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Brasil Acosta Peña
¿Autosuficiencia alimentaria?
Los morenistas se vanaglorian de que todo va de maravilla y que hay “autosuficiencia alimentaria”; es decir, que en México no se pasa hambre.


El 28 de octubre debía realizarse la comparecencia del Secretario de Agricultura, Víctor Villalobos; pero no la hubo porque, en la noche del día anterior, los diputados del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) suscitaron una controversia, no alcanzaron el quorum requerido para aprobar uno de los caprichos del titular del Ejecutivo federal y tuvo que diferirse ese debate. Éste se debió a que, como el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no tiene recursos para cerrar el año –a causa de sus malas decisiones, la dispersión del gasto público y la cerrazón para escuchar consejos– ahora quiere hacerse de los 33 mil millones de pesos (mdp) del Fondo del Seguro Catastrófico (FSC) –que sirve para proveer medicinas caras a las mujeres con padecimientos graves como cáncer, Sida, etc., o a quienes requieren trasplantes de riñón, etc.– para utilizarlos en otros rubros; aunque los morenistas sostienen que los ocuparán en salud. Pero si ya está en la bolsa de salud, ¿por qué sacarlos de ahí?

Pese a que no hubo comparecencia del señor Villalobos, hay que decir lo siguiente. En primer lugar, que desde nuestra perspectiva, al gobierno de AMLO solo le importa el campo en la medida que le genere votos a Morena. Y en función de este objetivo, ha decidido orientar todo su apoyo al sector agrícola en dos de sus famosos programas: Sembrando Vida y el de Bienestar para las Personas Adultas Mayores. También ha anunciado con bombo y platillo la política de precios de garantía que, en una economía de libre mercado como la nuestra, solo genera distorsiones y, por lo mismo, desequilibra el mercado, con lo cual cambian los precios que siempre favorecen a los intermediarios y no a los que se argumenta defender, es decir, los trabajadores pobres. Por ejemplo, los precios de garantía de los productos se respetan, pero el del transporte debe cubrirlo el campesino para llevarlo al centro de acopio. Sin embargo, con la reducción de apoyos a los campesinos en materia de fertilizante, habrá una disminución significativa de aproximadamente 3.5 a una tonelada por hectárea (ha) en la producción. De tal suerte que resulta más caro llevar el maíz al centro de acopio, que venderlo por debajo del precio de garantía a los famosos “coyotes”, porque haciendo esto se ahorran el costo del transporte.

Una segunda muestra del abandono del campo por cuenta del gobierno actual la aporta una revisión del gasto público dedicado al sector. En 2018, el Ramo 8, destinado a la agricultura, dispuso de 74 mil 746 mdp en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), pero en 2019, ya con AMLO en la Presidencia, se redujo 65 mil 435 mdp, es decir, se le quitaron nueve mil 311 mdp, equivalentes al 12.45 con respecto al gasto de 2018. Y por si esto fuera poco, en 2020, la situación empeoró porque paso de 65 mil 435 mdp a 47 mil 577 mdp, es decir 17 mil 858 mdp, equivalentes al 27 por ciento respecto al de 2019. Con respecto al gasto agropecuario de 2018, el último año del expresidente Enrique Peña Nieto, la caída en dos años equivale al 36 por ciento. Pero en 2021, el presupuesto de este sector no mejorará en absoluto, porque solo se le asignarán 49 mil 291 mdp, es decir, un incremento de solo mil 714 mdp, que representa apenas un raquítico incremento del 0.2 por ciento, el cual, en realidad, será una pérdida porque la inflación de este año cerrará con el tres o cuatro por ciento.

Pero no conformes con el abandono del campo en materia presupuestaria, los morenistas se vanaglorian de que todo va de maravilla y que hay “autosuficiencia alimentaria”; es decir, que en México no se pasa hambre porque hay de todo y para todos. Sin embargo, esto es falso. Veamos. La balanza comercial ha sido superavitaria; es decir, las exportaciones de productos agropecuarios superan en valor a los productos importados, lo cual podría ser bueno, en virtud de que ello trae dólares a nuestro país, lo cual fortalece a nuestra moneda. Pero en la otra cara, el problema no desaparece, y el pueblo mexicano mayoritario vive “el tormento de Tántalo”, uno de los hijos bastardos de Zeus, que por ofrecer en un banquete descuartizado y cocido a su hijo Pélope, fue castigado mediante su hundimiento hasta la barbilla en el lago del Tártaro y bajo las ramas de un árbol con suculentos frutos que no podía alcanzar, por lo que padecía hambre y sed.

Así el pueblo de México, país con abundantes riquezas naturales y con el sudor de su frente, creador de otras, padece la tortura de Tántalo, al no tener acceso a esas riquezas. Por eso hay que dudar del dicho morenista en torno a que en México hay “seguridad alimentaria” solo porque las exportaciones superan a las importaciones, olvidándose de que la mayor parte de éstas son productos de consumo básico del mexicano, principalmente el maíz y el trigo panificable.

Hablando de maíz amarillo, la oferta total de este producto en los ciclos primavera-verano y otoño-invierno del año en curso es de 23 millones 325 mil toneladas, según el Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP); pero las importaciones de este producto equivalen a 15 millones 924 mil toneladas. Es decir, las importaciones representan el 68 por ciento de la oferta. Un segundo ejemplo es el trigo panificable, pues del total de la oferta de 7.45 millones de toneladas, las importaciones son de 4.84 millones de toneladas, es decir, el 65 por ciento de la oferta total. Además, una muy buena parte de la tortilla se hace con maíz amarillo, la cual sirve de alimento para animales de engorda en Estados Unidos. Todo lo anterior demuestra que dependemos en más del 65 por ciento de los productos del extranjero y que, por lo mismo, no hay tal autosuficiencia alimentaria. Y aunque la hubiera, porque no podemos soslayar que 60 millones de mexicanos no tienen los ingresos suficientes para adquirir la canasta básica alimentaria y que mexicanos pobres sufren hambre pese a que producen la riqueza con sus manos.

En síntesis: decir que hay “autosuficiencia alimentaria” no garantiza que exista y menos que los mexicanos puedan adquirir la canasta alimentaria o que estén bien alimentados. Y si a esto agregamos la desaparición de los comedores comunitarios, los apoyos a los alimentos de los niños en las escuelas, el hambre que se padece en México, es aún mayor en un mar de riquezas. El pueblo pobre de México es el Tántalo moderno que sufre de pobreza y hambre en un mar de abundancias, derivado de la pésima administración de Morena y su “Cuarta Transformación” de los recursos públicos.


Escrito por Brasil Acosta Peña

Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.


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