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El testimonio de estudiantes, padres y docentes evidencia que la crisis educativa en Durango no sólo es un problema de cifras, sino la realidad que afecta directamente a miles de personas. La falta de recursos, la ausencia de estrategias gubernamentales estatales y federales efectivas y el abandono de las comunidades más vulnerables han convertido la educación en un lujo al que muchos no pueden acceder.
La educación es un derecho fundamental y su deterioro en la entidad amenaza con perpetuar la desigualdad y la pobreza en la región. La doctora Ana Méndez, especialista en educación infantil, señala, “si no se toman medidas urgentes para garantizar el acceso a educación de calidad, Durango verá reducida su fuerza laboral calificada y su crecimiento económico y competitividad quedará en desventaja frente a otros estados”.
Pero la advertencia va más allá. “La educación no solamente es un deber del Estado, sino la única vía para cambiar el destino de miles de niños y jóvenes. Sin ella, Durango no tiene futuro”.
Hasta el momento, las autoridades locales no han analizado las causas profundas de la crisis educativa que ya padece la entidad. Urge la intervención federal inmediata para evitar un colapso generacional en la educación. Las carencias en la infraestructura escolar, las fallas en la capacitación docente, la deserción estudiantil y el papel del gobierno en la gestión de esta problemática expresan únicamente algunas causas que han generado la situación actual. Sólo con un diagnóstico claro y políticas públicas concretas se podrá revertir esta situación y garantizar un futuro digno para los niños y jóvenes duranguenses.
La entidad mantiene una rica herencia cultural y natural, pero enfrenta una crisis educativa sin precedentes. La falta de infraestructura adecuada, la carencia de materiales didácticos actualizados y la insuficiente capacitación docente han contribuido a un deterioro en la calidad de la enseñanza; a pesar de los esfuerzos gubernamentales previos, los indicadores educativos muestran un declive progresivo que compromete el desarrollo de las futuras generaciones.
Los resultados de las evaluaciones estandarizadas de 2024 revelaron que el 25 por ciento de los niños que terminan el primer grado de primaria no logran una lectura fluida. Además, los promedios estatales en matemáticas y lenguaje apenas superan el 39 por ciento en primaria, lo que sitúa a Durango entre los estados con peor desempeño educativo nacional. Estos datos reflejan una crisis estructural en el sistema, agravada por la falta de políticas públicas eficaces y una inversión insuficiente en el sector.
El rezago educativo no sólo afecta el rendimiento académico de los estudiantes, también repercute a largo plazo sobre la economía y la cohesión social. La falta de acceso a una educación de calidad limita las oportunidades de empleo perpetúa la desigualdad y crea “un círculo vicioso” del que muchas familias no pueden salir.
Las evaluaciones estandarizadas de abril de 2024, obtenidas mediante solicitudes de transparencia, revelan cifras preocupantes: en primaria, 39.2 por ciento de aciertos en lectura/escritura; 39.4 por ciento en matemáticas. Los estudiantes de secundaria apenas lograron 51 por ciento en lenguaje y 33.9 por ciento en matemáticas.
Estos datos reflejan una crisis estructural en el sistema educativo de Durango, donde los estudiantes enfrentan dificultades significativas en la adquisición de competencias básicas. La falta de una enseñanza efectiva en las primeras etapas de formación se traduce en un rezago académico progresivo que dificulta su rendimiento en niveles superiores.
Luis Rodríguez, especialista en pedagogía de la Universidad Juárez de Durango, señaló que “los datos reflejan una falla sistémica. Los niños no están adquiriendo competencias básicas porque el modelo actual no considera las realidades rurales ni la brecha digital”.
A esto se suma la insuficiente formación docente, la obsolescencia de los planes de estudio y la falta de recursos tecnológicos para garantizar una educación de calidad. Según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), más del 40 por ciento de los docentes en zonas rurales no han recibido formación en metodologías innovadoras durante la última década.
Además, la infraestructura escolar muestra un estado precario en muchas comunidades. Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), más del 30 por ciento de las escuelas rurales carecen de acceso a agua potable, electricidad y servicios sanitarios adecuados. Estos factores no sólo afectan el rendimiento de los estudiantes, también desmotivan la asistencia regular a clases.
Ana Martínez, directora de la organización Educación con Rumbo, sostiene que “el problema no es nuevo. Durango lleva una década sin actualizar sus planes de estudio ni capacitar masivamente a docentes en metodologías modernas. La pandemia sólo aceleró el colapso”.
La pandemia de Covid-19 exacerbó la crisis educativa, muchos estudiantes en comunidades rurales no accedieron a clases virtuales debido a la falta de conectividad y dispositivos electrónicos. Se estima que al menos 35 por ciento de los alumnos en estas zonas no lograron completar satisfactoriamente el ciclo escolar 2020-2021.
