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A últimas fechas, los medios informativos nacionales e internacionales más importantes han insistido en una noticia que destaca la guerra librada actualmente en Ucrania; la nota es sobre la insistencia del presidente ucraniano Volodimir Zelenski de que Alemania le proporcione una de las armas más sofisticadas para la guerra convencional: se trata del tanque Leopardo 2E, con el cual –según Zelenski y su cúpula militar y política– se podría revertir el avance de las fuerzas armadas rusas y expulsarlas definitivamente de territorio que los ucranianos consideran como suyo. Los tanques Leopardo 2E –en pruebas que realizó la empresa alemana que los fabrica hace algunos años– resistieron el impacto balístico de uno de los mejores tanques rusos: el T-80. Entonces, según la lógica de Zelenski y su cúpula militar, con tanques de este tipo, la situación cambiaría radicalmente.
Las actuales condiciones de la guerra en Ucrania y la utilización de armamento convencional (dejando a un lado armas nucleares, químicas, bacteriológicas, etc.), particularmente del uso de tanques, me ha llevado a buscar temas sobre el origen y desarrollo histórico-militar de esta arma.
El documental La era del tanque (2017), dirigido por Florian Dedio, Ana Kwak y Barbara Necek, aborda este asunto casi didácticamente. Esta “docuserie” no revela que fue en la Primera Guerra Mundial cuando los primeros carros de combate se presentaron en los campos de batalla, poderosas maquinas no utilizaban las ruedas, sino “orugas”. Estos carros de combate se idearon como artefactos con los cuales los obuses eran transportados con mucha mayor eficacia por terrenos muy irregulares, difíciles para permitir el avance de carros normales. Fueron diseñados por militares franceses como ingleses, como un medio para atacar las trincheras e infundir pánico entre los oponentes alemanes. La “docuserie” describe metódicamente la evolución de este artefacto, la carrera entre las potencias militares por inventar y fabricar los mejores tanques en serie. Describe cómo la utilización de este artefacto no puede efectuarse sin un plan táctico que involucre a la artillería, la infantería y la aviación militar. Ofrece ejemplos sobre cómo se han dado las principales batallas en las que se han enfrentado los tanques de las naciones contrincantes.
Un ejemplo muy ilustrativo de lo poderoso que puede ser el resultado de una buena estrategia y la utilización de los tanques fue la batalla de Kursk, Unión Soviética; ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial, ha sido hasta hoy la más grande batalla de tanques en la historia y en la que los Panzer y Tigers alemanes fueron derrotados por los T-34 soviéticos; Kursk involucró a millones de soldados de ambos bandos. El nazi fascista alemán y el del Ejército Rojo. Fue el último intento considerable de Hitler por doblegar a la Unión Soviética: después de Stalingrado y Kursk, el poderío alemán ya no pudo reponerse; y la victoria que salvo a la humanidad de la barbarie imperialista alemana fue del Ejército Rojo.
Sin embargo, el documental La era del tanque no destaca la importancia de esa batalla. Por el contrario, en la historia del tanque pone de relieve el uso del tanque soviético para reprimir a la población que pedía “libertad y democracia” en Hungría y Checoslovaquia durante los años 50 del Siglo XX y cómo el gobierno chino utilizó tanques para amedrentar a la población civil en la Plaza Tiananmén en 1989, cuidándose muy bien de mencionar siquiera a los millones que han sido masacrados por tanques estadounidenses y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en Irak, Libia, Afganistán y otros lugares del mundo. El documental, en ese sentido, resulta evidentemente manipulador y está dirigido a desprestigiar a las naciones que buscan construir una sociedad más justa y ajena a la depredación de los imperialistas.
Por cierto, cuando empezó la guerra en Ucrania, los medios occidentales –controlados por Estados Unidos (EE. UU.) y sus acólitos– declararon que Vladimir Putin y los dirigentes rusos se equivocaron al pensar que dominarían a Ucrania en unas cuantas semanas, y que ahora la larga resistencia del ejército ucraniano es prueba del fracaso ruso. Pero los que se han equivocado son esos medios corporativos de Occidente pues, desde mucho antes de la intervención rusa, los dirigentes de esa nación sabían que se iban a enfrentar no solo a Ucrania, sino a la OTAN con EE. UU. a la cabeza y, por tanto, que la guerra sería larga y desgastante. Los más de treinta países que están interviniendo para derrotar a Rusia sufren un inocultable desgaste económico, social y militar.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA