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Comida chatarra y propaganda chatarra
El gobierno morenista inició una guerra despiadada contra la venta de la llamada comida chatarra al interior de todas las escuelas del país.
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estas alturas deben de ser verdaderamente excepcionales las madres o los padres de familia que no estén plenamente enterados de que el gobierno morenista inició una guerra despiadada contra la venta de la llamada comida chatarra al interior de todas las escuelas del país. De manera curiosa la palabra “chatarra” es de uso reciente, Joan Corominas, en su espléndido Diccionario Etimológico, nos informa que se tiene noticia de ella hasta 1906, que se usó para denominar el “hierro viejo” y proviene del vasco txatar, diminutivo de zatar, que significa andrajo, trapo. Como quiera que sea, muchos de nosotros echamos mano de ella para denotar despectivamente algo que más valdría eliminar pronto, sin desconocer que, como en el caso de la comida chatarra y la propaganda chatarra, el capitalismo transformador ya las tiene en gran aprecio como mercancías.

El diario Reforma informó el pasado viernes 28 de marzo: “Este sábado 29 de marzo entra en vigor en México la prohibición de venta de comida chatarra en todas las escuelas del país, como parte del programa “Vida Saludable” impulsado por el gobierno federal. La nueva normativa establece que quedará prohibido vender o promocionar alimentos ultraprocesados con altos contenidos de azúcar, grasas saturadas, grasas trans y sodio en las cooperativas y tiendas escolares. Esto incluye refrescos, frituras, dulces, chocolates, pastelitos y otros productos similares identificados con sellos de advertencia”. La nueva disposición entró en vigor hasta el lunes 31 de marzo.

Así de que, según la SEP de la “Cuarta Transformación” (4T), nada de comida chatarra adentro de las escuelas. Afuera, vivita y coleando, quizá más fuerte y penetrante que antes para reponer las ventas perdidas que, por lo demás, no serán muchas porque nada garantiza que no pasarán a la clandestinidad (la venta de estupefacientes al interior de los centros educativos también está prohibida), sólo será durante unas cuantas horas, ya que no debe olvidarse que la jornada educativa de la 4T es de las más breves del mundo y, finalmente, hay muy pocos impedimentos efectivos (aplicables sólo a los alumnos de kinder y primaria) para que un adolescente de secundaria o preparatoria no salga al puesto o a la tienda cercana a surtir sus preferencias.

No es pequeño ni famélico el monstruo al que el Segundo piso de la 4T piensa aniquilar. Tengo a la mano una nota del diario Washington Post del 24 de enero del año pasado que se refiere a Estados Unidos pero, creo válidamente que en el sentido de lo que tratamos, la diferencia entre Estados Unidos y México es insignificante y la variación del año pasado a éste es de empeoramiento. Veamos: “Los deseos de los preadolescentes y adolescentes suelen tener cierta urgencia como pueden atestiguar generaciones de padres. Respaldados por las redes sociales, el marketing de influencers y el “efecto carro”, los expertos dicen que la Generación Alfa y los miembros más jóvenes de la Generación Z tienen a su alcance un catálogo más prolífico e ilimitado de lo que está “de moda”… Según Gallup, más de la mitad de los adolescentes estadounidenses (de 13 a 19 años) pasan al menos cuatro horas al día en las redes sociales y la mayor parte de ese tiempo lo pasan en YouTube y TikTok”. El lector atento estará de acuerdo que aquí la cosa no está mejor.

“Nuestro propósito, dijo Mario Delgado, Secretario de la SEP, es dejar de ser el país con mayor índice de sobrepeso y obesidad infantil y lograrlo a través de la educación, para que esta generación de niñas y niños sea la más saludable, fuerte y feliz en la historia de México”. Ambiciosito el objetivo del programa, es decir, “que esta generación de niñas y niños sea la más saludable, fuerte y feliz en la historia de México”; nada más, pero nada menos y sólo con que al interior de los centros escolares y, como ya se dijo, durante unas cuantas horas en los días hábiles, esté prohibido vender comida chatarra.

Sólo tomando en cuenta lo argumentado hasta aquí, el ruidoso plan de la 4T seguramente entrará a engrosar la larga lista de declaraciones difundidas por la propaganda chatarra del régimen para crear una realidad alterna que haga creer a los trabajadores y a sus indefensas familias (ante los medios de comunicación) que viven en el país más democrático y feliz del mundo. La realidad es que, según los datos de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del Inegi, el 37 por ciento de los niños y niñas de entre 5 y 11 años presenta obesidad y nuestro país ocupa en este sentido uno de los primeros lugares del mundo.

El problema no es educativo ni sólo consecuencia de la publicidad nefasta. ¿Por qué se come comida chatarra y se beben bebidas chatarra? ¿Por desviación, vicio o ignorancia? No, señor. Eso consume a diario nuestro pueblo porque esos alimentos quitan el hambre y quitan la sed, proporcionan energía para trabajar y también, claro, porque con el beneplácito del Estado de “primero los pobres”, gozan de una publicidad aplastante.

¿Qué come un jornalero que va diario al trabajo en una parcela? Compra en una de las camionetas “loncheras” tacos de chilaquiles, o sea, tacos de tortilla, compra tortas de chilaquiles que vienen siendo casi lo mismo, cueritos, papas cocidas, nopales y mientras no caiga a las parcelas la prohibición de la comida chatarra de la 4T, muchos, muchísimos churros sueltos, de muchos colores. Muchas jornaleras, explicablemente, ya presentan síntomas de anemia.

El pueblo, aunque no tenga formación científica, sabe bien cuál es la comida nutritiva y la puede enumerar de memoria, pero no la puede comprar. No nos dejemos timar, la obesidad de nuestros niños y la anemia de sus madres es consecuencia directa de la pobreza. También es consecuencia, no debe dejar de denunciarse, del hecho brutal de que el ejercicio físico organizado y cotidiano no existe en la educación pública, está abolido y es un cuerpo extraño. ¿Cuántas primarias, secundarias o preparatorias tienen una cancha de futbol, una de basquetbol o una alberca? Sólo la pregunta debe hacer sonreír encabronados a muchos lectores. Pero no se preocupe, la 4T ya prohibió la comida chatarra en las escuelas.

Pero también prohibió las Escuelas de Tiempo Completo. Esas instituciones que permitían ampliar la jornada escolar acercándose a la de los países más desarrollados del mundo para repasar lo enseñado, para ampliar los temas más importantes como el manejo del lenguaje hablado y el escrito y las matemáticas, para realizar actividades artísticas y deportivas, para facilitar el trabajo remunerado de los padres confiando en que sus hijos están bien ocupados y bien cuidados, pero, sobre todo, para posibilitar que los niños se alimentaran bien por lo menos una vez al día, ya que había (y hay todavía) muchos niños que, ni bueno ni malo, ya no toman ningún alimento durante todo el día. Estremecedor. Pero comprobado.

La prohibición que nos ocupa es parte integrante de una temible campaña de medios desplegada por el regimen lópezobradorista de Morena para esconder su verdadera naturaleza, su profundo compromiso de vigilante y promotor de los más caros intereses de la clase dominante en el país. ¿Cuánto le cuesta al pueblo de México mantener en lugar de privilegio de los principales diarios y en las notas destacadas de los noticieros, ya no los resultados contantes y sonantes de la gestión lópezobradorista, sino simples declaraciones o ridículos porcentajes de poco más o poco menos?

En ese terreno caen las rimbombantes declaraciones de que en las escuelas queda prohibida la venta de comida chatarra. Si tiene usted paciencia, espere unos dos o tres años y comprobará que, si no es que ya se les olvidó la prohibición, de todas maneras, ante la pobreza creciente, la obesidad y la desnutrición de nuestros niños seguirá igual (si nos ha ido bien) o habrá empeorado, lo cual es más posible. Pero si no desea seguir siendo víctima de injusticias y sueña con un país amante de la verdad y con la riqueza producida por sus trabajadores repartida más justamente, organícese y luche. Muestre su hartazgo con la propaganda chatarra y los abusos. 


Escrito por Omar Carreón Abud

Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".


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