Este fenómeno se agrava por la migración de profesores capacitados hacia otros estados y la carencia de incentivos para que los nuevos docentes trabajen en zonas rurales. Según datos de la Federación Nacional de Maestros, el 28 por ciento de los docentes que inicia su carrera en zonas marginadas solicita reubicaciones en ciudades durante los primeros cinco años debido a la falta de apoyo y las difíciles condiciones laborales.
En este contexto, los gobiernos estatal y Federal han fallado en implementar estrategias efectivas para cerrar la brecha educativa. La falta de inversión en programas de capacitación docente, la ausencia de infraestructura adecuada y la escasez de materiales didácticos han convertido a la educación de Durango en un desafío crítico que arriesga el futuro de miles de niños y jóvenes.
El titular de la Secretaría de Educación del Estado de Durango (SEED), Guillermo Adame Calderón, anunció recientemente las medidas para combatir el rezago educativo: clases de reforzamiento con estudiantes de bachillerato que servirían como tutores; prohibición del uso de celulares en las aulas para mejorar la concentración de los alumnos y pláticas para padres de familia sobre los riesgos de la tecnología y su impacto en el aprendizaje (agosto-diciembre 2024). Sin embargo, estas acciones han sido criticadas por expertos y docentes debido a que no abordan el problema en sus profundas causas.
La profesora rural María Solís, del ejido de San Pedro del Gallo, señaló: “¿de qué sirve quitar celulares si no hay libros ni Internet? En mi aula, tres de cada 10 niños faltan a clases para ayudar en el campo. Lo que necesitamos es infraestructura y recursos, no medidas superficiales”.
Además, la iniciativa de utilizar estudiantes de bachillerato como tutores ha sido cuestionada debido a la falta de preparación pedagógica de estos jóvenes, lo que podría derivar en una enseñanza deficiente y aumentar la desigualdad en el acceso a una educación de calidad.
La crisis educativa en Durango se agrava aún más con el cierre progresivo de escuelas rurales. En la Región Lagunera, 40 planteles escolares serán absorbidos por el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) debido a la despoblación y la falta de recursos para mantener su operatividad. Ulises Adame De León, subsecretario de Educación en La Laguna, admitió que “es un fenómeno global. Pero aquí la migración se debe a la falta de empleo y servicios básicos. Sin escuelas, las comunidades mueren”.
El cierre de estas instituciones implica que cientos de niños deberán trasladarse a comunidades más alejadas para continuar con su educación, lo que en muchos casos resulta inviable debido a la falta de transporte y a las precarias condiciones económicas de sus familias. Esta situación arriesga la permanencia escolar y aumenta la posibilidad de deserción en edades tempranas.
Organizaciones civiles han señalado que el gobierno estatal debe replantear su estrategia educativa, priorizando en la inversión de infraestructura y en programas de apoyo a estudiantes de comunidades marginadas. La falta de una política educativa integral deja a miles de niños en situación de vulnerabilidad, sin acceso a una educación digna y con pocas oportunidades de desarrollo en el futuro.
Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Durango recibió en 2023 sólo 12 por ciento del presupuesto federal destinado a educación, el porcentaje más bajo del norte del país.
En contraste, ese mismo año Oaxaca logró mejorar sus índices educativos mediante las escuelas comunitarias con maestros bilingües y programas de alimentación y transporte escolar. Sobre esto, la doctora Laura Méndez, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), sugirió que “Durango debe adaptar estas estrategias, pero requiere apoyo financiero y técnico de la SEP”.
Más allá de las cifras y los informes oficiales, la realidad de la crisis educativa se vive diariamente en las aulas, donde estudiantes, docentes y padres enfrentan condiciones adversas que obstaculizan el aprendizaje.
Juan, de ocho años y estudiante en Gómez Palacio, relata: “extraño a mi maestra. Ahora viene una diferente cada semana y casi no alcanzamos a aprender nada porque cada una nos enseña cosas distintas”.
La constante sustitución docente representa la principal queja en las escuelas rurales y de bajos recursos. La falta de estabilidad en la plantilla académica genera incertidumbre entre los alumnos y limita su avance académico. Según datos de la SEP, más del 30 por ciento de los profesores en comunidades marginadas son suplentes sin contrato fijo, lo que contribuye a la desorganización y el bajo rendimiento escolar.
Doña Carmen, madre de familia en Simón Bolívar, expresa su frustración: “Sin escuela cercana, mi hija ya no estudiará después de sexto. No puedo mandarla sola hasta la otra comunidad y no hay transporte”.
El cierre de escuelas rurales ha dejado a cientos de niños sin acceso a educación. En los últimos diez años, más de 50 planteles en comunidades de difícil acceso han cerrado debido a la baja matrícula, derivada de la migración y la falta de apoyo gubernamental. Esto obliga a muchas familias a decidir entre exponer a sus hijos a largos trayectos inseguros o, en muchos casos, sacarlos definitivamente de la escuela.
A pesar de las dificultades, los maestros intentan mantener la calidad educativa con los pocos recursos a su disposición; sin embargo, la falta de materiales y de apoyo gubernamental sobrecargan el trabajo, lo que afecta su desempeño.
La profesora María Solís, quien enseña en un ejido de San Pedro del Gallo, denuncia: “no tenemos libros suficientes para todos. A veces trabajo con copias que yo misma pago, pero no es suficiente. Algunos niños ni siquiera tienen cuadernos”.
El abandono de las autoridades educativas obliga a los docentes a cubrir con sus propios recursos la compra de material didáctico y a improvisar estrategias para impartir sus clases. Además, los bajos salarios y las condiciones precarias provocan que muchos maestros busquen trasladarse a zonas urbanas, y dejan más desprotegidas a las comunidades rurales.
La falta de oportunidades educativas en Durango ha incrementado el trabajo infantil. En muchas comunidades rurales, la educación pasa a segundo plano cuando las familias necesitan ingresos adicionales para sobrevivir. Miguel, de 12 años, de un poblado en la región serrana, cuenta: “Yo iba a la escuela, pero mi papá me dijo que mejor le ayudara con los chivos. Dice que la escuela no sirve si de todos modos aquí no hay trabajo”.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), más del 18 por ciento de los niños y adolescentes en Durango realiza algún tipo de trabajo infantil y esto los aleja del sistema educativo y reduce sus posibilidades de acceder a un mejor futuro. La falta de programas efectivos gubernamentales para combatir los problemas ha permitido que esta tendencia se incremente.
La situación padecida por la entidad en materia educativa ha sido analizada por organismos internacionales, como el Fondo de Naciones Unidas por la Infancia (Unicef). En su informe de 2024 alertó que, si no se revierte la tendencia actual, la entidad podría enfrentar un futuro en el que una generación completa tenga 20 por ciento menos oportunidades laborales para 2040 en comparación con el resto del país. Este rezago impactará negativamente en el desarrollo económico y social del estado, con lo que se perpetuará el círculo de pobreza y marginación.
La crisis educativa en Durango representa un desafío urgente que exige soluciones inmediatas y coordinadas entre los gobierno Federal, estatal y la sociedad civil. La educación no solamente es el cimiento del desarrollo social y económico, sino también el único mecanismo efectivo para romper el ciclo de pobreza y marginación que afecta a miles de niños y jóvenes en la región.
El deterioro del sistema educativo en el estado no puede abordarse únicamente con medidas superficiales o paliativas. Resulta esencial que las autoridades implementen estrategias integrales y sostenibles que garanticen una educación de calidad para todos los estudiantes, independientemente de su ubicación geográfica o nivel socioeconómico.
Es crucial garantizar el acceso a la educación en las comunidades más alejadas, ofreciendo transporte escolar gratuito y mejorando las condiciones de las instalaciones. La implementación de programas de incentivos para atraer y retener docentes en estas áreas sería una solución viable.
Los maestros necesitan recibir capacitaciones continuas en metodologías modernas, así como un salario digno que incentive su permanencia en zonas marginadas. Se deben establecer contratos estables para evitar la alta rotación de docentes, lo que afecta la continuidad del aprendizaje de los alumnos.
La creación de programas con becas escolares y apoyo económico a familias en situación de vulnerabilidad es fundamental para evitar que los niños abandonen la escuela para trabajar. Además, se requiere una regulación más estricta y mayor vigilancia sobre las condiciones laborales de menores en zonas rurales.
Es importante garantizar que todas las escuelas cuenten con agua potable, electricidad, Internet y material didáctico actualizado. Se deben implementar proyectos de educación digital que permitan a los alumnos desarrollar habilidades necesarias frente al Siglo XXI.
La participación de organizaciones no gubernamentales, empresas y universidades puede contribuir al desarrollo de programas educativos innovadores y de impacto social. La transparencia en la asignación de recursos y su correcta distribución son imprescindibles para lograr avances significativos.
Si no se toman medidas urgentes y estructurales, Durango se arriesga ante una generación sin acceso a oportunidades laborales y con un rezago educativo que limitará el crecimiento del estado en las próximas décadas.
La Dra. Ana Méndez, especialista en educación infantil, concluye: “Si no se garantiza el acceso a una educación digna y de calidad, el rezago educativo se convertirá en un problema crónico que afectará a la sociedad. Necesitamos actuar ahora, antes de que sea tarde”.
El futuro de Durango está en juego. La educación no puede continuar como promesa incumplida; debe ser una prioridad absoluta en la agenda política y social del estado. Las oportunidades están abiertas todavía, pero no siempre lo estarán. Gerardo Torres, sociólogo apuntó: “la educación no es un gasto, es el último muro contra la desigualdad. Si se cae, todos perdemos”.
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Escrito por José Emilio Soto Soto
Colaborador