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¿Qué es lo que nos hace ver figuras humanas en objetos inanimados o animales? ¿Cuál es la naturaleza de este fenómeno? Este fenómeno no es exclusivo del hombre, también se advierte en otros animales y plantas. Parece formar parte del proceso evolutivo, que está asociado con los instintos de adaptación y sobrevivencia; la ciencia lo conoce como mimetismo.
Una de sus expresiones más comunes la ofrece la Deilephila elpenor, mariposa que cuando se halla con forma de oruga se asemeja a una serpiente para evitar ser atacada por sus depredadores, a los que inhibe por el temor de resultar dañados. Otras mariposas que recurren a este truco son las del género Caligo spp, lepidópteros de gran tamaño que en la parte posterior de sus grandes alas tienen círculos que reciben el nombre de ocelos y que parecen un par de enormes ojos; así esta especia simula el rostro de un animal de mayor tamaño. Las plantas no son la excepción: la orquídea Ophrys bombyliflora se parece a un abejorro y las abejas acuden a ella con la creencia de que podrán copular con él; pero el despiadado engaño tiene como objetivo asegurar a la planta la polinización.
Entre los seres humanos, este “instinto” recibe el nombre de pareidolia, fenómeno psicológico que se caracteriza por asociar formas faciales con objetos inanimados; por ejemplo, cortezas de árboles, hojas secas, diversos frutos y vegetales. Sin embargo, parece compartir el mismo principio evolutivo que el de otros seres vivos y que éstos están diseñados para detectar rostros por su propio bien. A modo de ejemplo, imaginemos una escena en la que un hombre primitivo se encuentra recolectando víveres en la selva mientras un depredador lo acecha entre la espesa vegetación; entonces sucede que nuestro antecesor advierte la amenaza, se camufla y emprende la huida.
Como en casi todos los procesos de la naturaleza, hemos adaptado este recurso a nuestra vida diaria. Por ejemplo, el test de psicoanálisis de Rorschach, que consiste en mirar láminas con manchas simétricas de tinta que, dependiendo de la personalidad de cada individuo, adoptan parecido con caras de personas, animales, situaciones y aun acontecimientos específicos. La asociación que nuestra mente hace con patrones conocidos o con cosas desconocidas da como resultado un diagnóstico psicológico personal, basado en nuestro instinto de reconocimiento de lo que está frente a nosotros.
Otro ámbito en el que se aplica la asociación con rostros es la mercadotecnia. Nuestro cerebro busca darle una forma simétrica a lo que continuamente ve; ésta es la razón por la que vemos rostros en los artefactos que utilizamos cotidianamente, como los automóviles. Estudios especializados han demostrado que las compras de autos son más altas cuando el frente de éstos se asemeja a los rostros humanos. De acuerdo con su género, cultura y personalidad, cada comprador prefiere coches con distinta apariencia “humana”: frentes imponentes que imiten facciones agresivas, o amistosos que reflejen inconscientemente una extensión de su personalidad; es decir, todo está conectado con el antropomorfismo.
Las diferentes marcas elaboran su publicidad comparando sus vehículos con animales; de esta forma, los espectadores se asocian con dichos objetos inanimados. En realidad, nuestro instinto no es del todo diferente al de nuestros antepasados; gracias a los sentidos, nuestra especie ha logrado sobrevivir, ya sea en una selva llena de árboles o en una de edificios de concreto.
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Escrito por Redacción