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El anuncio por parte del Gobierno Federal de un aumento del déficit presupuestal programado para este año, que se estima equivaldrá al 5.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de 2024, ha sido uno de los temas más discutidos en lo que va del año. El debate ha sido avivado tras la insistencia del Gobierno Federal, primero en boca del presidente Andrés Manuel López Obrador, y recientemente, haciendo eco de ello, por la candidata morenista Claudia Sheinbaum, de que las finanzas públicas en este sexenio se han manejado de forma excepcionalmente responsable; incluso se ha llegado a afirmar que el uso de la deuda no ha jugado un papel relevante gracias a los ahorros que resultaron del combate a la corrupción.
Esta versión oficial sobre el problema de la deuda bloquea de entrada el debate necesario para enfrentar con seriedad y honestidad los obstáculos a la sanidad de las finanzas públicas que una y otra vez se hacen presentes. Con el propósito de aclarar algunos puntos, haré referencia a algunas cifras. Una deuda pública equivalente al 5.4 por ciento del PIB para este año, sí es un monto relativo inusitadamente grande, no visto por lo menos desde el año 2000. Este aumento puntual de la deuda implicaría que la deuda pública total acumulada hasta 2024 ascienda, en términos reales, a 48.8 por ciento del PIB, de acuerdo con las propias estimaciones del Gobierno Federal. Este indicador nos da una mejor idea de la capacidad de pago del país, y nos dice que, para saldar por completo la deuda pública hasta ahora contraída, tendríamos que destinar el equivalente al 48.8 por ciento del ingreso que se genere en 2024.
Veamos cómo ha evolucionado este indicador en este sexenio y en el previo. En términos reales, tomando como referencia el nivel de precios de 2018, el monto de la deuda pública acumulada como proporción del PIB era de 38.9 por ciento en 2013, primer año del sexenio de Enrique Peña Nieto, quien cerró su administración en 2018 con un acervo de la deuda pública equivalente al 43.64 por ciento del PIB. Para 2019, este indicador se colocó en 43.22 por ciento y en 2023 en 46.78 por ciento, y se estima será de 48.8 por ciento del PIB al final de este año, como ya habíamos mencionado. Así pues, con la excusa de que Enrique Peña Nieto contribuyó con ocho puntos porcentuales (pp) al aumento de la deuda pública, mientras que esta administración estima hacerlo en 5.2 pp, se ha pretendido deslegitimar toda crítica a la política fiscal de la 4T. En suma, es verdad que este gobierno hasta ahora se ha endeudado menos en términos reales, pero es falso que el monto de la deuda no sea considerable.
No obstante, más allá de los dimes y diretes de si el endeudamiento es alto o no, o si es menor o mayor que antes, los analistas especializados en la materia llevan años advirtiendo la necesidad de una reforma fiscal (que por motivos de espacio no se discute más aquí). El caso es que, para esquivarla, el gobierno morenista la intercambió por la “austeridad republicana” y el combate a la corrupción. Sin embargo, muy pronto esta estrategia se mostró completamente incapaz de escapar a las fragilidades de los ingresos públicos y las demandas del gasto. Presenciamos así, primero, recortes por un lado para aumentar en otro; luego, el agotamiento de grandes sumas de ahorros públicos que permanecían en fideicomisos varios. Ahora, el aumento récord de la deuda para un ejercicio fiscal viene a evidenciar que el combate a la corrupción ya no da para más.
Estamos en año electoral y Morena continúa con el mismo discurso, con el añadido tramposo de que esta estrategia es preferible a subir los impuestos a la población en general. Pero lo que no se dice es que existe una alternativa viable y justa de implementar una reforma fiscal que se sostenga de mayores impuestos a los ricos en lugar de un aumento general a la población. Ésta es la alternativa a la que no están dispuestos a comprometerse el gobierno oficial, pero tampoco la oposición. Mientras tanto, el pueblo carga la cruz de la austeridad y soporta la condena de una deuda a punto de convertirse en insostenible.
Una juventud cuya conciencia no está determinada por el trabajo es terreno fértil para el fascismo y la ultraderecha. La juventud tiene energía, fuerza, rebeldía, pero ésta puede tomar un rumbo reaccionario cuando la vida le ahoga y no le presta alternativas.
Cuando los capitalistas piensan que tienen derecho a la automatización sin considerar el derecho de los trabajadores cometen un craso error, porque están propiciando, entre otras, el aceleramiento de la crisis del capitalismo.
La sociedad actual genera indiferencia hacia el dolor ajeno, una alarmante deshumanización, que hace posible que muchos contemplen en silencio un crimen, como dijo Martí, sin inmutarse.
La mala calidad del crudo de nuestro país no es ninguna casualidad ni maldición divina, es la consecuencia de que no se le están aplicando los químicos para la desalinización debido a que PEMEX tiene adeudos inmensos.
Guerras deshumanizantes, hambre en expansión, clima al borde de la explosión. Detrás de la actual crisis planetaria se manifiesta, también, el fracaso de las instituciones internacionales. Entre ellas, la OMC.
¿Para qué tienen su vida los jóvenes? ¿A quién le van a entregar su esfuerzo? Cuestionó el Maestro Aquiles, para luego invitar a los jóvenes a ser como Tlacaélel, "que entiendan que dar la vida por los demás es mejor que quitarle la vida a los demás para uno vivir rico".
En tiempos como éste, cuando el deporte está muy comercializado, urgen maestros que enseñen que la educación física y el deporte son primordiales para formar hombres y mujeres nuevos, disciplinados, sanos, ganadores y patriotas.
El problema es grave, los cárteles están en todo el territorio nacional. Nuestros gobernantes están en contubernio con los criminales y en el mejor de los casos “son de chocolate".
El Presidente carga ya sobre sus espaldas con 179 mil 185 homicidios, cifra que equivale a un asesinato cada 15 minutos y 95 diarios. En ninguno de los últimos cinco sexenios hubo tantos decesos. Esto no es paz, esto no es un juego.
Donald Trump firmó el documento correspondiente y el pueblo trabajador de nuestro país debe saberlo y hacer conciencia de su gravedad.
La democracia es una forma de Estado y el Estado es una forma de dominación.
Quienes criticamos la reforma judicial desde su presentación sabíamos que las reglas para elegir al nuevo Poder Judicial por voto popular estaban hechas para permitir que sólo el partido en el poder, sus aliados y grupos de poder económico, eligieran a los ganadores.
Estamos ante lo mismo: en el Frete Amplio y Morena se repiten esquemas, mismos que, aseguran, han sido desterrados; quieren convencernos de que se trató de procesos cuasi perfectos en los que se eligió a las aspirantes con mayor respaldo ciudadano.
Por ahora Rusia y China pueden observar cómodamente desde lejos cómo se desarrolla una coyuntura climática en la política mundial, elevando gradualmente el ritmo del desgaste hasta convertirlo en un círculo de fuego.
Las clases dominantes han procurado siempre convencer a sus súbditos de que su situación es voluntad de los dioses o, más recientemente, con el advenimiento del capitalismo y su filosofía, que éste es la encarnación de la razón eterna y que, por tanto, nada puede hacerse para cambiar.
Escrito por Tania Rojas
Maestra en Economía por El Colegio de México. Estudia un doctorado en Economía en la Universidad de Massachusetts Amherst, en EE.UU.