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Las grandes obras literarias de la humanidad se caracterizan no solo por la excelencia de sus textos en prosa o en verso; por el manejo de las historias que narran y por las relaciones de identidad que sus personajes llegan a tener con los lectores, sino también porque contienen reflexiones filosóficas elaboradas de manera breve, concisa y profunda que pueden competir con las de los filósofos propiamente dichos. Para evaluar la calidad de lo que se lee en una obra maestra es necesario ir más allá de la historia que el autor cuenta y tratar de encontrar las enseñanzas y reflexiones más relevantes que se presentan a lo largo de la trama.
Un caso que ejemplifica perfectamente lo dicho es la novela Guerra y paz, de Liev Tolstói, considerada por muchos como su obra cumbre. Un resumen muy breve de la misma nos dice que narra la invasión de Napoleón I al Imperio Ruso en 1812. Esta trama, sin embargo, es de alguna manera solo un pretexto para hacer una reflexión muy profunda que compite con cualquier tratado de filosofía de la historia. Esta disciplina es, grosso modo, una rama de la filosofía que intenta contestar a las preguntas ¿hacia dónde va la humanidad?, ¿existen leyes universales que rijan la historia de la humanidad, o se trata de un mero caos que se ordena arbitrariamente según la época? Y si existen estas leyes históricas ¿son cognoscibles para el ser humano?, entre otras. Tolstói trata de contestar precisamente este tipo de cuestiones tomando como punto de partida la guerra entre Rusia y Francia.
Los protagonistas centrales de estas batallas son Napoleón, comandante del ejército francés, y Kutuzov, quien tiene a su cargo al ejército ruso. Uno y otro son personalidades completamente distintas. Napoleón cree que puede intervenir para hacer que las batallas y el rumbo general de la invasión tomen el cariz que considera mejor; mientras que Kutuzov está consciente de que en las batallas surgen situaciones que rebasan su personalidad individual y deben ser resueltas por el colectivo que las enfrenta. Napoleón pretende guiar la historia, Kutuzov se deja guiar por ella.
Este contraste entre uno y otro es planteado dentro de las reflexiones que Tolstói hace en la novela: para él, la historia es, en primer lugar, creación y responsabilidad de los individuos organizados en sociedad; por lo tanto, todo estudio que se pretenda hacer sobre el tema debe considerar la actuación del conjunto y no la de las grandes personalidades, que es la forma en la que muchos consideran el estudio histórico, dando como resultado aseveraciones del tipo: “Napoleón encarna el espíritu de su tiempo”, dejando completamente de lado la participación del ejército francés, sin el que Napoleón, o cualquier otro general, no hubiera podido hacer nada.
Respecto a las leyes que rigen la historia, Tolstói acepta su existencia, pero dice que el ser humano no está capacitado para conocer todas y cada una de ellas, pues siempre hay algo que se escapa de sus manos, de sus acciones y de sus consideraciones; por eso, para él, la mejor forma de enfrentar el desarrollo de la humanidad es la que asume Kutuzov, deteniéndose a cada paso para ver cuál es el rumbo que el colectivo está siguiendo, para después tratar de unirse a la marea y encaminarla sin pretender gobernarla, como sucede con Napoleón.
Guerra y paz no contiene solo reflexiones filosóficas sobre la historia, sino también sobre la naturaleza del género humano, sus comportamientos y sus aspiraciones espirituales más profundas.
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Escrito por Jenny Acosta
Maestra en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana.