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Escritura y pensamiento. La advertencia de Sócrates
El argumento de Sócrates es sesgado, pues la memorización de las enseñanzas no es la única forma de ejercitar y desarrollar la capacidad del pensamiento abstracto; ni la aparición de la escritura imposibilita el ejercicio de análisis de la sociedad.
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La postura de Sócrates sobre la escritura como medio para transmitir las ideas resulta interesante, porque opinaba, grosso modo, que la transmisión escrita no era la más adecuada para el cultivo y desarrollo del pensamiento. El argumento que lo impulsaba de ese modo consiste más o menos en lo siguiente: la escritura no ayuda a desarrollar la memoria. Hasta ese momento, gran parte de los poemas que se conocían, se recitaban de memoria y se obligaba a quienes recibían educación a memorizar, si a su vez querían conservar la sabiduría de la comunidad. Antes de Sócrates, la enseñanza se había transmitido oralmente y esto, según el pensador ateniense, fortalecía el ejercicio mental, las capacidades del pensamiento y la argumentación. Con la referencia escrita, argüía Sócrates, ya no necesitamos convencer y educar a nadie de acuerdo a sus capacidades, pues basta con ir a los textos y recitar lo que ahí se expresa y hacerlo pasar como verdadero. Éste es el motivo, según se piensa, de que el pensamiento de Sócrates sea conocido por lo que escribió de él su alumno Platón.

El argumento de Sócrates es sesgado, pues la memorización de las enseñanzas no es la única forma de ejercitar y desarrollar la capacidad del pensamiento abstracto; ni la aparición de la escritura imposibilita el ejercicio de análisis de la sociedad. Incluso, gran parte de ese pensamiento se hubiera perdido si sus discípulos no lo hubieran escrito a raíz de sus testimonios.

Esto último seguramente no preocupaba a Sócrates, pues el pensamiento no debe ser letra muerta (aquí en un sentido muy plástico), sino que debe estar siempre vivo y ocupándose de los problemas de la actualidad y de los pueblos en particular. Además, la mera actividad general del pensamiento lograría cuestionar las bases de cada sociedad y aportar, por lo tanto, la crítica necesaria para mejorar el espacio que cada uno habita. El pensamiento debe ponerse al servicio de la comunidad y sus problemas, y no ser encerrado en las bibliotecas. Esta parte del pensamiento de uno de los grandes filósofos de la antigua Grecia demuestra el carácter subversivo de la filosofía, de cuestionar el mundo, de manera crítica, incluso ahí donde parecía que la verdad ya estaba descubierta. Pero nos muestra también que los objetos, los fenómenos, no son tan fáciles de aprehender, tampoco es fácil posicionarse correctamente respecto a éstos.

Sócrates se interesaba, en general, por las condiciones de la enseñanza y el ejercicio de la mente en los habitantes de la polis, en específico los que tenían en sus manos el rumbo de la sociedad ateniense. Esto lo llevó a problematizar las condiciones que, según él, no permitían el desarrollo del pensamiento. La sociedad necesita hombres y mujeres pensantes que sepan analizar los problemas a los que se enfrentan cotidianamente; solo así se logra una manera efectiva de transformación de la realidad.

En la actualidad no solo no nos cuestionamos lo más elemental; no vemos si las verdades que aceptamos como tales son efectivamente tan intocables como las pensamos, sino que, incluso, las mentiras flagrantes, que escuchamos todos los días, parecen tener sustento, o se intenta dárselo, solo porque provienen de personajes que se venden como lo que no son: amigos del pueblo y luchadores sociales.

Aquí radica la importancia de la educación del pueblo y de los hijos de éste. Siempre, en la medida que no nos preocupemos por elevar el nivel y la capacidad de pensar cosas cada vez más complejas, es un retroceso en la batalla contra los que pretenden que las cosas permanezcan como están. Aunque encontremos errores en la postura socrática demostrados por la historia o que se oponen a las posturas personales, el llamado general permanece útil y digno de reflexión.


Escrito por Alan Luna

Maestro en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).


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