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Sus aportaciones culturales a los países de Occidente
Jean Paul Clébert explica que cuando se habla de los gitanos se hace alusión a diez grupos diferentes de la etnia romaní –una de las 14 castas de La India– pero que tienen en común una misma lengua, ideología, usos, costumbres, oficios y prácticas como las siguientes: viajan siempre por tierra porque el mar les aterra y jamás se han dedicado a la pesca– hasta la segunda mitad del Siglo XX solo se conocía una pequeña aldea instalada en la costa del mar de Cantabria (España) con el desempeño de esta labor. La mayoría no se baña y consume agua solo para beber y satisfacer necesidades domésticas y laborales; no domestican ni se hacen acompañar de perros; son analfabetas y sus jefes de tribu o familia son denominados condes o duques, quienes usan un bastón de mando con puño de plata con dos puntas: una de uso práctico y otro mágico.
Para sus desplazamientos usan mapas bien elaborados y detallados; cuando abandonan un sitio y quieren distraer a la gente extraña, recurren a dos tretas: avanzan dos kilómetros hacia un rumbo distinto al que finalmente van a seguir y a sus caballos les colocan las herraduras al revés. Sus instrumentos musicales preferidos son la flauta, el tamboril, la castañuela; los hombres realizan labores de saltimbanqui y latrocinio; usan chalecos, calzones largos y botas; se adornan las orejas con aretes, las manos con anillos y pulseras, los brazos con tatuajes y hacen pactos de sangre o de hermandad. Las mujeres, que visten hasta siete enaguas, se dedican a la magia blanca y negra, a la adivinación y la venta de amuletos y talismanes, los primeros para proteger a la gente de daños y los segundos para dar suerte. Usan tres nombres: uno secreto, otro de tribu y otro para relacionarse con extraños. Desaprueban y sancionan la prostitución, la homosexualidad, el adulterio y las prácticas sexuales exóticas.
Entre las aportaciones culturales de los gitanos se hallan algunas danzas y ritmos musicales; guisos e ingredientes de cocina (entre ellos la mantequilla, cuyo consumo y nombre impusieron en Europa) y palabras como falo, vulva, payo, gachó o gachí (que aplican a los extraños) y caló, que en romaní significa negro, y la jerga gitano-española habla gremial o barrial. En la región de Alsacia y Lorena (franco-alemana) se les aplicó el término blescien, cuya versión en castellano es bribón. En Francia se les llamó también pícaros y truhanes, este último término debido a que Luis XIV, el famoso Rey Sol, los sometió a tributo (truan). En el Siglo XV, el gran poeta –y famoso ladrón– Francois Villón convivió con una tribu o familia gitana a la que en una de sus famosas baladas dedicó una estrofa. Otros grandes autores europeos que se sintieron atraídos por ellos fueron Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Víctor Hugo y Próspero Merimeé, además del extraordinario dibujante Gustavo Doré.
En algún periodo histórico fueron esclavizados en Rumania y Hungría; y durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el líder nazi Adolfo Hitler asesinó a 400 mil gitanos alemanes junto a cinco millones de judíos.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural