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Estudiar a América Latina es una tarea compleja pero indispensable. Varios trabajos han constituido esfuerzos significativos para su comprensión, cuyos fundamentos deben ser considerados al analizar su realidad. América Latina, tal como la conocemos hoy, debe sus características esenciales al impacto de la conquista europea a partir del Siglo XVI. Este acontecimiento representó un fenómeno crucial: por un lado, fue un complemento necesario para el nacimiento y desarrollo del capitalismo europeo, sin el cual es difícil imaginar su consolidación; por otro, para nuestro continente, significó un tipo de sometimiento que algunos autores han descrito como extractivo, un saqueo de recursos naturales para el mercado mundial.
Este evento marcó un contacto simultáneamente desigual, lleno de luces y sombras. Las diversas formas de trabajo que surgieron en América Latina –esclavismo afroamericano, hacienda servil, tributación india, comercio y salario criollo– permitieron a Europa salir victoriosa en el proceso de formación y acumulación de capital. En palabras de Carlos Marx, fue el momento de la separación definitiva entre productores directos y medios de producción. A su vez, la aparición del mercado mundial fue una condición necesaria para el surgimiento del modo de producción capitalista en Europa occidental. Sin embargo, la consolidación del capitalismo no fue el final; también emergió el drama del reparto del mundo por parte de las potencias europeas, un tema que merece su propio análisis.
A lo largo del tiempo se ha escrito mucho para ocultar y suavizar lo que claramente fue un acto de barbarie. En 1896, el escritor estadounidense Richard Harding comentó: “los habitantes de América Central son como una pandilla de semisalvajes en una casa bellamente decorada (refiriéndose a la flora americana), de la que no pueden entender ni sus posibilidades de confort, ni su uso”. Estas apreciaciones recibieron una respuesta, aunque algo tardía, desde los argumentos de los dominados.
A comienzos del Siglo XX surgió la primera posición teórica de denuncia de esta relación de sometimiento, formulada por autores asiáticos y africanos como Mohandas Gandhi, Frantz Fanon, Aimé Césaire y Patrice Lumumba. Posteriormente, influenciado por Carlos Marx y Fernand Braudel, el académico estadounidense Immanuel Wallerstein desarrolló el concepto de sistema-mundo, distinguiendo cuatro áreas de distribución: centro, semiperiferia, periferia y arena exterior. La tesis central consistió en identificar un núcleo dominante que integrara y absorbiera a las demás entidades. Aunque este planteamiento centró su análisis en Europa, era necesario considerar también la relación desde la perspectiva de América Latina.
Éste fue el mérito de la teoría de la dependencia, desarrollada en los años 70, cuyos aportes más destacados provienen de la perspectiva marxista de Vania Bambirra, Ruy Mauro Marini y Theotonio Dos Santos. También se incluyen en esta corriente de pensamiento dos importantes teóricos que trabajaron en otros tiempos y lugares: René Zavaleta Mercado y José Carlos Mariátegui. Su planteamiento sostiene que el subdesarrollo de los países latinoamericanos es consecuencia de la dependencia impuesta por las naciones desarrolladas.
Finalmente, otro importante grupo desarrolló la teoría decolonial, profundamente influenciada por la teoría anticolonial. Sus estudios se centraron en caracterizar a América Latina a partir del impacto de la modernidad europea, con un enfoque en cuestiones culturales. Entre ellos se encuentran Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Enrique Dussel, Eduardo Grunner, Ramón Grosfoguel y Silvia Rivera Cusicanqui.
Con el tiempo, el centro de dominación se ha trasladado de Europa a Estados Unidos, bajo nuevas formas de dominación, pero con la misma esencia de extracción de recursos naturales. En la actualidad se está produciendo una acelerada recomposición de fuerzas en el mundo que está colocando al imperialismo estadounidense bajo presión, obligándolo a utilizar a América Latina como una última “reserva” para imponer sus intereses a cualquier costo. Liberarnos del control estadounidense en materia económica y política implica también recordar la historia de sometimiento y saqueo desde el Siglo XVI, para unirnos con determinación bajo un objetivo común.
Este año se cumplen 75 años de ese acontecimiento y el país lo celebra con mucho orgullo.
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Estudiar a América Latina es una tarea compleja pero indispensable.
El gran erudito y crítico ruso N. Chernichevski decía: “No existe una realidad abstracta: la realidad es siempre concreta”.
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Escrito por Eneas Sánchez
columnista