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En las últimas cinco décadas, los habitantes de La Comarca Lagunera están expuestos a un riesgo sanitario del que las autoridades gubernamentales se han deslindado sistemáticamente: el envenenamiento por consumo de agua potable contaminada con arsénico.
Un problema de salud pública sobre el que sorprendentemente no hay registros oficiales en torno al número de afectados; pero del que, desde 1950, los tres niveles de gobierno (Federal, estatal y municipal) tienen conciencia, pues ese elemento natural se halla presente en los acuíferos de la región.
Las concentraciones de arsénico en las fuentes de agua potable de La Comarca superan el límite máximo permisible de 0.025 mg/l (miligramos por litro) en agua potable para consumo humano establecido en la NOM-127-SSA-1994, y los 0.010 mg/l del estándar internacional definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Asimismo, de acuerdo con información de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), más del 50 por ciento de los pozos de agua de la región está contaminado con arsénico y, según el resultado de los muestreos realizados en los últimos seis años, los yodos superaron el límite máximo de la NOM-127.
De los 222 muestreos practicados en pozos de los municipios de Torreón, Francisco I. Madero, Matamoros y Viesca, 126 reportaron altas concentraciones de arsénico. La Comarca Lagunera está conformada por 15 municipios, de los cuales 10 se ubican en Durango y cinco en Coahuila, entre ellos Tlahualilo y los cuatro arriba citados.
El problema de raíz proviene de la distribución desigual del agua en la región; ya que más del 80 por ciento se utiliza para las actividades agrícolas, el negocio principal en la región, y únicamente el 11.6 por ciento se destina al consumo humano.
Gran parte de explotación de los acuíferos se ejerce a través de pozos; y el volumen de metros cúbicos que se extra duplica el que se recarga anualmente; por ello, cuatro de los ocho que existen están sobreexplotados, entre ellos el más extenso, que tiene una superficie de 12 mil 617 km2 y se ubica en el extremo suroccidental de Coahuila y el límite con Durango.
Este acuífero es sobreexplotado, según el estudio Actualización de la disponibilidad media anual de agua en el acuífero principal-región lagunera (0523), Estado de Coahuila. Anualmente se le extraen 1.088 hm3 y su recarga natural corresponde a 518 hm3; es decir tiene un déficit de 570 hm3,solamente el 10 por ciento es destinado al consumo humano y el resto a las actividades agrícolas.
El consumo del arsénico provoca el hidroarsenicismo, enfermedad crónica generada por el consumo diario de pequeñas porciones de esta sustancia química, como ocurre en las comunidades de la región lagunera. En la parte norte de La Laguna, su presencia se debe a dos factores: el manto acuífero salado que está debajo de la Laguna de Mayran y la sobreexplotación de los| mantos acuíferos por cuenta de los múltiples y cada vez más profundos pozos que proveen de agua al millón de habitantes del área metropolitana de La Comarca, según la versión del gobierno del estado.
El 1° de diciembre de 1992, cuando el Diario Oficial de la Federación (DOF) publicó la Ley General de Aguas (LGA), muchas infracciones o actos moralmente delictuosos se convirtieron en legales y a la fecha se mantienen.
De acuerdo con el estudio El agua en México. Actores, sectores y paradigmas para una transformación social-ecológica, 12 millones de mexicanos no tienen acceso al agua potable, carencia que se ha intensificado en la última década debido a la sequía y al incremento de 15 por ciento de la sobreexplotación de los acuíferos.
En febrero de 2012, cuando el derecho humano al acceso al agua se elevó a rango constitucional, el Senado de la República concedió un plazo de 360 días para poner en práctica las acciones contenidas en la nueva LGA, que reemplazó a la de 1992. Pero hasta ahora, más de un década después, sigue pendiente la aplicación de esa ley.
A 30 minutos del municipio de Francisco I. Madero, Coahuila, se encuentra el ejido El Venado, que cuenta con 400 habitantes que no disponen de agua potable permanente, y la poca que llega está contaminada con arsénico. Contrario a su precaria situación, a cuatro kilómetros hay un rancho con establo de vacas lecheras y campos forrajeros que dispone siempre de agua y alimento.
“Aquí el problema del arsénico lo conocemos desde hace muchos años; pero también nuestro problema es que no hay agua, no llega el agua a las tuberías. Tenemos que andar pidiendo pipas para que nos la traigan. Los del rancho sí tienen agua, a ellos no les falta”, reclama Salvador Canales, un habitante del ejido.