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La situación de millones de niños y adolescentes que sufren bullying, también conocido como “acoso escolar”, deriva muchas veces en graves afectaciones psicológicas y patológicas. En casos extremos este problema, según eminencias en psicología y sociología, conduce a sus víctimas al suicidio. El fenómeno es provocado por niños o adolescentes que tienen “necesidad” de ejercer dominio sobre sus pares y para lograrlo someten a sus compañeros –aprovechándose de algún defecto físico, característica “atípica” o enfermedad– a maltrato físico o psicológico mediante burlas, amenazas, golpes y lesiones. El acosador, según los psicólogos, es un niño o niña que busca ejercer su poder social o estatus de dominio sobre el resto de sus compañeros y la forma de hacerlo es buscando a los más débiles del grupo para aplicar su maltrato.
El análisis psicológico del niño o adolescente acosador es incompleto, incluso hasta cierto punto falso, si se omite el origen socioeconómico de este mal; pues resulta que muchos de los victimarios viven en sociedades capitalistas donde los “valores” fundamentales son el individualismo, el “predominio del más fuerte”, el egocentrismo, la riqueza material y el poder político. Una sociedad profundamente desigual en lo económico y en lo social debe necesariamente tener sus correlatos en la conducta de los seres humanos desde sus primeros años de existencia.
El comentario anterior se debe, amigo lector, a que ahora reseño la cinta Wonder (2017) del realizador Stephen Chboski, en la que se cuenta la historia de un niño llamado Auggie (Jacob Tremblay) que sufre acoso escolar porque nació con Síndrome de Treacher Collins, enfermedad por la que debieron hacerle 27 operaciones faciales que finalmente deformaron su rostro. Auggie termina su educación primaria en casa, instruido por su madre Isabel (Julia Roberts). Pero a los 10 años es inscrito en la escuela secundaria y, desde ese momento, tiene que convivir con otros niños. Es entonces cuando sufre el acoso de varios niños, encabezados por Julián (Bryce Gheishar). Sin embargo, Auggie se hace amigo de Jack Will (Noah Jupe), quien le ayuda en varias materias. El día en que los niños celebran la fiesta de disfraces, escucha que su amigo Jack, presionado por Julián, dice que “se mataría si tuviese el rostro de Auggie”. Desde entonces se aleja de su amigo y vuelve al aislamiento casi total. Una niña afroamericana llamada Summer (Millie Davis) se vuelve su amiga y ella es la que advierte a Jack la razón del alejamiento de su antiguo amigo.
Cuando uno de los profesores ordena que los alumnos hagan equipos de dos y junta nuevamente a Jack y Auggie, Julián interviene para decir que Jack tiene ya compañero, pero aquél aclara que trabajará con Auggie. Al finalizar el año escolar, éste obtiene el premio Henry Ward Beecher que se otorga al estudiante que ha sido ejemplo de fortaleza en la colectividad. En todo el filme se cuenta que la clave de la fortaleza de Auggie es obra de sus padres, su hermana Olivia y sus profesores. Wonder no es un filme sensiblero, no abusa del melodrama ni exagera en cuanto a la situación de los niños que sufren bullying. Por eso es una cinta que contribuye a comprender a los niños vulnerables que enfrentan problemas derivados de una enfermedad o una deformidad física.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA