal tuvo que endrogarse; esa deuda la absorbió en parte Pemex; sin embargo, se le causó un daño al estado de Hidalgo en términos económicos, por haber sido un proyecto que nunca aterrizó.
“Ahora vemos con preocupación que el nuevo gobierno habla de que no solamente va a reconstruir las seis refinerías de Pemex, sino que construirá dos más, y que estarían en Tabasco y Campeche, dejando nuevamente abandonado este proyecto de la refinería de Hidalgo, sabiendo que ya están los terrenos y la infraestructura básica, y además que ya se realizaron estudios de factibilidad, en donde decía que era muy viable construirla”, enfatizó el dirigente partidista hidalguense.
Una de esas dos refinerías tiene una sede prácticamente confirmada en Paraíso, Tabasco, mientras que el sitio de la otra estaría en Campeche. El plan original de AMLO preveía la construcción de cinco refinerías, entre ellas, la de Tula, Hidalgo, como prometió el 14 de febrero de 2016 en ese municipio. “Debido al gran negocio estadounidense –dijo AMLO en esa ocasión– la gasolina cuesta el doble de lo que vale en EE. UU., con la diferencia de que en EE. UU. un trabajador gana 10 veces más de lo que gana un trabajador en nuestro país”.
En esa misma ocasión, AMLO insistió en la necesidad de que México produzca combustibles, porque éstos provienen, en un 60 por ciento, del extranjero –cifra que hoy se ha elevado al 75 por ciento– e implícitamente acusó a los gobiernos mexicanos anteriores de permitir ese gran negocio a las empresas trasnacionales: “por eso no se construyen refinerías”, dijo.
Las trabas reales del plan energético
Las trabas para el plan energético de AMLO van a ser las mismas con las que chocaron los gobiernos de Calderón y Peña: seis años para desarrollar un proyecto, que según expertos y la experiencia de proyectos similares, requiere una planeación transexenal. Levantar y poner en operación una sola refinería de crudo pesado requiere aproximadamente cinco años, asegura el análisis del Grupo Funcional Desarrollo Económico de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), Pemex Transformación Industrial Reversión de los Terrenos Adquiridos para la Construcción de la Refinería Bicentenario Auditoría Financiera y de Cumplimiento: 15-6-90T9M-02-0533533-DE consultado por buzos. Dicho análisis refiere: “(…) la edificación de una nueva refinería podría empezar en 2010, para que inicie operaciones hacia 2015 (…)”.
Además, son requeridos miles de millones de dólares disponibles de presupuesto para financiar el proyecto durante el lustro estimado. De acuerdo con lo expresado por AMLO, para su primera refinería –la de Tabasco– contaría con 175 mil millones de pesos, monto que implícitamente sugiere algo pequeño o de menor costo, quizá de crudo ligero, que no abunda en territorio nacional. El proyecto total de la refinería Bicentenario se calculó en 12 mil millones de dólares, y era para procesar crudo pesado, más barato localmente, pero más caro de refinar, y con mucho mayor riesgo de contaminación ambiental en comparación con el ligero, por los procedimientos a que se debe someter para la separación del azufre; y, sobre todo, se requerirá alimentarla de manera constante con petróleo crudo, la mayor parte del cual es pesado y más barato comparado con el ligero, pero más caro de procesar; y cuya producción está actualmente comprometida con las petroleras de EE. UU. encargadas de refinarlo en sus plantas de Texas para vender luego a México los combustibles en dólares.
El estudio de Grupo Funcional Desarrollo Económico de la ASF también indica la cantidad de crudo que se necesitaría para nutrir la malograda refinería Bicentenario: “(…) la nueva refinería debería tener una capacidad de proceso de 300 mil barriles diarios de crudo tipo Maya (petróleo crudo con densidad de 22º y 3.3 por ciento de peso de azufre)”. Es decir, esta nueva planta refinaría preferentemente crudo pesado; sin embargo, el petróleo Maya es el más demandado por las petroleras estadounidenses, ya que con él garantizan su propio suministro de gasolina, según hizo ver el ingeniero Jiménez Espriú en 2014.
La clave del negocio está en el precio del crudo y el costo de refinar y producir gasolinas. En general, la tecnología de las refinerías mexicanas es útil para procesar mezcla de crudo. Del ligero no hay mucho disponible. Las imponentes refinerías estadounidenses tienen capacidad tecnológica para refinar crudo de todo tipo sin problemas, de ahí que algunos expertos y funcionarios petroleros calderonistas y peñistas hayan argumentado que “es más barato” mandar a refinar el crudo a EE. UU. que montar aquí refinerías con capacidades similares a las estadounidenses.
Pero para refinar gasolinas no solo hace falta construir refinerías, sino tener mucho petróleo crudo disponible. El pasado cinco de septiembre, el Presidente electo anunció que una vez que tome el mando de México, el primero de diciembre de 2018, lanzará las licitaciones para que corporaciones participen en labores de perforación. Ha dicho también: “Vamos a destinar, desde el primer año, 75 mil millones de pesos adicionales de inversión para perforar y explorar pozos petroleros (…) en materia energética hemos definido cuatro proyectos estratégicos: el primero consiste en extraer petróleo con urgencia, porque se está cayendo la producción petrolera. Hace 14 años, la producción de petróleo era de 3.4 millones de barriles diarios; en la actualidad es de un millón 900 mil barriles. En 14 años hemos perdido un millón 500 mil barriles diarios en la producción y es una tendencia a la baja”.
Ante el poder petrolero
El plan petrolero de AMLO parece estar elaborado sin considerar la virtual denuncia que en 2014 hizo Jiménez Espriú –exfuncionario salinista de Pemex y su próximo titular en la SCT– cuando afirmó que el presidente Peña Nieto suspendió por presiones del gobierno de EE. UU. “la construcción de la refinería Bicentenario anunciada en 2009 por el entonces presidente Felipe Calderón (…)” y cuando “sostuvo que de esa manera Estados Unidos pretendió obligar a México a venderle 300 mil barriles diarios de petróleo que se tenían previstos destinar a la refinería, la cual se tenía proyectado construir en la región de Tula, Hidalgo (…)”. Las palabras de Jiménez Espriú fueron publicadas por el diario La Jornada el jueves 28 de agosto de 2014.
Ese mismo día, Jiménez Espriú asistió a la presentación del libro La privatización del petróleo: el robo del siglo, de Ricardo Monreal Ávila (actual coordinador de Morena en el Senado), durante la Feria Internacional del Libro de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH). En dicho recinto, Espriú dijo: “(…) estamos presionados por el consumo energético estadounidense y la necesidad de garantizar su seguridad a futuro; dicen que van a ser autosuficientes en energéticos, cosa que es una falacia porque Estados Unidos consume 19 millones de barriles diarios y produce entre 10 y 11 millones, por lo que su autosuficiencia está muy lejos; pero aunque la tuviera, estratégicamente hablando, no va a gastar sus reservas, va a comprar todo lo que pueda”, afirmó.
Y aseguró “los estadounidenses están preocupados y presionando a México, porque a la hora de que inicia la declinación de nuestra producción, nosotros utilizamos un millón y medio de barriles en las refinerías nacionales y ahora solo estamos vendiéndoles 800 mil, en lugar del millón y medio que les mandábamos antes. Y si además los amenazamos con hacer una refinería de 300 mil barriles más, pues les vamos a vender aún menos”.
A pesar de que Miguel Ángel Osorio Chong, exgobernador de Hidalgo, había endeudado a la entidad con mil 500 millones de pesos para comprar las 700 hectáreas del polígono donde se tenía planeado edificar el complejo petrolífero, el próximo Secretario de Comunicaciones de AMLO descartó que la refinería Bicentenario de Tula se fuera a construir en dicho lugar.
Jiménez Espriú recalcó al diario capitalino que uno de los argumentos de Enrique Peña Nieto para impulsar la reforma energética fue precisamente lograr que México produjera gasolina para ya no comprarla a otros países. Lamentablemente, “México está condenado a ser una especie de estado asociado a Estados Unidos, similar a Puerto Rico”, dijo el asesor energético de AMLO.
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Escrito por Martín Morales