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Historia: "Confié en AMLO, pero nos engañó"
En Veracruz, como en todo el país, existe una gran brecha de desigualdad social, según datos del Coneval, en el estado 61.8 % de la población.
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Graciela Sánchez o “Chelita”, como la gente de su colonia (Margarita Morán I en Xalapa)  le llama de cariño, cumplió 90 años el 15 de mayo de este año, lo recuerda sonriendo mostrando las dos únicas piezas dentales que le quedan, mientras, “ya estoy vieja”, dice; en su rostro refleja cansancio y su cuerpo debilidad, desgastado por la diabetes  y la carnosidad que desde hace dos años le quitó la vista, esta deformación del tejido ocular, conocida como pterigión está afectando al 80 por ciento de la población adulta en México, según datos del 2018 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

La familia de Graciela ha estado atenta de los cuidados que requiere, su hija Guadalupe Sánchez, su nieto Vicente Vázquez García a quien Chelita considera su hijo y su nuera Norma García, son los únicos familiares que le quedan. Norma dice en voz baja, “durante 45 años ella estuvo casada con mi suegro, pero falleció (sin dar detalles), ahora Vicente, mi esposo, es el hombre de la casa, él trabaja duro para cuidar de mi hija Itzel de 3 años y de doña Chelita, pero es difícil, no hay dinero, a veces solo comemos tortilla con sal”.

Con voz tenue y triste, Norma comenta que ella también trabajaba vendiendo pollo, pero desde que se decretó la cuarentena oficial, hace 67 días, las ventas bajaron, “el pollo que vendía se quedaba y tenía que pagarlo, opte por dejar la venta, ahora la situación es más complicada que antes, no tenemos ningún apoyo por parte del gobierno, hemos colocado trapos rojos y blancos, pues el alcalde, Hipólito Rodríguez, dijo que nos apoyaría a las familias que lo hiciéramos, pero no llegó nada”.

Doña Chelita, con mucha dificultad para hablar, menciona que su vida es complicada, “no puedo salir de mi casa, siempre estoy postrada en esta cama vieja, me siento sola, a veces no tenemos nada qué comer, no hay dinero, a mi hijo Vicente lo corrieron de su trabajo por la enfermedad que está matando a mucha gente, trabajaba en la Limpia Pública del municipio, pero con todo esto, ahora anda trabajando de lo que sea, con tal de traernos comida a la mesa, a veces solo comemos una vez al día. Hemos pedido apoyo al municipio, pero no nos han dado nada”.

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Sentada en su cama mientras la ayuda a alimentarse su hija Guadalupe, agrega amargamente: “¡Le pido de favor al presidente, Andrés Manuel López Obrador, que me apoye, soy una ciega que no tiene nada, me entregan 2 mil 500 pesos de 68+, pero me alcanza para muy poco, tengo que pagar la luz ahora que ya aumentó, el agua, comprar medicamentos por mis enfermedades, pido que me apoyen por favor!, ahora hay menos apoyos que antes”, dice mientras en sus ojos se nota la desesperación y en su voz se percibe la súplica de auxilio por todo lo que está sufriendo, “a veces solo quisiera ya no despertar”.

En Veracruz miles de familias atraviesan la misma situación de escases de alimentos que la de Graciela, irónicamente esta semana para algunas de estas familias los recibos de energía eléctrica presentaron un incremento de hasta un 50 por ciento en la tarifa de cobro. En Veracruz, como en todo el país, existe una gran brecha de desigualdad social, según datos del Coneval, en el estado 61.8 por ciento de la población total se encuentra en pobreza por ingresos, es decir 5 millones de habitantes no tienen un salario fijo o el que tienen no les alcanza para vivir dignamente y durante está cuarentena la situación se ha recrudecido.

Guadalupe, la hija de Chelita, frecuenta visitarla, darle de comer, bañarla, comenta que han trabajado muy duro para cuidarla, “es complicado cuando tengo que ir a trabajar, yo trabajo vendiendo tamales y gorditas en las calles para conseguir un ingreso y poder alimentar a mis 3 hijos y también ayudarla con lo poco que tengo” dice, al mismo tiempo le da de comer con una cuchara.

Callada, volteando al techo de lámina, “Chelita” repasaba en su mente los recuerdos de cuando estaba bien de salud, con voz cansada comenta que cuando era joven trabajaba duro, “siempre hice todo lo posible por valerme por mi sola, desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la noche” mientras le habla a su nuera para que busque el recibo de la luz y así puedan comprobar que su tarifa aumentó al doble, “el mes pasado pagamos 331 pesos y ahora el recibo llegó de 891 pesos, es mucho, de hecho no la hemos pagado, pedimos que tengan consideración la autoridades”, comenta Norma.

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En la vivienda de lámina y madera con piso de tierra, solo hay dos focos de 60 watts, una licuadora marca Oster y un televisor de 24 pulgadas entregada por Peña Nieto el 13 de agosto del 2015, no hay más aparatos electrónicos, en efecto, la tarifa es muy alta comparado con la cantidad de consumo eléctrico, Chelita comenta ya fueron a preguntar por qué el recibo es muy caro, pero ni “los pelaron”.

En la colonia Margarita Morán Veliz, primera sección, 9 de cada diez habitantes entrevistados se quejó de que el aumento de la tarifa eléctrica desenmascara la verdadera intención de esta administración, por un lado, pregonan consignas en favor de los más necesitados, pero en los hechos le dan la espalda.

El problema del excesivo costo en las tarifas de luz eléctrica, únicamente viene a agravar la situación de zozobra y desesperación que se vive en las casas de miles de familias pobres. Doña Chelita, como más de 150 mil veracruzanos, colocó un trapo blanco en su domicilio, en señal de hambre porque ha perdido las fuentes de ingreso en su hogar, sin embargo, así como ella, hasta el momento ni el Gobierno estatal ni federal les ha entregado una sola despensa.

“Solo pido que el presidente López Obrador me ayude, soy una mujer que trabajó toda su vida para ganarse el pan de cada día, pero ahora soy una ciega que no tiene nada y que confió en que el presidente realmente ayudaría a los pobres cuando lo necesitáramos, pero parece que nada más nos engañó”, recuerda Chelita mientras contiene el llanto.

 


Escrito por Antonio Pérez de la Cruz

Colaborador


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