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Nacido en 1965 en Rangún, Birmania; actualmente reside en Helsinki, Finlandia. Estudió Literatura en la Universidad Corresponsal de Rangún hasta 1988, momento en el que comenzó la revolución estudiantil conocida como el Levantamiento 8888 y se vio obligado a formar parte del ejército estudiantil.
En 1990 dejó Birmania por razones políticas y viajó por Tailandia, Malasia, Singapur, Japón y finalmente Finlandia. En Tokio fundó la librería Independiente Birmana Ahara con la ayuda de otros escritores con el propósito de preservar su patrimonio. Fue editor de la Ahar Magazine, segundo presidente de la Unión de Trabajadores Birmanos; en Japón perteneció a la Asociación Birmana de Medios de Comunicación y fue miembro seguidor de la Armada Estudiantil de Myanmar y la Frontera de Tailandia. Ha trabajado como editor, periodista y fotógrafo para el Burma Today News Media (noticiero birmano) con sede en Nueva York; como poeta ha colaborado en MMM Media, Yoma 3 News Media, Dawn O Way Magazine y Moe Makha Online Media Magazine. Sus textos han sido incluidos en compilaciones de poesía como 5 Flowers, 8888 commemoration, Safforn Revolution y The Sorrows of European Nights Suffering.
¡Madre, odiamos la guerra!
Odiamos la guerra, madre.
Recordamos con claridad el tiempo
cuando dijeron que nos íbamos a la guerra.
La odiamos tanto
que la recordamos con toda claridad.
Cuando la justicia y la espada compiten
aférrate a la justicia
y suelta el arma.
Espada y justicia.
Ése es el poema que mi madre solía contarnos.
Oh, madre,
diste forma a una época
y pronto volaste.
Nosotros, tus hijos,
estamos en el camino de la esperanza.
Cuando la justicia y la espada compiten
me sostengo de la justicia
y tomo mi arma.
Y pelearemos hasta ganar la guerra.
Sin embargo, odiamos la guerra, madre.
Odiamos cada una de las guerras.
No quiero preguntar por qué llora
La abuela está llorando,
llora mientras reza.
Sigue llorando cuando voy a trabajar.
No quiero preguntar por qué llora la abuela.
Ni tengo el corazón para hacerlo”.
La voz de mi nieta
viene de Internet.
Cuando la conexión es lenta,
mi corazón casi se rompe de tristeza.
Madre está llorando.
Escucho a madre llorar.
Tiene un hijo tras las rejas
y otro en una tierra lejana.
Todos sus nietos han crecido,
prefieren buscar la esperanza
que vengar a la abuela.
Ésta es la historia, y no tengo
palabras para consolarte, madre.
Desde tierras lejanas, pasando Thingyan,
regresa tu amado hijo mayor.
Es todo lo que quería cuando dijeron
que lo iban a cambiar de prisión.
Esa mañana su corazón se rompió.
Como si vivo, pero musitando
por los labios de los caídos,
llega un tartamudeo confuso.
Por favor, no sueltes ni una sola lágrima
oh, madre, madre, madre.
La abuela está llorando,
llora mientras reza.
Llora cuando va al trabajo,
llora cuando regresa.
La abuela está llorando.
No tengo el corazón para preguntarle.
No tengo el valor para preguntarle.
Shakespeare no sabía nada acerca del verano en el círculo polar
Después de que la nieve se derrite,
aquí llega una hermosa primavera.
Aun cuando en el fondo las personas
sean buenas se habla mal del invierno
aunque se haya ido.
Sí, el invierno se ha ido.
Ese lugar de arriba en el círculo polar
por dos tercios del año
funciona como un refrigerador.
Aquí, donde la luz escasea,
a todos nos hace falta vitamina D.
Hablemos de igualdad porque todos
la necesitamos, la vitamina D.
Aquí las personas necesitan el verano
tanto como sus antepasados el fuego.
Todo el invierno traman ideas
que dejan libres en verano.
Después de que el hielo se derrite
el mar revive su vida común.
Los pájaros cantan
y las personas gritan al mismo tiempo,
solo porque el sol brilla.
Aquí, en el invierno, la nieve cubre la tierra con más gracia
que la ropa encima de cualquier supermodelo.
En verano la gente olvida la tristeza de su humanidad.
“Deja que la vida sea corta”
recuerdo bien que dijo Shakespeare
y ahora lo sé
el verano en el círculo polar es mucho
[más corto que la vida misma.
Sufriendo la noche europea
Estuve mucho tiempo lejos de mi amor.
La extrañé tanto,
mientras leía nuestras cartas una y otra vez.
Incluso a veces hablábamos por teléfono.
Sin embargo, cedí ante la estupidez, la apatía,
la indiferencia y la tristeza
que me llevó al borde de la muerte.
Esparcí mi desesperación por doquier.
Calándola.
No sé cómo mi madre la soportaba.
Recordé a los rebeldes y a sus padres
y recordé cómo los encarcelaron,
dejados a su suerte durante décadas.
Por suerte, los hijos de mi hermano
[tienen un nuevo principio.
Las razas son diferentes
como los idiomas
y los climas, también.
Ahí construyen un sistema
que envidiamos tanto,
que quisimos implantar en nuestro país.
Todo eso hicimos con buenas intenciones
[y con lo mejor que pudimos.
Y aun así fue el mismo sistema el que rompió
[a mi querida en pedacitos.
Por suerte, ellos la salvaron,
la reconstruyeron.
Tuve suerte de tenerla de regreso,
la vida que mi madre me dio.
Por supuesto, mi vida todavía es insegura y frágil.
A menudo por las noches escucho silbar a los trenes
una y otra vez.
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Escrito por Redacción