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Termoeléctrica de La Huexca repudio popular
La comunidad de La Huexca –cuya población corresponde a mil habitantes– se ubica a no más de 500 metros de la Termoeléctrica. No es la única afectada por el proyecto de la CFE. En el estado de Morelos, el proyecto incluye a una decena de municipios.
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En 2011, cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) era candidato presidencial, prometió cancelar el proyecto de la Termoeléctrica de La Huexca, aún sabiendo que éste quitaría agua a los campos agrícolas; pero en 2018, cuando llegó a la Presidencia, cambió de opinión y autorizó su continuidad. Por ello, campesinos de Morelos, Puebla y Tlaxcala lo acusan de “traidor” y le advierten: “defenderemos nuestras tierras y el agua, por la seguridad de nuestras familias”.

El Proyecto Integral Morelos (PIM), denominado también Termoeléctrica de La Huexca, arrancó en 2011 e incluye la construcción de dos plantas generadoras de energía eléctrica, dotadas de enormes turbinas, que serán operadas con gas y vapor, proceso conocido como ciclo combinado.

El proyecto contempla, asimismo, un gasoducto de 160 kilómetros, instalado junto a las faldas del volcán Popocatépetl, y un acueducto que llevará agua del río Cuautla a la planta. Las obras están a cargo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), cuyo director es Manuel Bartlett Díaz, un político leal a AMLO.

Cuando se difundió el PIM, se mencionó que proveería de energía eléctrica barata a las poblaciones de la región donde es construida, que incluye los territorios de Morelos, Puebla y Tlaxcala. Sin embargo, hoy, cuando tal obra está a punto de ser concluida, los campesinos de Morelos hacen esta denuncia:

“La Termoeléctrica de La Huexca no beneficiará a los pobladores de la región, ni mucho menos producirá energía barata, como han dicho Bartlett y el propio López Obrador, sino a varias compañías españolas y una italiana que se dedican a la distribución comercial de gas”.

Por ello, los habitantes de esta población no pueden olvidar el viejo compromiso de AMLO ni, por supuesto, los calificativos que les dedicó cuando decidió traicionarlos.

“Escuchen, radicales de izquierda, que para mí no son más que conservadores. Escuchen: si no se utiliza la Termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad, de una empresa de la nación, en vez de tener la luz para alumbrar todo Morelos tendríamos que seguirle comprando la luz a las empresas extranjeras, así de claro”, advirtió AMLO en febrero de 2019, cuando presentó el proyecto Planta Termoeléctrica en La Huexca, Morelos.

Cuando le sobrevinieron las críticas por este cambio de opinión, AMLO anunció que también realizaría una encuesta para saber si la gente estaba de acuerdo o no con el proyecto. La consulta, como todas las que organiza el gobierno de la llamada “Cuarta Transformación” (4T), resultó favorable a su iniciativa.

Pero en sus campañas políticas previas, el discurso de AMLO fue distinto. La población aún recuerda muy bien su mensaje: “Aquí quiero expresar que nosotros vamos a defender: no queremos ese gasoducto, no queremos esa Termoeléctrica y no queremos tampoco las minas, que van a destruir el territorio y van a contaminar las aguas. Vamos a apoyarlos en todo, pueden contar con nosotros”, anunció en aquella ocasión.

Incluso fue más allá, pues comparó la defensa del agua frente a la amenaza de la construcción de la Termoeléctrica con la demanda de tierras para los campesinos que en su tiempo hizo el general Emiliano Zapata; e indicó también que tal proyecto era como “ir a Jerusalén y construir ahí un basurero, una planta nuclear, un basurero tóxico. Es una ofensa, es un agravio”.

Desde su elaboración como proyecto, la Termoeléctrica de La Huexca ha involucrado a tres administraciones federales (el último año de Felipe Calderón Hinojosa; el sexenio completo de Enrique Peña Nieto y lo que va del de AMLO), sin que ninguno haya presentado un estudio de impacto ambiental que garantice su sustentabilidad.

Al principio, los habitantes de la región desconocían su propuesta a fondo y solo se enteraron de los riesgos que la construcción implicaba para ellos y sus labores, cuando descubrieron que les querían “robar” el agua.

Después de realizar diversos estudios científicos, instituciones académicas como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), concluyeron que la construcción del gasoducto, la hidroeléctrica y el acueducto es “improcedente”.

El informe Sobre el impacto negativo de la Termoeléctrica en La Huexca y la región oriente de Morelos, elaborado por las tres universidades citadas –que fue enviado al Presidente– afirma que las afectaciones al medio ambiente de esa región son muchas.

Pero tanto el titular del Ejecutivo Federal, como los secretarios del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Energía, y los encargados de las comisiones nacionales del Agua (Conagua), de los Pueblos Indígenas (CNPI) y Derechos Humanos (CNDH) no tomaron su diagnóstico y confirmaron el proyecto.

La obra avanzó con base en la práctica de múltiples irregularidades. En el sexenio de Enrique Peña Nieto, la CFE clasificó una de ellas como información de Estado “reservada”; se trata del Estudio de diagnóstico social del Gasoducto Tlaxcala-Morelos. Para consultar este informe, el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) debió emitir una resolución obligatoria.

En este análisis se exponen los riesgos de salud pública, ambientales, sociales y culturales que la Termoeléctrica de La Huexca genera para las comunidades campesinas que habitan esa región. “Hay suficiente evidencia de la violación a los derechos humanos de la población y que el Estado mexicano tiene la obligación de reparar”, señala el estudio en sus conclusiones.

El rechazo es unánime

La comunidad de La Huexca –cuya población corresponde a mil habitantes– se ubica a no más de 500 metros de la Termoeléctrica. No es la única afectada por el proyecto de la CFE. En el estado de Morelos, el proyecto incluye a una decena de municipios y, en Puebla y Tlaxcala –donde cruza el gasoducto– el número de poblaciones asciende a 24. Es decir, el PIM impactaría a 200 mil personas.

Doña Amalia García Castro trabaja todos los días en el centro del pueblo de Huexca; vende comida y sabe bien que una parte de la población rechaza totalmente la “termo” porque dejaría más daños que beneficios a la región.

Recuerda que cuando se realizaron pruebas “afectó a la gente. Genera mucho ruido, no se puede ni hablar, la tierra cimbra. A todos los que viven cerca de la Termoeléctrica se les quebraron sus vidrios; hace feo, ahí cerca están las escuelas y para ellos es mas riesgoso, no pueden estudiar”, señala. Está molesta en particular con AMLO, porque cambió de posición y avaló la continuidad del proyecto.

Para los campesinos, las afectaciones serían igualmente graves. Amalia Castro comentó a buzos que ya no hubo producción debido a la contaminación que provoca en el ambiente. “Se echó a perder la siembra en este tiempo de trabajo”, expresó, no sin repetir lo que la mayoría de los habitantes dice respecto al cambio de discurso de AMLO:

“Dijo que lo iba a quitar, ya se echó para atrás, se retractó y eso no se vale. Si lo apoyamos, que cumpla su palabra. Lo vamos a traer a La Huexca y que vea lo que siente la gente. Si dice que no afecta, miente; nosotros decimos que la quiten, que la lleven a otro lugar donde no afecte a la gente”, reitera indignada.

La población no se opuso a la actividad de la Termoeléctrica en 2011 porque desconocía de qué se trataba el proyecto. “Como pueblo nunca tuvimos información, ni de impacto ambiental y de qué era el proyecto. Conocimos que era una Termoeléctrica cuando estaba muy avanzado e hicieron pruebas. En primera porque el ruido es insoportable, no se puede hablar ni escuchar, una parte del pueblo está en contra. Por ese proyecto estamos molestos”, explica don Faustino Pérez Roldán, campesino de 70 años y quien siempre ha vivido en La Huexca.

Don Faustino aclara que la comunidad se encuentra dividida debido a que funcionarios de la CFE dieron “algún tipo de apoyo a unas gentes”. Pero quienes rechazan el proyecto se mantienen en contra.

La encuesta ordenada por AMLO resultó favorable en un 59 por ciento a la continuidad de la Termoeléctrica, pero los campesinos la rechazan en lo general. Uno de los opositores más destacados, y quien encabeza la lucha en Morelos, es don Jorge Zapata González, nieto del general Emiliano Zapata.

Zapata González se siente traicionado por AMLO, porque todos los campesinos apoyaron el proyecto que encabezaba el morenista. Sin embargo, ahora que el gobierno de la 4T apoya la continuidad de la planta, el gasoducto y el acueducto, los trabajadores morelenses se manifiestan contra él.

Entrevistado por buzos, exhibió las irregularidades del proyecto desde que empezó: nula información sobre su verdadera naturaleza en las reuniones con funcionarios de la CFE; el asesinato de un líder social y el encarcelamiento de otros; las amenazas de muerte y el intento de soborno hasta por 50 millones de pesos para aprobar la planta y dejar de encabezar la lucha.

El Gobierno Federal, incluido por supuesto el propio AMLO, “aplica el principio divide y vencerás”, denuncia Zapata González en su pueblo natal, Anenecuilco, Morelos.

“Es un rechazo total a ese proyecto. Conocemos la opinión de la gente. Por ejemplo, sobre el gasoducto, éste pasa en las faldas del volcán. Sabemos bien que el volcán está vivo, hay tramos del gasoducto que están a ras de tierra: ¡No imaginamos lo que pasaría en caso de una contingencia! La Termoeléctrica pretende quitarles el agua a los campesinos de Morelos; ésta es una región que se dedica a la agricultura, ¿qué pasará si nos quitan el agua?”, cuestiona, para luego insistir en que los campesinos de esa región de Morelos no permitirán que se afecten sus cultivos.

Además del ruido en La Huexca, la “termo” ha generado ya otros estragos. En noviembre de 2016, aguas contaminadas de la planta fueron vertidas ilegalmente en la presa El Gigante, provocando la muerte de mojarras, cuyo peso sumó seis toneladas. El dictamen de las autoridades estatales fue que habían muerto por “falta de oxígeno”.

Además, el agua que la planta regresa al río está contaminada a tal grado “que los tubos terminan amarillos por la cantidad de óxidos que liberan. Todo eso está documentado”, asegura Zapata González.

Son 37 ejidos los que se oponen al PIM, porque el funcionamiento integral de éste representaría perder el agua que necesitan para sus cultivos. A los campesinos se han sumado los habitantes de varios municipios que también defienden el agua y temen por su integridad física ante el riesgo de accidentes derivados del manejo del gas.

En este caso se hallan varias comunidades de Puebla, cuyas autoridades tramitaron amparos para detener la construcción del gasoducto y, aunque les fueron favorables, el proyecto de éste continuó y a la fecha solo faltan algunos metros para completarse.

 “Estamos en lucha frontal contra el gobierno”

En la Termoeléctrica de La Huexca se alzan tres grandes torres, donde se ubican las turbinas, que requerirán grandes cantidades de agua. Uno de los extrabajadores señaló a buzos que por la dimensión de las turbinas, se requeriría “mucha agua del río porque no tienen pozos”.

En el estudio Sobre el impacto negativo de la Termoeléctrica en La Huexca y la región oriente de Morelos, se estima que una vez en operación, la planta requerirá 550 litros de agua por segundo, volumen que solo puede ser extraído del río Cuautla.

