El conflicto más asimétrico del planeta, con el mayor número de víctimas por minuto, más duradero de la edad moderna y donde las potencias compiten por influencia, asesinó a más de 400 palestinos el 18 de marzo. La condena global no ha impedido que desde la Oficina Oval se desafíe al Derecho Internacional.

La lucha anticolonial y de liberación de los palestinos inspiró la operación Diluvio de Al-Aqsa del siete de octubre de 2023 y la andanada de represalias del régimen israelí con su tsunami destructivo en Líbano, Siria y Yemen. El tecnofeudalismo estadounidense respondió a la parálisis internacional con su plan para hacer de Gaza un resort mediterráneo y la aniquilación total de los palestinos.

Y se dieron tiempo para distraer al mundo. Mientras los estrategas estadounidenses afinaban los detalles del cese de hostilidades en Ucrania para expoliar sus minerales estratégicos y cobrarse su apoyo al neofascista Volodymyr Zelensky, el 19 de enero sus colegas simulaban un cese al fuego entre Israel y Hamás, que violaron sistemáticamente. 

A las 02:00 de la madrugada del martes 18 de marzo, misiles israelíes volvían a surcar el cielo gazitano para impactarse sobre zonas del castigado enclave palestino. Con ese bombardeo masivo, Israel daba por concluido su compromiso de Alto al Fuego, asumido con Hamás el 19 de enero.

Se bombardearon un centenar de objetivos, entre ellos dos locales de la ONU en zonas de ayuda a palestinos sin casa, en Deir al Balah. Las detonaciones asesinaron a varios funcionarios y heridos en estado crítico.

Lanzar todo tipo de proyectiles fue un mensaje rotundo al mundo: no pararán hasta aniquilar al pueblo palestino, mientras en EE. UU. se sofoca toda protesta a ese genocidio, desde Universidades hasta barrios residenciales.

Los objetivos se definieron con precisión matemática para aniquilar al mayor número de civiles; sobre todo niños y niñas que constituyen el mayor y único gran tesoro que los palestinos resguardan para su futuro Estado.

Refugiados en estructuras debilitadas por decenas de acometidas sionistas previas, los niños palestinos eran aniquilados minutos antes de tomar su primer alimento del Ramadán (el mes de ayuno y oración islámico). 

Borrados del mapa por pilotos entrenados bajo la doctrina de la violencia racista y exterminados en tierra por las mal llamadas Fuerzas de Autodefensa de Israel (FAI), los niños palestinos sumaban ese día el mayor número de víctimas del régimen sionista.

A la sorpresa por la agresividad del ataque se sumó la indignación luego de que la Casa Blanca confirmara que su socio-aliado-cómplice Israel consultó con el gobierno de Donald Trump antes de lanzar esa nueva acometida contra mujeres, niños y adultos palestinos. 

Inermes civiles fueron el objetivo del poderosísimo arsenal de Israel, cuyo envalentonado primer ministro, Benjamín Netanyahu, prometió usar “creciente fuerza militar” contra el único adversario que lo ha enfrentado con las armas: la organización de resistencia Hamás.

Su ministro de Defensa, Israel Katz, desafiaba: “Esta noche volvimos a luchar en Gaza”. Para los inermes civiles palestinos, esa “lucha”, absolutamente asimétrica, significó la muerte de no menos de 400 palestinos familiares, vecinos y amigos, así como unos 300 heridos, según el Ministerio de Salud palestino y la Media Luna Roja.

Con su dureza característica, las autodenominadas FAI y la Agencia de Seguridad de Israel, informaban que llevaban a cabo “ataques extensivos” (léase: implacable bombardeo) contra objetivos peligrosos. El supuesto peligro es la resistencia contra la ocupación sionista.

Esa ofensiva del régimen sionista tuvo por objetivo mostrar al mundo que treguas o ceses al fuego sólo son pausas de rearme para continuar su estrategia de limpieza étnica contra los palestinos. De ahí la felicitación de Netanyahu a sus huestes y su promesa de escalar su poder de fuego contra Hamás. 

Una vez disipado el humo de los objetivos destruidos por misiles quedaban decenas de heridos cuyas secuelas serán casi imposibles de atender, pues el invasor hebreo se encargó de destruir todo el sistema médico en la ciudad y sus alrededores.

Al primer ministro israelí poco parecen importarle las condenas de Rusia, Turquía, agencias de la ONU y México, cuya cancillería rompía su tibieza en torno a este conflicto y, por primera vez, expresaba su “gran consternación” por la violación del alto al fuego pactado y condenaba la pérdida de vidas civiles inocentes.

Antes y después

En su lucha anticolonial y de liberación nacional, los grupos insurgentes que protagonizaron el Diluvio de Al-Aqsa revivieron y pusieron frente al mundo a la Palestina olvidada, con sus cuatro dimensiones fracturadas: el archipiélago de Cisjordania, la Franja de Gaza, Jerusalén Este y la que coexiste en países de refugio y emigración (Jordania, Siria y el Líbano). 

También representó un nuevo comienzo en la larga historia de la resistencia palestina a la ocupación del régimen colonial y necropolítico israelí (con su esquema de “hacer morir y dejar vivir”), más allá de si es posible la solución de dos Estados, un Estado binacional o una Confederación.

A la luz de la violenta ruptura de la tregua se confirma que esa decisión de Netanyahu fue por motivos políticos. Yehuda Cohen, padre de un rehén –el soldado israelí Nimrod Cohen–, declaró que así lo observa tras el retorno del partido de extrema derecha Itamar a la coalición de Netanyahu.

No le importan los rehenes, sólo su supervivencia personal y la de su coalición, enfatizó Cohen, criticando que tiempo atrás debieron liberarse todos los retenidos pero Netanyahu se negó por razones políticas y personales, según declaró a la alemana DW.

Tras romper la “tregua”, Israel comenzó la fase de operaciones terrestres en puntos específicos de Gaza; el objetivo es crear una zona de amortiguación parcial. Ya bloqueó vías principales, como la carretera Salah al Din, que comunica de norte a sur a Gaza, donde reagrupa a sus tropas y las extendió al centro de la zona militar y puesto de control conocido como Corredor Netzarim, de donde Israel se retiró al entrar en vigor la tregua. Las FAI estacionarán a una brigada de infantería en el sector territorial de Gaza –conocido como Comando Sur– que ya se alista para incursionar en misión letal en la Franja.

Judíos anti-sionistas

La estrategia israelí de silenciar toda voz disidente llega a todos los sectores de su sociedad. Por ello, desde México no es conocida la posición de la izquierda y otros grupos antisionistas del Estado hebreo. 

Desde que se pactó, el cese al fuego e intercambio de rehenes entre Hamás e Israel tuvo el respaldo del Partido Comunista Israelí (PCI) y su brazo electoral, el Frente por la Paz e Igualdad “Hadash”.

Ambos alertan que ese intercambio de palestinos e israelíes, debió lograrse tiempo atrás, pero no fue así debido al mortífero estancamiento característico del “gobierno fascista de derecha” de Israel. 

A la par, declaran que seguirán luchando por un proceso político serio, que ponga fin a la ocupación y al asedio, que conduzca a una paz justa y global basada en el reconocimiento del pueblo árabe-palestino a la autodeterminación con un Estado independiente junto al de Israel.

Urgen a reconstruir Gaza y llaman al mundo a asumir su responsabilidad al respecto para evitar que el “gobierno derechista de Israel aproveche el tiempo que falta para continuar o renovar sus crímenes genocidas una vez que finalice el acuerdo de intercambio”.

Todas las organizaciones antisionistas advierten contra la falta de cumplimiento del acuerdo de tregua por Israel, debido a su ansia por intensificar la persecución contra los árabes en Israel y anexionarse Cisjordania. 

Por ello, días antes del rompimiento de la tregua, estos grupos denunciaban “Esta guerra criminal y continua demuestra una vez más que no hay solución militar: ¡La paz es la solución!

“Pero no llegó la paz, sino la furia. 

Mordaza total 

“En el ente sionista, obsesionado por ejercer la violencia racista para mantener su ocupación de Palestina, no existe la izquierda. En Israel no hay política de izquierda; ésa es una realidad que muchos olvidan”. Aunque existen algunos movimientos de base de izquierda, tuiteaba en julio el escritor palestino Hamze Awawde. 

Ese mes, el parlamento israelí, la Knesset, aprobó una resolución que rechazaba la creación de un Estado palestino por 68 votos a favor y nueve en contra (diputados de partidos que lideran palestinos)

En junio de 2024 se fusionaron dos añejos partidos de la izquierda israelí: el antiguo partido hegemónico Laborista (que apenas tiene cuatro escaños en un parlamento de 120 miembros) y Meretz, sin ningún legislador. Esa débil representación constata que esa izquierda, plegada al interés sionista y que hoy dirige el exgeneral Yair Golan, ya no convence a amplios sectores que exigen el fin de la devastación contra los palestinos, confirma Hadas Binyamini, historiadora judía residente en Nueva York.

La izquierda israelí ha sido totalmente marginada, reducida al mínimo, dividida y ha abandonado toda acción de solidaridad con Palestina. Incluso familias de rehenes israelíes que exigen un alto al fuego para liberarlos han sido acusadas de traicionar a la izquierda. Esa posición la usurpan ONG financiadas desde el exterior o “activistas” sin estrategia antisionista real, abunda Hamze Awawde.

Algunos han ido a la cárcel por oponerse al reclutamiento militar; hasta los que ayudan de buena fe a palestinos en Cisjordania víctimas de violencia de colonos y militares. Sobresalen personas con más visión como Yahev Erez, quien denuncia el pleno frenesí sionista en la sociedad israelí; así como Sally Abed, del movimiento judeo-árabe Standing Together (Juntos de Pie).

Entre los pacifistas tradicionales y la izquierda tradicional, el peso inclina hacia la izquierda a quienes están a nuestra derecha, no se atreven a decir lo que decimos, expresan israelíes anti-sionistas al diario independiente israelí-palestino +972.

Históricamente, el modelo del judaísmo sionista ha pretendido uniformar la diversidad y silenciar toda disidencia interna y externa. No hay rastros visibles de los rostros y voces que apostaban por la convivencia con los palestinos; ese judaísmo respetuoso en lo político y que, enriquecido por su diálogo con los árabes, se mostraba plural.

El sistemático Apartheid y genocidio israelí son denunciados esporádicamente desde el exterior. En México, esos judíos, reunidos en Judíes por una Palestina Libre y la Agrupación de Judíes Interdependientes, marchan codo a codo con mexicanos denunciando los crímenes de lesa humanidad del Estado sionista y reivindican pricipios clave de su doctrina como tzedek (justicia), chesed (bondad) y tikkun olam (reconstrucción mundial) como resistencia al sionismo.