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Cabrini, una mujer italiana
El orden social que durante siglos ha prevalecido en el planeta cruje y muestra síntomas de un agotamiento que puede ser definitivo.
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No cabe duda que estamos viviendo una fase muy aguda de la crisis del sistema capitalista. El orden social que durante siglos ha prevalecido en el planeta cruje y muestra síntomas de un agotamiento que puede ser definitivo. Estados Unidos, ahora bajo el gobierno de Donald Trump, intenta impedir la caída de su hegemonía mundial. Las medidas de Trump para fortalecer la economía de la superpotencia pueden desencadenar una recesión mundial o hasta una crisis sistémica más profunda. En este contexto, las fuerzas políticas de diversa orientación ideológica se mueven tratando de pescar a río revuelto. Por esta razón, no es ninguna casualidad que la derecha y la ultraderecha en el mundo estén muy activas, ante el fracaso del modelo neoliberal del capitalismo y el hecho de que la globalización muestre cuarteaduras que avizoran el resurgimiento del proteccionismo con sus consecuencias económicas, políticas y militares. Ese fortalecimiento de la derecha y la ultraderecha en el mundo tiene también sus expresiones en el arte. 

En el cine no hay excepción en esa acometida de las fuerzas más conservadoras o reaccionarias.Cabrini, una mujer italiana (2024) del realizador tamaulipeco, avecindado en Estados Unidos, Alejandro Monteverde, es una cinta que nos narra la vida de la santa italiana Francesca Javier Cabrini (Cristiana Dell Anna), una mujer que, a pesar de las devastadoras secuelas de la tuberculosis que padeció, tiene mucha enjundia y decisión de hacer una labor por los seres humanos más desvalidos. Ella es monja y busca convencer al Papa León XIII (Giancarlo Giannini), para que pueda ser misionera en las regiones más pobres de China. El Papa se niega siquiera a recibirla.

La tozudez de Francesca es tal, que logra ser recibida por el Pontífice. León XIII, la escucha y le dice que está de acuerdo en que debe realizar su misión religiosa, pero que esta misión no debe hacerla en Oriente, sino en Occidente; para que se haga realidad ese deseo de Cabrini, ella se traslada, en la década de los 80 del Siglo XIX a la ciudad de Nueva York, acompañada por varias monjas. Por esos años, hasta 1910, cerca de tres millones de italianos emigraron a Estados Unidos. Al llegar a Nueva York, Francesca busca trasladarse junto con su séquito a Five Points, un arrabal en donde viven los más pobres entre los pobres de Nueva York; ahí no sólo viven los obreros peor pagados y explotados, sino también prostitutas, vagabundos y niños huérfanos, que sobreviven realizando hurtos y de la mendicidad. La primera acción importante de Cabrini es buscar un local en donde poner una especie de orfanato para atender a los niños que no tienen hogar; tiene que recurrir al obispo de Nueva York (David Morse), quien al principio le da una respuesta negativa, pero va cediendo poco a poco y decide apoyar financieramente para que los niños sean atendidos en un barrio con mejores condiciones; el obispo le pone la condición de no recibir financiamiento de estadounidenses, es decir, una medida que garantiza que la monja esté bajo control de la Iglesia Católica norteamericana y del Vaticano. 

Hay un personaje relevante en la historia que narra Monteverde, es Vittoria (Romana Magiora), una prostituta que les brindó apoyo a las monjas cuando llegaron a Five Points. En los momentos de mayores dificultades y donde la enfermedad de Cabrini se agudiza, Vittoria le dice a la monja que cuando la conoció venía con su hábito eclesiástico y vio que éste era como una armadura para enfrentar cualquier problema; “ahora debes ponerte de nuevo ese hábito y enfrentar la realidad”. Cabrini exhibe los terribles padecimientos que sufrían los migrantes italianos a finales del Siglo XIX y principios del XX. “Nueva York se construyó con los huesos de los migrantes” dice un personaje del filme; y yo agrego: Estados Unidos se ha construido sobre los huesos de todos los migrantes a través de su historia; el capitalismo se ha construido con la sangre, la carne, los nervios y los huesos de la clase trabajadora de todo el planeta. Hoy, ese capitalismo se encuentra en una crisis que va acompañada de su marcha fúnebre. En el filme Cabrini logra ser una heroína, pero la verdadera salvación de los trabajadores del mundo está en su organización y su conciencia de clase. 

 

 


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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