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Luis Alcoriza fue actor, guionista y director de origen español que realizó su carrera cinematográfica en México de los años 40 a los 80; aunque no se consideró discípulo de su compatriota y amigo, el célebre realizador aragonés Luis Buñuel, la crítica especializada advierte en sus filmes una fuerte influencia de éste. Creo que ambos se influenciaron. De hecho, Alcoriza fue guionista de importantes cintas del aragonés. Entre ellas Los olvidados, El bruto, El gran calavera, El ángel exterminador, cintas en las que se hace sentir la orientación realista de Alcoriza. El surrealismo que caracterizó al cine de Buñuel se nutrió del realismo de su compatriota, de tal manera que esta dupla del séptimo arte dio como resultado filmes de gran valor estético en la etapa creativa de Buñuel en México. La faceta de Luis Alcoriza como realizador no fue muy prolija, pero sí de mucha calidad; entre su producción destacan Tarahumara, Tlayucan –nominada en 1963 para los premios Oscar a la mejor cinta extranjera– Mecánica Nacional, Terror y encajes negros y Tac-tac.
Para muchos críticos de cine, la obra maestra de este importante realizador hispano-mexicano fue Tiburoneros, filmada en 1962. En esta cinta, Alcoriza nos cuenta la vida de Aurelio (Julio Aldama) un trabajador que ha tenido que abandonar a su familia en la Ciudad de México al emigrar a la costa de Tabasco, donde se dedica a la peligrosa pesca de tiburones. Ahí es reconocido por sus compañeros como el mejor pescador de esa especie marina, además de que se gana la estimación de aquéllos y su patrón. En ese ambiente natural del trópico tabasqueño, Aurelio hace un trato con una familia lugareña mediante el cual le entregan una panga con equipo de pesca, redes, etc, de cuya producción laboral deberá dar una parte a esa familia, otra a Manela (Dacia González), a quien convierte en su concubina, y con ello puede apropiarse de una parte más de las ganancias. Con su esfuerzo, consigue enviar dinero a su mujer e hijos, que viven en la capital; también logra ahorrar para hacerse de su propia embarcación y contratar ayudantes. Uno de éstos es Pigua, huérfano de 11 años al que trata casi como hijo. Filmada en blanco y negro, la cinta de Alcoriza tiene mucha influencia del neorrealismo italiano, pues en su narrativa “directa” incluye actores que no son profesionales y escenas que describen la crudeza con que viven los pescadores. En la relación de Aurelio con Manela, aparentemente de conveniencia, el realizador logra decirnos cómo avanza ésta de la informalidad hacia algo más profundo y cómo el “adulterio” es algo muy común y normal en una comunidad donde las condiciones en que viven los protagonistas no ameritan ninguna condena ni ningún remordimiento moral. Las escenas de arponeo de tiburones de diferentes variedades y de mantarrayas gigantes y su descuartizamiento están bien logradas fotográficamente.
La situación cambia drásticamente cuando las presiones familiares obligan a Aurelio a regresar a la Ciudad de México, donde su mujer y sus hijos argumentan que “lo necesitan”. Cuando Pigua y Manela se enteran de que Aurelio se alejará de ellos, le reclaman airadamente; cuando Aurelio se acerca a Pigua para despedirse, éste lo amenaza con una piedra, que le arroja cuando ya está a bordo de un trasbordador. Manela contempla la escena sobre un cayuco, observa cabizbaja cómo se aleja Aurelio, a quien ignora cuando le grita para que se acerque al barco.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA