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Crisis fiscal
El pueblo sabe gobernar, pero hoy no está en el poder. Hace falta que el pueblo se organice, se eduque y luche por el poder político nacional.
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La “Cuarta Transformación” (4T), o transformación de cuarta (como afirman algunos), no sabe gobernar. Solo sabe o cree saber, que la única forma de imponer su voluntad es por la vía dictatorial y, por lo mismo, está haciendo todo lo necesario para desaparecer o neutralizar a la oposición. Por ello, todo consejo sensato y con elementos científicos que contradigan a la única voz que cuenta en Palacio Nacional es tachada de fifí, conservadora, retrógrada, enemiga del cambio y una larga fila de etcéteras que en el fondo reflejan intolerancia y ausencia de autocrítica.

No se escuchan razones y las medidas que se toman con la creencia de que son buenas y las mejores tienen resultados desastrosos, como los que hoy se producen. Esto se debe a que las decisiones adoptadas no proceden del análisis objetivo de la realidad que se pretende modificar. Si las premisas son falsas, el resultado del análisis lo será también. Puede suceder que el que toma las decisiones se equivoca y, pese a que tiene derecho a fallar, no lo tiene cuando desoye a los demás, porque creer que la única y última opinión es la suya. Cuando esto ocurre, más tarde que temprano, la realidad se encarga de poner en su lugar las cosas. Y eso es lo que está aconteciendo actualmente, como se evidencia en el caso de la vacunación, entre otros asuntos. Veamos.

Para el Presidente de la República es suficiente ser “honesto” para “gobernar bien” ¡Qué lejos está de la verdad! La honestidad es una condición necesaria, pero no la única, como se plantea en las matemáticas. Además de honestos, hay que saber hacer las cosas. Por ejemplo, ¿una persona honesta puede pilotear un avión Jumbo y llevarlo a buen puerto? Para conducir una nave aérea se requieren conocimientos en el manejo operativo de ésta, de los controles de la cabina de mando y, asimismo, de saberes de aerodinámica, física, matemáticas y gravedad, entre otros, para resolver los problemas que pueden surgir en los vuelos.

De igual manera, en el manejo de la economía de un país se requieren conocimientos detallados o especializados en esta materia, porque su solución no puede hallarse en las dotes o virtudes de una persona simplemente honesta. Por ello, la solución a los actuales problemas económicos de México no puede hallarse en la honestidad “valiente” del Presidente, sino en la única actitud honesta que debería asumir hoy en esta materia: escuchar la opinión de quienes realmente saben de economía y que buscan ofrecer una respuesta atinada a los graves problemas económicos que enfrenta hoy el país. Pero como eso no puede ocurrir, porque en el actual gobierno no hay siquiera capacidad para escuchar, descartamos una pronta recuperación económica.

Todo esto se refleja en la reiterada simplonería de la frase “se los dijimos”. En el Congreso de la Unión, hemos manifestado con claridad los errores en los que ha incurrido el gobierno actual, cuyos representantes, en vez de atender sus contenidos críticos orientados a mejorar la economía, me persiguen políticamente y bloquean mis cuentas de la Cámara de Diputados con el argumento de un supuesto manejo ilícito que no existe, porque ese dinero procede del Poder Legislativo, es decir, del propio Estado mexicano.

Pero, en fin, entiendo que lo que les molesta es que haya señalado varios de los desatinos del gobierno de la 4T. Entre ellos, que no debía cancelar el nuevo aeropuerto de Texcoco; que las obras faraónicas del Presidente no tenían razón de ser porque carecen de viabilidad; que era erróneo desaparecer programas sociales eficientes; que es infame dejar sin medicamentos a los niños con cáncer; que la 4T cometía enorme omisión al no considerar las vacunas en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2021; que era un gravísimo error eliminar los fideicomisos a capricho presidencial, etcétera.

Hoy, ese cúmulo de errores y las muchas fallidas pretensiones de la transformación de cuarta están a la vista: las crisis son múltiples y el dinero es poco e insuficiente. Se les advirtió a tiempo pero hicieron oídos sordos. En el análisis del PEF 2021, se les advirtió que lo que pretendían recaudar no correspondía con las necesidades del país y mucho menos en un escenario de grave crisis económica como el que está en marcha. Pero se lanzaron al agua con un proyecto de ingresos estratosféricos carente de realidad y no hicieron caso de las recomendaciones de expertos, como fue el caso del diputado Fernando Galindo Favela, exsubsecretario de Egresos de la Secretaría de Hacienda (SHCP), quien oportunamente les explicó que este año habría un desfase entre los ingresos y los egresos, tal como ocurrirá.

 En un artículo de Danizú Patiño, publicado en la revista Expansión, se advierte que México está al borde de una crisis fiscal, debido a que el “Gobierno Federal enfrenta un deterioro en sus ingresos petroleros y vía impuestos y de fideicomisos, mientras sus gastos en deuda, pensiones y programas sociales crecen inercialmente… En 2019, la recaudación de impuestos perdió dinamismo. En 2020 –el año de la pandemia– apenas creció 0.1 por ciento. Pero el panorama de los ingresos petroleros fue peor, con una caída a noviembre de 42.5 por ciento frente al mismo periodo de 2019. Los ingresos del sector público cayeron más que su presupuesto”.

Esto es lo que pasará en 2021: los ingresos proyectados no se cumplirán, y las metas del gobierno, por tanto, tampoco se cumplirán. Y como el Presidente y su partido buscarán ganar elecciones de este año a como dé lugar, gastarán todo lo que recauden en comprar conciencias vía programas sociales; pero como esto no les va a alcanzar, entonces echarán mano de más fideicomisos y, lo que es más grave, se abalanzarán sobre las reservas internacionales del Banco de México (Banxico), con tal de ganar los comicios de junio y los que vienen en 2024.

El mayor daño que el Presidente y el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) están causando al país con sus improvisaciones y su idea de que México requiere una dictadura, consiste en soslayar las soluciones a los grandes problemas nacionales, que están a la vista y no necesitan de mucha ciencia para advertirlos: la generación de empleos, el incremento de los salarios, el cambio de la política fiscal reorientando el gasto público hacia la construcción de obras y servicios que reclama el pueblo de México, no inventos como el Tren Maya, el Aeropuerto de Santa Lucía y Dos Bocas, que gastan muchísimo dinero y servirán muy poco. Como se ve, los actuales dirigentes del país tienen de todo, menos honestidad.

El pueblo sabe gobernar, pero hoy no está en el poder. Hace falta que el pueblo se organice, se eduque y luche por el poder político nacional para cambiar las condiciones actuales y hacer de México una patria más justa y mejor. 


Escrito por Brasil Acosta Peña

Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.


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