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El seis de abril de 1793, se creó en Francia el Comité de Salud Pública (CSP), órgano de poder de los jacobinos que buscó acabar con el dominio milenario de la aristocracia feudal y los peligros que asechaban a la revolución que instauró la república. Ante el grave peligro representado por la reacción de la clase feudal destronada (la aristocracia) y la coalición de naciones, que deseaba evitar la consolidación del gobierno republicano y democrático el CSP, encabezado por Maximilien Robespierre y los dirigentes jacobinos (Louis Saint Just, Georges Bourdon, etc.), recurrió al uso de medidas extremas para enfrentar esa situación. Fue así como surgieron su política de “terror” y una serie de medidas destinadas a favorecer a los “descamisados”, entre ellas el control de precios de los productos de primera necesidad, el aumento de salarios, la creación de un sistema único de pesos y medidas (el sistema métrico decimal) para evitar los abusos de hacendados y los comerciantes y el establecimiento de la educación primaria universal, etc. Sin embargo, el CSP no pudo controlar la dificilísima situación política y social que había generado. Georges Dantón, uno de los personajes más carismáticos de la Revolución Francesa de 1789, se había enriquecido mediante actos de corrupción y, en 1794, el club de Los Indulgentes, al que había originado, buscó conciliar intereses con la derecha aglutinada en el grupo La Gironda.
Esta anécdota histórica fue llevada al cine en 1983 por el director polaco Andrzej Wajda en la cinta Dantón, coproducción franco-polaca, con la que intentó fortalecer la posición del sindicato Solidaridad, artífice de la caída del régimen comunista en Polonia a finales de los 80 del siglo pasado. Esta posición ideológica se evidencia en su versión de los hechos históricos de esa etapa de la Revolución Francesa. El Dantón de Wajda, interpretado por Gerard Depardieu, es un hombre amado por el pueblo francés y Robespierre (Wojciech Pzoniak) es presentado como un revolucionario que, acosado por las circunstancias, se ve obligado a detener a Dantón y a otros líderes del club de Los Indulgentes para guillotinarlos. Es decir, en el filme Robespierre no es descrito como un burdo dictador, pues antes de guillotinar a Dantón y Camille Desmoullins intenta convencerlos de que se retracten de sus ataques al gobierno encabezado por él. La cinta de Wajda recrea la Francia que a finales del Siglo XVIII se debatió entre un gobierno radical, que intentaba mejorar la situación de las masas empobrecidas, y un grupo de liberales víctimas de la intolerancia de un gobierno que a su vez, ante el peligro de ser derrocado, utilizó el terror para defenderse. Es muy elocuente la escena donde Robespierre reconoce que si Dantón y sus seguidores ganan el juicio, la revolución caerá, y que si el CSP triunfa, la revolución terminará por sucumbir.
En la coproducción franco-polaca resulta significativo que casi todos los actores intérpretes de los miembros del CSP fueron polacos, y que los correspondientes a Los Indulgentes fueron franceses. No cabe duda que Wajda intentó sugerir al gobierno polaco que debía ser “tolerante” con el sindicato Solidaridad; y que en ese episodio de la Revolución Francesa, el terror fue un error que condujo a los “descamisados” al fracaso. Pero la historia, maestra de la humanidad, ha demostrado que en la defensa de los principios de los grupos revolucionarios, éstos han sufrido un terror aún más intolerante, brutal y aniquilante, proveniente de las clases expoliadoras de la humanidad.
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Escrito por Clionautas
Columna