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El ataque del virus SARS-COV2 no ha cedido. Nada de que hay un rebrote. Lo que hay es una intensificación de sus daños a la población, sobre todo a la más pobre y desatendida por el Estado. La política de contención y atención de la pandemia por parte del régimen de la “Cuarta Transformaciónˮ (4T) es un fracaso: no hay pruebas efectivas para aislar a los enfermos, no hay servicios médicos adecuados y ni siquiera buenos consejos para que se cuide la población, pues son de impacto mundial las declaraciones del Presidente de la República para promover la protección de los ciudadanos: “Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”, dijo el primer mandatario el 19 de marzo y, de ahí en adelante, a esconder todo lo posible la gravedad del problema hasta que ya se rebasó la cifra de 100 mil defunciones.
Hay varias formas de medir los estragos de la pandemia. Algunas de ellas se han estado manipulando para que no aparezca la realidad en toda su dimensión. Las cifras verdaderas de muertos se estiman en muchos más de los que se reconocen oficialmente, los contagiados, ya ni se diga. No obstante, fijémonos ahora en el dato de la ocupación de centros médicos (que no incluye a todos los enfermos), que revela cómo se va acercando el momento de la saturación total. Se acaba de informar que 163 unidades médicas destinadas a la atención de pacientes con Covid-19 están ocupadas a más del 70 por ciento en sus camas de hospitalización general y que 172 hospitales más tienen esa misma saturación para sus camas con ventilador o en sus unidades de cuidados intensivos (UCI).
Va a haber más muertos, muchos más. En este contexto, sucede la tragedia del pueblo de Tabasco. Lo que informan los medios de comunicación y lo que nos comparten nuestros compañeros del Movimiento Antorchista Tabasqueño dibujan una tragedia muy difícil de imaginar. La inundación no abarca dos o tres manzanas de una que otra colonia, ha dejado bajo el agua, a veces hasta de dos metros de profundidad, a cientos de colonias populares y pueblos enteros. Las familias afectadas han perdido todo: enseres domésticos, muebles, camas, ropa, artículos y documentos personales, animales, todo; se han tenido que salir de sus hogares a la calle inundada y guarecerse en donde han podido con solo lo puesto y sus hijitos a cuestas. Una conmovedora desgracia humana se vive en nuestra patria. Y lo que falta todavía. Las enfermedades están proliferando: el Covid-19, el dengue; y ahora ya hay brotes de cólera y zonas enteras que no estarán libres de agua sino hasta el mes de febrero.
Esa catástrofe social se ha repetido varias veces en los últimos años y se explica por la falta de inversiones gubernamentales en obras básicas. No es irremediable. Hay proyectos elaborados para proteger a los tabasqueños que nunca se han llevado a la práctica. Ha trascendido que hacen falta obras de infraestructura para almacenar el agua en la zona de la sierra, obras de desazolve de los ríos para que corra el agua y no se estanque en la zona baja, construcción de muros de contención en zonas inundables y hasta la reubicación de asentamientos humanos que no tienen forma de ser protegidos. Todo eso cuesta dinero y la verdad es que no se ha querido gastar ni por parte de los gobiernos anteriores ni por parte de este régimen de la 4T. Y ahí están las consecuencias: el sufrimiento indecible de los más pobres de Tabasco.
Es más, no solo no se ha invertido en la solución definitiva de un problema que ya lleva muchos años, sino que en esta ocasión ni siquiera se llevaron a cabo las acciones mínimas para reducir el daño y las pérdidas. No se aplicó un plan de rescate y salvamento, la gente huyó como pudo de la inundación, no había bombas suficientes en los cárcamos, no había diésel para mover las pocas bombas existentes (hay 52 para todo el estado), el combustible tardó hasta 12 horas en llegar y en algunos lugares la gente tuvo que cooperar para comprarlo. No hubo distribución de despensas o ayuda humanitaria a los inundados. El censo de afectados, levantado por los llamados Siervos de la Nación, por acción u omisión, dejó fuera a miles de damnificados, a localidades enteras como Simón Sarlat y, en las localidades en que sí se llevó a cabo, fue parcial y con indignantes actos de corrupción, pues a la gente se le exigían hasta 500 pesos para que le dieran folio... y hubo folios apócrifos. Esto fue lo que originó más de 70 bloqueos carreteros de inconformidad, todos los días, a lo largo de una semana, a los que el gobierno estatal de la 4T les hizo justicia llevándose a ocho damnificados detenidos, que hoy están sujetos a proceso sin derecho a fianza. Oficialmente se reconoce que hay 10 muertos, 302 mil 498 personas damnificadas, 99 mil 573 viviendas dañadas y mil 396 localidades afectadas. Para acabar pronto, están afectados todos los municipios del estado de Tabasco.
Los activistas, los plenistas, los miembros de los grupos y los simpatizantes del Movimiento Antorchista Nacional, con sus escasísimos medios, han hecho todo lo que han podido para salvar y ayudar a la población. Auxiliaron a los compañeros en la salida de sus hogares en ocho colonias de Villahermosa y dos colonias de Macuspana. Instalaron y mantienen refugios temporales en una Preparatoria de Villahermosa, la Casa del Estudiante de ahí mismo, un pequeño salón de eventos en Macuspana, dos locales en El Bajío en el municipio de Centro y un local en Nacajuca. No solo eso, ya se sumaron al apoyo los órganos centrales de la organización, que enviaron un camión con 30 toneladas de víveres y se sumaron también los antorchistas de Chimalhuacán –el débil ayudando al desesperado, como siempre ha sido– y enviaron cinco mil despensas, 15 toneladas de alimentos y una tonelada de ropa, todo lo cual ya se está distribuyendo entre los afectados. Actualmente, los antorchistas tabasqueños mantienen funcionando cinco centros de acopio en Cárdenas, Centla, Nacajuca, Macuspana y Villahermosa y siguen trabajando con seis albergues que no quisieron reconocer las autoridades de Protección Civil y que se mantienen de colecta de víveres y colecta casa por casa en zonas que no fueron afectadas.
El antorchismo nacional, como un solo hombre y como una sola mujer, se siente impactado y agraviado por el sufrimiento de los tabasqueños y, como queda dicho, ha empezado a enviar ayuda con sus limitados medios, que no se comparan con los medios de los que dispone el Estado, que maneja los impuestos de todos los mexicanos. Asimismo, ha iniciado una campaña nacional de acopio de alimentos, agua y ropa para los tabasqueños más lastimados. Invito por este medio a toda la población a que se sume, concentrando su apoyo en los centros de acopio que se han instalado en el estado de Michoacán y en todo el país. Los antorchistas de México hacemos también un llamado urgente a la organización de un movimiento ciudadano nacional “¡Tabasco al agua nunca más!” que enarbole esta demanda, en el sentido de que el régimen de la 4T invierta todo lo que sea necesario en obras de infraestructura básica que acaben para siempre con el tormento que vive constantemente el pueblo trabajador de Tabasco.
El Insabi no acreditó la entrega de un millón 50 mil mascarillas KN95, con un costo de 40.5 millones de pesos, ni entregó documentación que comprobara la recepción.
La iniciativa de Morena y sus aliados, y su aprobación por el Congreso de la Unión, representan un atentado contra el cuerpo de leyes más importante de la nación mexicana.
Arranca hoy el tercer mes de gobierno morenista de López Obrador y han transcurrido los primeros 60 días
Córdova Morán dijo que la mentira es una necesidad, una cuestión de Estado para la 4T, porque sin ella el poder se les escaparía de las manos.
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".