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Las plantas con flores son como joyas en la naturaleza. Tales plantas, conocidas por los botánicos como Angiospermas, son las más abundantes y diversas del planeta. En el mundo, se estima que existen alrededor de 250 mil especies de ellas. Dentro de las angiospermas, existen subgrupos de plantas que comparten ciertas características generales (como el tipo de flor o la forma de la hoja). Sin embargo, hay algunas que presentan rasgos muy únicos. Hace poco más de 30 años, una planta mexicana ocasionó un revuelo en la manera en que se clasifican las angiospermas. Esto debido a que cuestiona postulados de la Biología que parecían inamovibles. Se trata de una planta minúscula de nombre científico Lacandonia schismatica.
La Lacandonia es única por sus diversas “rarezas”. A diferencia del resto de angiospermas, esta planta presenta una disposición de los órganos sexuales muy diferente. Es importante recordar que en las flores se encuentran los órganos reproductivos de las plantas, en los estambres se hallan las células masculinas y en los carpelos las femeninas. En una flor típica, el carpelo se ubica en el centro, rodeado por los estambres. No obstante, Lacandonia schismatica es la única angiosperma que presenta estambres al centro, rodeados por las estructuras femeninas. Es decir, Lacandonia tiene la sorprendente característica de presentar los órganos sexuales invertidos.
Las particularidades de Lacandonia no terminan allí. Es una planta muy pequeña que mide aproximadamente entre 4 y 10 centímetros de altura. Requiere de mucha humedad, poca luz y una temperatura alrededor de los 24 grados centígrados. No presenta hojas y tampoco tiene clorofila, el pigmento verde encargado de realizar la fotosíntesis. Debido a que no puede fabricar su alimento, Lacandonia crece sobre materia orgánica en descomposición, de donde extrae sus nutrientes en asociación con un hongo. Sus flores pequeñas son blanquecinas y es por ello que pasaron desapercibidas por siglos entre los pobladores de la selva. Otra característica interesante de estas flores es que se autopolinizan antes de abrirse, un proceso conocido como cleistogamia. Además, el polen de los estambres no viaja a través del agua, viento o polinizadores; sino que penetra directamente el carpelo.
Ponerle el nombre a Lacandonia fue un verdadero “cisma”. Generalmente, cuando se descubre una nueva especie, se le otorga el nombre de sus “familiares” más cercanos, con quienes comparte la mayoría de sus características. Sin embargo, cuando se describió a Lacandonia no había nada parecido. La planta fue descubierta en 1985 por el biólogo Esteban Martínez Salas, pero la comunidad científica la aceptó como una nueva especie hasta cuatro años más tarde. Su bautizo requirió la creación de una nueva familia botánica conocida como Lacandoniaceae, que hace alusión a su lugar de origen. Por otro lado, schismatica significa “cisma” y hace referencia a las características que la separan de todas las plantas conocidas y a los problemas de clasificación que supuso su morfología. Muchos científicos consideran el descubrimiento de Lacandonia schismatica como el hallazgo más importante del Siglo XX en el área de la evolución vegetal. Apenas en 2016 se reportó el descubrimiento de la primera “hermana” de nuestra Lacandonia, que vive en las selvas brasileñas y se le dio el nombre de Lacandonia brasiliana.
A pesar de la relevancia de Lacandonia schismatica, existen pocos estudios que nos ayuden a ensamblar el rompecabezas que representa para la Biología. En 2010, un estudio genético reveló que la manera en que se activan los genes encargados de fabricar los órganos florales en Lacandonia es único respecto al resto de las angiospermas. Sin embargo, aún quedan muchas interrogantes por resolver. Lacandonia representa un importante modelo de investigación en el área del desarrollo floral y de la evolución. Probablemente su estudio nos pueda arrojar pistas sobre el origen de las plantas con flores y sus órganos reproductivos. Esperemos que el uso de las nuevas herramientas genómicas nos ayude a elucidar los misterios que guarda nuestra planta chiapaneca.
Escrito por Neftaly Cruz Mireles
Columnista de ciencia