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El nuevo mundo ya está presente
El mundo de 2024 será más complejo porque el capitalismo corporativo tratará de influir en el reacomodo de las fuerzas sociopolíticas y alterará la economía y los sistemas de seguridad de otros países.
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El mundo de 2024 será más complejo porque el capitalismo corporativo tratará de influir en el reacomodo de las fuerzas sociopolíticas y alterará la economía y los sistemas de seguridad de otros países.

Además, tal interacción rediseñará el mapa global y el destino de unas 7.8 mil millones de personas, cuya mitad decidirá su futuro en 12 elecciones alrededor de los continentes; aunque éstas no garantizarán más derechos a los ciudadanos.

Con visión prospectiva es posible anticipar las tendencias políticas que en 2024 prevalecerán. El cambio o la continuidad en los centros de poder determinarán no sólo lo que ocurra en Ucrania y el Medio Oriente, sino también en el destino de los recursos energéticos y estratégicos globales, de los que México es también productor y consumidor.

Mediante el uso de esta “lupa geopolítica”, el 2024 luce así: China seguirá emergiendo, Estados Unidos (EE. UU.) resistiendo hasta ver el fin de su “posición unipolar”; Europa sometiéndose a ésta; Rusia luchando; y, aunque para algunos resulte irrelevante, es una realidad que América Latina y el Caribe continuarán emergiendo.

La mirada debe mantenerse en los siguientes ejes:

En el “año del dragón” persistirá el desorden multipolar, los conflictos congelados se deshielarán y las guerras frías locales se calentarán. Ello será así porque se extiende la inestabilidad en todo el mundo; y habrá que prepararse para más conflictos de todo tipo, incluidos los híbridos.

Tanto la crisis en Ucrania como el genocidio israelí sobre Gaza descarrilaron el plan estadounidense por consolidarse en Asia para, desde ahí, ganar terreno contra China, que va en ascenso. Ese contexto también distrajo a Rusia de su objetivo de reposicionarse y ganar influencia.

Amenazas geopolíticas: la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) alerta que no deben descartarse ataques a las cadenas de suministro y a las compras de mayoreo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la inflación global será de 5.8 por ciento.

Los estrategas de Cello Square ven un futuro incierto y un aumento en los riesgos para el sector marítimo, entre ellos un cierre temporal del Canal de Suez, en el caso de que la situación bélica entre Palestina e Israel se extienda a los países árabes.

Nueva Guerra Fría: EE. UU. persistirá en limitar el acceso de China a las tecnologías avanzadas; pero las empresas occidentales que intentan reducir su dependencia hacia Beijing en la cadena de suministros encontrarán más dificultades.

EE. UU. espera que China reduzca su crecimiento para alentar más tensiones en torno a Taiwán, retórica fuerte de la “nueva Guerra Fría”, que las provocará a buscar más recursos naturales en las potencias medias o emergentes del sur global.

Elecciones y cambio de poder: este año, más de la mitad de la población mundial acudirá a las urnas en 70 países, cuyos habitantes sumarán 4.2 mil millones. Pero además del número, los resultados de estos procesos políticos atraerán la atención sobre su calidad democrática.

 

 

Nueva geografía energética: se esperan avances de un nuevo mapa energético donde destaquen nuevas superpotencias verdes. La importancia del litio, el cobre y el níquel suben mientras que la del petróleo y el gas bajan, así como las de las regiones que los suministran.

La consolidación del rediseño geopolítico y comercial de la energía permitirá conocer a los ganadores y perdedores de la competencia por la posesión de recursos verdes. Hay una alerta: el entusiasmo del mundo industrializado por el giro verde y la tendencia favorable a las tecnologías y políticas amigables con el medio ambiente representa una imposición de las élites para algunos contra la población común, afirma Tom Standage.

 

Futuro en las urnas

EE. UU. aparecerá en 2024 como un gigante incierto porque la superpotencia se halla polarizada social y políticamente en su interior. Por la naturaleza de su sistema, seguirá el debilitamiento de sus instituciones, en tanto que en el exterior perderá posiciones ante otros regímenes de Eurasia y el Medio Oriente.

Todo indica que tanto Joseph Biden como Donald Trump contenderán para ser el 47º presidente de EE. UU. Ahora el magnate cuenta con un tercio de las preferencias para recuperar la presidencia, aunque su nominación depende del veredicto de las Cortes y los conciudadanos.

El peor escenario sería que entre hoy y octubre murieran Biden (82 años) y Trump (78) y que no aparecieran en las boletas. Para Biden, sin embargo, hay otros factores que empeorarían su situación adversa: que el conflicto en Ucrania prosiga o aumente hasta un punto insostenible y que lo mismo ocurra con la competitividad de China.

Para Trump sería grave ir a prisión por uno de los 91 cargos criminales que enfrenta en cuatro juicios, de los que sumaría cientos de años de prisión en caso de resultar culpable.

Los especialistas detectan una gran sensación de malestar, incluso de frustración en los estadounidenses, que deberán elegir entre dos malos candidatos durante unos comicios muy apretados. Asoman dos candidatos independientes: el activista antivacunas Robert F. Kennedy Jr., y Cornel West, filósofo progresista y profesor de las universidades de Yale, Princeton y Harvard.

Entre los demócratas figura el heredero de negocios y excongresista Dean Phillips. Entre los republicanos figuran Nikki Haley, hija de inmigrantes indios, exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

También está Asa Hutchinson, dos veces gobernador de Arkansas, exdirector de Control de Drogas y la Dirección de Seguridad de Transporte y Fronteras del Departamento de Seguridad Nacional. Otro es el beligerante exgobernador de Florida, Ron de Santis, conocido por usar el poder estatal contra sus adversarios y limitar la enseñanza por cuestiones raciales y sexuales contra la comunidad LGBTQ+.

La elección se definirá en cuatro estados: Arizona, Georgia, Wisconsin y Nevada, según el Centro para la Política de la Universidad de Virginia. Para otros analistas, en cambio, serán claves Florida, Ohio, Michigan, Pennsylvania y Carolina del Norte. El resultado final bajaría algunas decenas de miles de votos en los llamados “estados-columpio”, es decir, donde los electores no tienen tendencias partidistas permanentes y cambian su voto en los comicios.

No se descartan sorpresas: por la polarización política, se reeditaría la situación pos-electoral de 2020. Además, no puede descuidarse la importancia político-electoral de millones de latinos habilitados para votar y que ya están en la mira de las campañas de ambos partidos.

El resultado electoral en EE. UU. tendrá un impacto global, especialmente sobre el desarrollo del conflicto en Ucrania y la atención al cambio climático, apunta el centro de análisis BCA Research. Para los politólogos Lee Drutman y Sean McFate, los verdaderos ganadores de la elección serán, paradójicamente, Rusia y China.

 

Rusia persiste

El país más grande del mundo tendrá sus primeros comicios presidenciales desde que inició su Operación Militar Especial en Ucrania. Tanto al interior como en el exterior, la próxima elección cobrará mayor importancia por los efectos que esa movilización y las sanciones occidentales generaron en los ciudadanos rusos.

En todo caso, el momentum será clave, ya que las elecciones se celebrarán después de que Rusia ha tenido éxito en sus contraataques y logrado contener la anunciada contraofensiva ucraniana. Ello influiría para que la votación favorezca a la oposición de cara a un nuevo reclutamiento, aunque para Andrei Pertsev, otra movilización no le atraerá simpatías al presidente.

Si Vladimir Putin vuelve a postularse, anticipa el diario estadounidense The New York Times, hay pocas dudas sobre el resultado de la elección; y ahora la única pregunta por responder es si hará el anuncio oficial en diciembre o enero. Putin ha estado al frente de Rusia desde 1999 como presidente o primer ministro y ha representado ante el mundo el espíritu de la nueva Rusia.

Tanto la población como la clase gobernante rusa están conscientes de que desde entonces el huésped del Kremlin no tiene rival. Y aunque para el futuro no se descartan crisis como la que planteó la rebelión fallida de Yevgeny Prigozhin, la legitimidad de Putin al mando del Estado ruso es bastante clara e incuestionable, revela el académico de la Universidad Europea de San Petersburgo, Grigorii Golosov.

Washington, Bruselas, París y Londres no descartan la continuidad de Putin en el Kremlin, aunque les interesa saber con cuánto poder llegará a un nuevo periodo para medir el tono de sus reacciones. Todos saben que esta elección será la primera después de la actualización de la constitución de Rusia, que le permite a Putin contender por quinta ocasión.

Entre los virtuales rivales del carismático presidente figurarán los candidatos de los nacionalistas Partido Comunista y Partido Liberal Demócrata y el aspirante independiente, Boris Nadezhdin, quien tendrá que reunir 100 mil firmas que la Comisión Electoral deberá examinar. También se menciona a Igor Girkin (Strelkov), el veterano del ejército y exoficial del Servicio Nacional de Seguridad, quien participó en la independencia de Crimea.

 

Elegir bajo presión

Este año, más que en las dos décadas anteriores, América Latina y el Caribe cobrarán más relevancia geoestratégica para China y Rusia. Ambos seguirán invirtiendo en recursos naturales, energía, infraestructura, manufactura y alimentos e incrementarán su cooperación en nuevas tecnologías y sectores como salud, deportes y cultura.

La región enfrenta un año marcado por la incertidumbre política debido a que se encuentra en medio de la contienda entre China y EE. UU., de cuyo gobierno padece más presiones que obstaculizan la presencia, la cooperación y las inversiones del país asiático.

Por ello, en 2024, la región estaría en la posibilidad de definirse como un actor internacional que hable con una sola voz en defensa de los intereses comunes de los países integrantes o que éstos sigan actuando de manera heterogénea y con obediencia a los intereses de polos extrarregionales.

Esta decisión surgirá en un escenario político inédito, donde coinciden la asunción del presidente Arévalo en Guatemala en enero, y la organización de elecciones presidenciales y legislativas en seis países: México, El Salvador, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

Venezuela irá a elecciones el 24 de octubre bajo el peso de las sanciones impuestas por EE. UU. y la Unión Europea (UE). Su economía permanece débil y es difícil vaticinar cómo se comportará el año que se inicia, aunque hay expectativas de un crecimiento en la producción y exportaciones petroleras (hasta 150 mil barriles diarios) y de un alza en el precio promedio de los hidrocarburos y derivados.

A ello se sumaría la suspensión transitoria de las sanciones estadounidenses al sector petrolero venezolano, por lo que se esperaría un incremento del Producto Interno Bruto (PIB) petrolero de al menos 20 por ciento, según el Centro Internacional de Gobernabilidad y Seguridad.

Ese buen clima externo impactaría positivamente en la economía interior, porque aumenta el gasto público durante el primer semestre, con una política fiscal expansiva que proyecte al gobernante Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV). También se esperaría un incremento del gasto privado en el contexto electoral, escribe Luis Zambrano.

En ese contexto llegará a la contienda electoral la temeraria exdiputada María Corina Machado, quien ganó la elección primaria de la oposición pese a que está inhabilitada por 15 años por la Contraloría General y quiere enfrentarse al presidente Nicolás Maduro. Un nuevo ente vigilará los comicios: la Comisión Nacional de Primaria, opuesta al Consejo Nacional Electoral.

 

Alucinación o realidad imperial

Imaginemos que es el cinco de enero de 2025 y que, después de vencer una vez más a Donald Trump, Joseph Biden es declarado ganador en la elección de 2024. Pero las milicias leales a Trump se movilizan iracundas para secuestrar a los funcionarios electorales y exigirles confesar la manipulación de los resultados.

Decenas de miles de activistas armados marchan hacia las inmediaciones de El Capitolio en Washington D.C. Biden llama al ejército para defender la capital con fuerza letal si es necesario, y Trump les ordena no hacerlo.

Mientras tanto en Arizona, donde se produce la mayoría de secuestros, el gobernador rehusa llamar a la Guardia Nacional. La ONU ofrece intervenir con pacificadores y observadores electorales.

Ambos adversarios se enfrentan en un tipo de guerra que no se libra con armas tradicionales. Sin embargo, buscan derrotar a sus adversarios, como lo efectúa habitualmente su gobierno en otros países. Esa astuta guerra siembra la discordia interna por medio, entre otros recursos, de ciber-ataques que estimulan la desinformación para minar la confianza en las elecciones en EE. UU., la UE y Reino Unido. ¡Bienvenido al partido de la victoria para Rusia y China!, escriben Lee Drutman y Sean McFate en el Times.

 

En el horizonte de la elección de Venezuela aparece otro factor que amenaza con afectarla: la polarizada contienda electoral en EE. UU., cuyos candidatos pueden aprovechar la situación en este país y con ello propiciar el retorno de las sanciones comerciales.

Además, el bimonetarismo vigente aumenta el riesgo de cambios en la demanda del bolívar y otras divisas mediante ataques especulativos. No se descarta que los cambios climáticos en Venezuela se presenten con sequías que afecten al sector agroindustrial y la capacidad de generación hidroeléctrica, destaca Zambrano.

 

Reinventarse o morir

En 2024, la UE debiera reinventarse y con ello trazar un nuevo orden europeo. No se esperaría a Europa con consensos, aunque sí de integración en defensa de su dependencia estratégica y militar de EE. UU.

Mientras en EE. UU. se decide si Trump retoma el poder y mantiene su postura de no financiar más a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Europa deberá definir su posición hacia Ucrania. Este año, Los Veintisiete deberán decidir si mantendrán el respaldo militar, económico y mediático a la guerra Proxy, que Washington libra ahí contra Rusia.

Es obvio el avance de la ultraderecha en el bloque –y en todo el continente–, tal como evidencian los resultados electorales en España y en países escandinavos. La Europa fuerte y unida que prometió en su campaña la presidenta de la Comisión Europea (CE), Úrsula von der Leyen, deberá considerar su debilidad para reposicionarse en el mundo.

Del seis al nueve de junio habrá elecciones en el Parlamento Europeo. En 2023 hubo un asomo de cambio cuando España presidió ese Consejo y propuso modificar la forma de gobernar la UE. En otoño también irá a elecciones Polonia, donde gobierna el partido Ley y Justicia de Jaroslaw Kaczynski, quien tiene gran poder en el Europarlamento.

En síntesis, para el año que inicia, Europa evidenciará su tipo de relación con China, que no sólo sea comercial, sino también política, lo que la obligará a replantear su actual dependencia militar y estratégica hacia EE. UU. a cambio de sacrificar su independencia.

 

 

Turbulencia en Levante

La operación Tormenta de Al Aqsa ha significado una exhortación para muchos países del mundo de que no deben ni pueden ignorar la demanda palestina sobre un Estado viable. La pregunta crucial de 2024 es: ¿este conflicto regional se profundizará y generará una crisis mayor u ofrecerá una oportunidad para la paz?

EE. UU. ha soportado una presión que no necesitaba y está probando adaptarse a un mundo cada vez más complejo e inquietante; y a la ONU se le ha planteado el desafío de demostrar un mínimo de capacidad para garantizar la seguridad mundial y brindar apoyo humanitario a las víctimas del imperialismo occidental.

Con la inestabilidad geopolítica regional, los precios del petróleo pueden elevarse muy por encima de los 100 dólares por barril. El invierno y el curso del conflicto en Ucrania influirán en el acceso barato, o no, a la energía.

Más aún, seguirá pendiente “la danza diplomática” entre Arabia Saudita e Israel, crucial para redefinir el curso de la región y las generaciones futuras.

 

Un mundo nuevo

Este año será un ciclo lleno de excitantes innovaciones tecnológicas que transformarán nuestra civilización. La ciberseguridad será el pilar central de las prioridades político-sociales.

La eficiencia en los negocios y la política internacional serán impensables sin la robótica, la cadena de bloques (blockchain o base de datos), servicios de conectividad; la computación en la nube (unión de realidad virtual, aumentada y mixta) y la inteligencia artificial (IA).

En 2024 se concretará la IA, pues su conocimiento y capacitación se generaliza con la democratización en todos los sectores empresariales y su regulación auspiciada por los gobiernos y Estados nacionales.

Se intensificará el debate sobre el “riesgo existencial” de usos y abusos de tal tecnología, su efecto en los trabajos y cómo elegir la IA que más convenga. Entretanto, se anticipa que, hacia 2026, más del 80 por ciento de las empresas utilizará aplicaciones IA.

Se uniforma el nuevo concepto Figital, el espacio que se crea donde convergen los mundos real y digital. Cada vez más se entrelazarán las tecnologías como la realidad virtual y las experiencias inmersivas, así como aplicaciones más inteligentes e hiperconexión.

Más allá de las diferencias ideológicas está el mundo del esparcimiento y la investigación espacial. Es muy probable que, nuevamente, astronautas de todas las naciones realicen este año acrobacias alrededor de la Luna; y China lanzará su sonda lunar Chang’e-6, que recorrerá la cara oculta del satélite.

Por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos, la inauguración de los de París no será en un estadio. El 26 de julio, 10 mil 500 atletas de todo el planeta recorrerán seis kilómetros de una de las riberas del río Sena y cruzarán el centro de París.

Pese al ambiente de unión que debería reinar, es muy posible que influyan criterios políticos para vetar la asistencia de deportistas cuyos gobiernos no son gratos a los gobiernos de Occidente.


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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