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En 1987, el famoso director norteamericano Oliver Stone –de orientación izquierdista– realizó la cinta El poder y la avaricia (Wall Street, título dado en los países de habla inglesa). La historia, narrada con solvencia y bien actuada por un grupo de actores ya reconocidos como buenos intérpretes de los personajes que les ha tocado caracterizar en distintas películas, nos da un retrato nítido y elocuente de cómo los tiburones de la bolsa de Nueva York, en su afán de enriquecerse, cometen todo tipo de actos ilegales y se despedazan entre los de su misma especie como parte de la lucha por engrandecer sus fortunas mediante métodos especulativos. Bud Fox (Charlie Sheen), es un corredor novato en Wall Street, su ansia de destacar como corredor lo lleva a buscar a un famoso especulador bursátil, cuya fama de tiburón de la bolsa se ha ganado con base a sus métodos y, sobre todo, a su falta de escrúpulos.
Este especulador es Gordon Gekko (Michael Douglas). Gekko es convencido por Fox de hacer un gran negocio con una compañía de aerotransporte en la que trabaja Car Fox (Martin Sheen), mecánico en esa compañía y padre de Bud. La operación de compra y venta de la compañía resulta exitosa para los fines lucrativos de Gekko, por lo que éste le encarga la misión de investigar y obtener ilegalmente información para poder hacer sus transacciones en Wall Street. Bud se relaciona con Darien Taylor (Daryl Hannah), una hermosa chica, aparentemente sólo una empleada de Gekko. Sin embargo, Darien es en realidad la amante de Gekko y su misión es influir en Bud para tenerlo bajo control y vigilancia del jefe.
Bud logra varios éxitos, pero cada vez tiene que buscar información y hacer movimientos más ilegales que, en apariencia, nunca serán detectados por las autoridades encargadas de vigilar el desenvolvimiento de bancos y del mercado de valores. Llegado un punto, Bud cae en la cuenta de que Gekko solamente lo ha utilizado, pues va a dar a prisión al descubrirse su ilegal proceder.
El ejemplo de Carl es lo que motiva a Bud a buscar recomponer las cosas, dándole una sopa de su propio chocolate a Gekko.
Oliver Stone, fiel a su trayectoria de crítico del orden social capitalista norteamericano, nos muestra las entrañas de Wall Street y de todo el orden social que existe en Estados Unidos, pues la bolsa de valores sólo es una parte de todo el engranaje que utiliza el sistema capitalista gringo para obtener las ganancias, esa bolsa de valores es donde unos avariciosos miembros de la clase burguesa les arrebatan a otros miembros de esa clase una riqueza que no ha creado ninguno de los capitalistas; esa riqueza la ha creado, y la seguirá creando la clase trabajadora.
En Wall Street, como en cualquier bolsa de valores del mundo, se compran y venden “acciones”. Pero en las bolsas de valores no se crea ni un miligramo de riqueza. Se transfiere riqueza y la especulación es un mecanismo que se basa en la ley de la oferta y la demanda, por lo que las empresas que cotizan en esos mercados pueden venderse o comprarse muy por encima o muy por debajo de su valor real. Esos mercados se convierten en una jungla en donde los grandes depredadores viven de engullirse a los pequeños inversionistas. El poder y la avaricia es una cinta que nos muestra la podredumbre del orden social que vive de exprimir el valor creado por la clase trabajadora.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA