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Saqueadores geopolíticos: son más y depredan más
El capitalismo corporativo e imperialista soborna a jefes de Estado coloniales, se apropia de las materias primas de países subyugados, explota a sus pobladores, provoca más desigualdad y, al convertir a la naturaleza en mercancía, actúa como un asaltante depredador.
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El capitalismo corporativo e imperialista soborna a jefes de Estado coloniales, se apropia de las materias primas de países subyugados, explota a sus pobladores, provoca más desigualdad y, al convertir a la naturaleza en mercancía, actúa como un asaltante depredador.

La competencia “intercapitalista” ahora incrementa la escasez de recursos estratégicos e intensifica los conflictos regionales. Para impedir el avance de este proceso de desnaturalización, es necesario acelerar el tránsito hacia la multipolaridad.

Para consumar el saqueo y explotación de recursos naturales, las empresas trasnacionales operan con inteligencia artificial, dinámicas de presión político-económica y los sustraen a la fuerza de territorios ajenos.

Estas prácticas son descritas como hurto cuando no son empleadas con fuerza; como robo cuando se utiliza la violencia; o como expoliación cuando se apela a la intimidación y el terror para despojar a alguien.

El gran poder político convierte a las trasnacionales en un Estado dentro de otro Estado que se dedica a proteger sus intereses, refiere Pierre Baaracyetse. Actúan impunemente con el argumento de generar empleo, “mejora la vida de la población local”, la proveen de bienes y servicios como garantes de seguridad.

Esta visión mercantilista convierte todo en mercancía, normaliza el saqueo de la biodiversidad y explota la fuerza de trabajo, advierte la agencia Broederlijk Delen, especializada en la protección de comunidades. En el Siglo XVI, el colonialismo español saqueó el oro de México, Perú y Colombia; pero hoy, la globalización imperialista despoja de ese metal al Alto-Maroni en la Guayana francesa y el uranio en Arlit, Níger.

Botín balcánico

Entre los años 60 y 80 del Siglo XX, el Producto Interno Bruto (PIB) de la Yugoslavia multiétnica y socialista fue de 6.1 por ciento en promedio anual, su población era pluriétnica e industrial, disfrutó de alta expectativa de vida y de servicios médicos y educativos gratuitos.

Pero tal estatus socioeconómico incomodó a Occidente y, a pesar de que no se alineó con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y mantuvo buena relación con Europa y Estados Unidos (EE. UU.), Occidente tramó su desintegración a través de embargos, boicots y guerras hasta terminar el experimento de socialismo de mercado.

Después de los acuerdos de paz en Dayton, Ohio,  en 1995, Yugoslavia fue sometida a los intereses comerciales de Alemania, EE. UU. y otros acreedores externos. El desmantelamiento de la federación fue llamado Operación 25, que dio curso a la recolonización de Bosnia-Herzegovina e impuso un nuevo orden mundial, reveló el analista Michel Chossudovsky. 

Detrás de los devastadores bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre Yugoslavia, querían apropiarse de sus recursos y asumir el control de su atractiva ubicación. Por ello, la Operación 25 se ejecutó con más de 15 mil incursiones aéreas que bombardearon ciudades y villas durante 78 días, que asesinaron a miles de personas e hirieron a otras tantas.

Gran parte de la población mundial fue informada de esta devastación, excepto de lo que ocurrió durante la confrontación de siete días sostenida en junio de 1998 por el ejército yugoslavo, la policía de Serbia y militantes del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). Para el gran capital, el objetivo de estas batallas fue la mina de carbón Belacévac, que proveía el combustible para generar electricidad en Kosovo.

Occidente resultó fundamental para la captura de esa mina. El presidente estadounidense William Clinton y el primer ministro británico, Anthony Blair, justificaron el despojo con el argumento de que su intervención había sido “humanitaria” pro-albanesa y contra la política del líder serbio Slobodan Milosevic.

Decenas de firmas extranjeras se lanzaron a explotar cobre, cromita, hierro y zinc, mientras Blair y el exfiscal general de EE. UU., John Ashcroft, se establecieron sobre el carbón mediante la empresa Ashcroft Group. Esta firma y la compañía angloindú Mittal Steel negociaron con grupos de presión del sector en el Congreso estadounidense, reveló Chris Mardsen.

Corporaciones e inversionistas instaron al imperialismo yanqui y a sus aliados a ocupar los Balcanes y asegurar el suministro del carbón y otros minerales; lo que finalmente se concretó en 1998-1999 durante los 78 días de intensos bombardeos aéreos de la OTAN sobre áreas civiles con la coartada de que “defendieron” a los kosovares.

Luego se proclamó independencia de Kosovo, provincia de mayoría albanesa. La mina Belacévac posee la tercera reserva mundial de carbón, además de lignito, zinc, plata y cromo y unas 342 mil hectáreas de tierra fértil, 464 mil hectáreas de bosques, ríos y montañas. Esta enorme riqueza atrajo el interés de las trasnacionales y provocó el acoso de Occidente a Serbia y Montenegro.

Este Estado, que resultó esencial para Yugoslavia, y que surgió tras la desaparición de la federación, se halla también en la mira de los saqueadores de Occidente, que desean apoderarse de su litio. En 2022, el presidente Aleksandar Vucic rechazó que la trasnacional Río Tinto explotara el gran yacimiento de litio de Jadar.

Para algunos analistas, ésta fue la causa de las protestas populares y de que la Academia Serbia de Ciencias y Artes alertara contra la devastación ambiental. Pero en junio de 2024, Río Tinto insistió en aplicar un estudio que ofreciera un “escaso impacto nocivo” ambiental en la extracción de 58 mil toneladas de litio, a una profundidad de entre 370 y 650 metros.

Pese a esa polémica, en julio de este año, Euronews publicó la firma de un “acuerdo inicial” entre Serbia, Alemania y la Comisión Europea para extraer el llamado “oro blanco”. A la Unión Europea (UE) le urge reducir su dependencia de China por este mineral.

Los europeos estiman a Bosnia-Herzegovina como otro de sus blancos, pues esta nación contiene grandes reservas de carbón (dos mil 600 millones de toneladas) que garantizan su soberanía energética por un siglo.

Expertos del Centro de Ecología y Energía (CEE) han alertado que si ingresa a la UE, su país sufriría una explotación extensiva y en 20 años se extinguiría el sector minero. Hoy, la firma Adriatic Metals, con sede en Reino Unido, gestiona ahí la mina de plata de Vares, donde proyecta extraer 800 mil toneladas anuales de este mineral. Sostiene que son necesarios para la transición energética europea y ofrece “contribuir en más del dos por ciento al PIB bosnio”.

Privatizar el océano 

Las corporaciones trasnacionales aumentan la tensión mundial porque ahora están “asaltando los océanos” en busca de minerales submarinos mediante el uso de dragas robóticas, buzos, barcos con sistemas de sondeo y aspiradoras.

El intenso saqueo del frágil ecosistema submarino daña y agota yacimientos minerales. Usan la falacia de que estos materiales son vitales para la transición energética y que solamente con ellos se abandonará la energía fósil por la renovable (solar, eólica y marina).

Con esta argumentación, las trasnacionales justifican sus amenazas contra los océanos y aceleran la crisis climática, afirma la ambientalista Maud Oyonarte. Mientras, un informe de Planet Tracker duda de que la minería submarina sea menos lesiva con el uso de energías limpias, por lo que exige una moratoria global de minerales marinos.

Sin embargo, las trasnacionales del sector influyen en la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuya función consiste en limitar la minería en aguas profundas pero, al parecer, alienta sus ganancias hacia las naciones en desarrollo. Tal es el caso de la compañía canadiense The Metals Company, que se ostenta como defensora ambiental, pero en realidad está saqueando minerales de los fondos marinos.

El interés de México se ve afectado por lo que ocurre en la Zona Clarion-Clipperton (ZCC), situada entre Hawai y costa del Pacífico. Ésta es tan rica en minerales que 17 empresas están explorando un área de casi un millón de kilómetros cuadrados, equivalente a territorios como Egipto o Colombia.

Recientemente se han descubierto ahí más de cinco mil nuevas especies marinas, cuyo hábitat se perdería con la explotación de la minería submarina y los operativos terrestres, pues los materiales se procesan en instalaciones costeras donde también afectarían a los pescadores.

La explotación trasnacional está arriesgando la reserva de la biósfera en las islas Revillagigedo; y gracias a las presiones sociales, México apoyará la moratoria para frenar actividades submarinas en su jurisdicción.

Sangría de África

El actual saqueo de minerales en África por las trasnacionales de Occidente se realiza mediante prácticas neocoloniales urdidas en la capital del Reino Unido, donde tienen su centro decenas de corporaciones controladoras de materias primas y minerales en la región subsahariana.

Para ocultar esa expoliación, las empresas de Londres recurren a dos tácticas: dar migajas de sus beneficios (unos 134 millones de dólares en créditos, inversión y apoyo) en “ayuda para el desarrollo”; y con su campaña global contra la supuesta “intervención de China”.

Para apropiarse de oro, plata, diamantes, platino, petróleo, gas, carbón, litio, uranio, manganeso y coltán africanos, el neocolonialismo occidental usa golpes militares, incursiones de mercenarios, inclusive terrorismo religioso extremista.

Desde hace más de medio siglo, este tipo de recursos ha provocado la caída de gobiernos democráticos y progresistas en Guatemala (1953), Chile (1973) y Argentina (1976), recuerda el académico Luis Conejo Barbosa

La energía es prioritaria para las empresas neocoloniales. Buques con petróleo, gas y carbón llegan a las exmetrópolis con un valor estimado de 192 millones de dólares (mdd) mensuales y supera el billón de dólares anuales, según el Instituto Tricontinental de Investigación Social (ITIS). De este desvalijamiento de recursos, nada queda para las poblaciones locales.

En Ghana, las corporaciones mineras han exportado oro a sus centros operativos por unos cinco mil 200 mdd. A cambio, el gobierno local únicamente obtiene 1.7 por ciento de las ganancias y la población de las áreas apenas recibe 0.11 por ciento.

Esa cifra es aleatoria, pues las trasnacionales evaden impuestos. Frente a tan colosal diferencia, instituciones imperialistas como el Fondo Monetario Internacional (FMI) la atribuyen a la “mala gobernabilidad” y a la “corrupción endémica” prevaleciente en los gobiernos del continente.

Los saqueadores eligieron a Nigeria –miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)– para explotar sus yacimientos de crudo e ilegalmente ordeñar ductos de combustible causantes de explosiones y muertes masivas; aunque a los nigerianos les prohíben usarlos, denuncian Juan Battaleme y Mariano Chretien.

Debido a esa humillación y a los conflictos derivados de la expoliación, miles de africanos emigran hacia Europa; su reacción resulta más ofensiva. Así, cuando las élites francesas presionan a Emmanuel Macron para blindarse contra esos migrantes, olvidan que su riqueza se integró con la explotación de sus colonias africanas, asiáticas y americanas.

La República Democrática del Congo (RDC) tiene la mayor reserva mundial de cobre, de cuya inmoral e ilegal extracción se ha beneficiado Francia con más de 120 mil mdd y que, entre otros corporativos, explota la firma gala Générale des Carriéres et des Mines.

Durante lustros, París atizó ahí el conflicto “interno” entre congoleses, mercenarios y el crimen organizado para desestabilizar al país, denuncia el informe Nuevo colonialismo. Lo mismo hace en Zambia, donde extrae cobre; no le retribuye las legítimas divisas y la priva del propio desarrollo, explica el director de la red Tercer Mundo Africa, Gyekye Tano.

En su lógica de rapiña, Francia alegó acciones “antiterroristas” y, en 2010, amagó con invadir Costa de Marfil; en 2013 invadió Malí y luego Chad. Por eso, Laurent Gbagbo advirtió que la “Francia pirómana no debía actuar como bombero” en África.

Siria: robo de crudo

Detrás de la actual devastación en Siria está el latrocinio de su petróleo. En junio pasado, la organización terrorista kurda Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PTK) y la milicia proestadounidense Unidades de Protección Popular (PKK/YPG) controlaban el 70 por ciento de los yacimientos.

Con la venta clandestina de este crudo, ambos grupos confiscaron al pueblo sirio unos mil 500 mdd anuales. En julio de 2022, Siria denunció que, entre 2011 y el primer semestre de 2023, fuerzas de EE. UU. robaron su petróleo y minerales causando daños cuantificados en más de ciento 15 mil mdd.

Nadie impidió ese vandalismo, que se ha sumado al bombardeo sistemático de instalaciones energéticas por la Coalición Internacional, que degradó la situación humanitaria en ese país. Washington y sus aliados alentaron a grupos separatistas y mercenarios para ocupar territorios y expulsar a la población aumentando el sufrimiento.

A instancias internacionales, Damasco pidió frenar ese saqueo y exigió a EE. UU. que rinda cuentas por ese despojo. Con el robo en el fondo marino, como en las minas africanas europeas y en los yacimientos petrolíferos, Occidente amplía su explotación de los recursos naturales de los pueblos de regiones enteras del planeta, a cuyos gobiernos desestabiliza o derriba. 

 

 

 

 

Cómo frenar el pillaje

El cambio del modelo que legitima el saqueo, exige la consolidación de un sistema que garantice el derecho a la tierra, regule el acceso a recursos de actores externos (con certificaciones de extracción), la mediación institucional y el empoderamiento de todos los sectores sociales en la toma de decisiones. 

De no alcanzarse este consenso, los próximos años atestiguarán más conflictos armados que los anteriores, más devastadores y más alejados de acuerdos de paz. En los pasados 66 años, la competencia por controlar los recursos naturales causó más de 40 por ciento de los conflictos de baja y alta intensidad, advierte la ONU.

Por eso, hoy en Colonia, Alemania, activistas contra el carbón, habitantes de un hambi (o casa de árboles) del bosque de Hambach, protestan contra la depredación de ese mineral con el lema “Luchamos contra el capitalismo y las grandes empresas que gobiernan el mundo y lo destruyen por su afán de lucro”.

 

 

En EE.UU. roban puentes

Sorprende saber que, en EE. UU., los ladrones de metales ya arrasan ciudades. Roban cobre y metales de miles de lámparas del alumbrado público, estatuas de bronce, inclusive placas de sepulcros y monumentos, que venden a recicladores de chatarra; denunció The New York Times en julio pasado. 

El famoso puente de la Calle 6ª de Los Ángeles pasó al olvido cuando su armazón de alambre fue sustraído por hábiles ladrones. En Las Vegas, Nuevo México, y comunidades aledañas, desaparecieron de la calle mil 561 kilómetros de cableado eléctrico de las farolas en los últimos dos años, informó The Times.

Mientras tanto, el puente de la calle 6 en Los Ángeles, conocido como Cinta de luz porque brilla con luces coloridas, ahora está oscuro por la noche, igual que varios tramos de la Autopista 405 y docenas de calles en esa ciudad, reportó Michael Corkery.


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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