“De manera firme, nos levantamos a defender nuestra agua, a la cual tenemos derecho porque existe una concesión por decreto presidencial de 1922 y 1926. Ese decreto reza claramente que el agua del río Cuautla y sus afluentes pertenece a los campesinos de la zona oriente. Así de que ese decreto, no lo pueden tirar. Desde 2012 empezamos a ampararnos, se han interpuesto más de 100 amparos, y Anenecuilco tiene el propio que es el que ha detenido la obra. Posteriormente hubo otros amparos; el más reciente es el de los nuevos comisariados”, añade el nieto de Zapata.

Él se puso al frente de los campesinos cuando se descubrió que pretendían quitarles el agua. “No vamos a permitir ese proyecto de Termoeléctrica, porque nos viene a perjudicar nuestras tierras. No quieren entender que Morelos es un estado productor de alimentos, de legumbres, de granos, no es industrial y por el antojo de unos cuantos políticos que quieren convertir a toda la zona en una zona industrial, para beneficio de ellos, pues no estamos de acuerdo”, precisó.

En la misma lucha se encuentra Benjamín Zapata Amaro, bisnieto del Caudillo del Sur, quien recordó que su antepasado luchó por la tierra, por el agua y por justicia para los campesinos. Por lo que hoy, a ellos y a los demás campesinos, les corresponde la tarea de luchar contra el funcionamiento de la Termoeléctrica.

“Han utilizado la fuerza para que avance el proyecto, la policía y finalmente una encuesta que sabíamos desde un principio estaba amañada, donde votaron gentes que no les correspondía. Sabemos bien que el resultado es un rotundo no, a pesar de que según el Presidente, gano el sí”, destaca Zapata Amaro en entrevista con buzos.

Una de las consecuencias más graves y lamentables de la lucha en defensa del agua y la tierra en La Huexca fue el asesinato de Samir Flores, dirigente social que encabezó, desde un inicio, a los campesinos para que no avanzara el proyecto. Fue acribillado en su casa en febrero de 2019, cuando dirigía jornadas informativas y una lucha jurídica para evitar el funcionamiento de la planta. A la fecha, tanto activistas como el propio pueblo demandan justicia.

Benjamín Zapata, bisnieto del general revolucionario, afirma: “Estamos en una lucha frontal contra el gobierno, defenderemos nuestra tierra, el agua y la seguridad para nuestras familias”. Los amparos son un respaldo jurídico que emitieron diversos jueces; y tanto en Puebla como en Morelos, resultaron favorables para los afectados.

Sin embargo, la lucha más inmediata y física contra la “termo” se produjo en La Huexca. En esta población se ubican dos campamentos, uno en Casas del Río, donde pretenden conectar el acueducto que llevaría agua del río Cuautla hasta la Termoeléctrica; el otro, en el puente de Apatlaco, donde avanza el acueducto.

Los habitantes de esta comunidad cuentan, además, con el respaldo de diversas organizaciones civiles del país, que se han pronunciado a favor del campo, del agua, de la tierra y de las culturas de los pueblos originarios.

Don Jorge aclara, no obstante, que los campesinos no se oponen al desarrollo tecnológico o urbano, pero sí al que representa riesgos para la vida humana y el medio ambiente. Revela que hay proyectos sustentables que van muy avanzados. “Uno de ellos está aquí en Cuautla, que hagan más”, asegura en alusión a una planta de paneles solares, que producirá energía limpia.

“Si de verdad al Gobierno le interesa producir energía a bajo costo, como dice López Obrador; si de verdad le interesa el pueblo, que le entre a las energías limpias con los paneles solares. Ésta es una buena y la mejor opción. Ahora utilizan la “termo” para intentar producir energía no para el pueblo, sino para la industria. Pero además la ONU dijo hace cuatro años que en diez años tendrían que desaparecer todos los proyectos contaminantes en la producción de energía. ¿Entonces de que estamos hablando?”, añade Benjamín Zapata.


Escrito por Trinidad González .

Reportero. Estudió la maestría en Periodismo Político en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.


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