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El nueve de mayo de 2022 dejaba este mundo material el poeta, periodista y diplomático José Franco, nacido en 1931 y conocido como El Poeta de la Patria en su natal Panamá. Su ideario antiimperialista y su defensa de la soberanía de su país lo llevaron a participar, en 1972, en la comisión redactora del Proyecto de la Constitución Política de Panamá en calidad de miembro principal. A lo largo de su trayectoria recibió numerosos premios y distinciones.
En su obra poética figuran Panamá defendida (1954); Sollozos anónimos (1955); Patria de dolor y llanto (1961); Cantares a la Revolución (1972); Poemas a mi Patria (1975); Semilla en flor (1973); Horas testimoniales (1976); Patria sagrada (1974); Dormir con los muertos (1974); Coplas y fábulas a Pelusa (1977); Una cruz verde en el camino (1979); La sangre derramada (1984) y La luna entre los pinos (1997).
César Young Núñez, en la Revista Nacional de Cultura (Panamá, 2010) señala que Panamá defendida es la obra de José Franco “donde en forma vigorosa y apasionada se funden la historia y la Patria (…) cuando se publica este libro, la nación panameña atravesaba el periodo álgido de la lucha por su soberanía en la Zona del Canal de Panamá. Es quizá el libro más importante que se escribe en esta coyuntura histórica y encarna solitario la entereza y la elocuencia del ideal nacionalista (…) Este poema le dio coherencia y sentido a una esperanza largamente acariciada por el pueblo panameño de poder recuperar la zona canalera, cuya devolución los norteamericanos habían sistemáticamente aplazado, amparados por una cláusula leonina.
Panamá defendida, formada por cinco Cantos y un Epílogo, ha sido reproducido en numerosas publicaciones y traducido al ruso, chino e inglés; lo memorizan y declaman estudiantes y sectores del pueblo y ha sido musicalizado y grabado por famosos cantantes de folklor panameño. Emotivo repaso de la historia de su país, recorre las etapas precolombina, del descubrimiento, la conquista y las nefastas consecuencias, el nuevo coloniaje, que trajo para el pueblo la construcción del Canal de Panamá. De este bellísimo y extenso poema compartimos hoy fragmentos del Canto V y del Epílogo.
Patria mía,
cuántas veces
tus horas
son horribles cloacas,
oscuros pozos
de miedo estremecido.
¡Cementerios de tristes excrementos!
Te miro a veces, Patria,
como un túnel
de cruces y burdeles,
como un golpeado muro de cantina.
Espectros insaciables
cual brujas mitológicas,
chupan tu sangre pura,
cortan tu sangre humilde,
tus manos temblorosas como pétalos.
(…)
También The Canal Zone
es una brasa ardiendo,
Patria mía.
Si fuera el canal
un sitio dulce,
si fuera un
sendero de alborozo,
si abriera sus compuertas
a la dicha
del hombre sin remilgos;
si la bandera nuestra
tremolara en sus aguas.
Si no decapitaran
la alegría...
iríamos contigo,
saludando,
haciendo un mundo bueno.
Sería el canal un sitio puro,
un eterno vehículo de amor.
Pero la gruta rubia del gold roll
ha sido un cráter sucio
de esputo y pus, de huesos
y carne devorada.
Porque mientras exista un silver roll
de negros y un gold roll de blancos,
y haya un prostíbulo
por cada dólar
que penetre en nuestra tierra,
y los indios se pudran
como tallos
junto a las plantaciones
de banano,
no habrá paz.
Ni habrá fundamentales
regocijos,
ni habrá un mantel de amor
para el dolor antiguo de la patria.
Cuando termine la tristeza, cuando
no haya mendigos y haya frutos, cuando
sean las horas joyeles de alegría
y la leche no falte en los manteles,
cuando no se lastime la ternura
de las recién paridas madres jóvenes,
y los ríos extraños busquen sitios
a sus banderas de aguas amorosas,
cuando los barcos –islas errabundas del
pueblo universal– lleven la paz;
seguiremos creyendo en tu memoria.
EPÍLOGO
Oh, mi país amado,
Panamá.
Lirio continental,
sutil aroma ungido
al pórtico de América.
Te han golpeado
hasta en tus oquedades,
Patria mía.
Antaño fusilaron
tus indios,
los solemnes atabales,
los tambores
del adiós sin retorno.
Más tarde
fue molienda tu cintura,
jazmín heroico
tu ombligo asesinado.
Aún te siguen golpeando,
Patria mía.
Sin embargo,
mañana serás júbilo,
podré mirarte alegre,
oler tu casa limpia,
sentir la aurora libre
sobre tu patrimonio.
Junto a tu corazón,
mañana, te lo juro,
cantaremos un himno
por la vida.
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.