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Cuando Occidente experimenta las profundas contradicciones político-económicas del sistema capitalista, agudizadas en el último año por la pandemia del Covid-19, Rusia fortalece la integración regional a través de la Unión Económica Euroasiática (UEE), por lo que además renueva relaciones con sus vecinos y vuelve a liderar el espacio de Asia central. El nuevo bloque es atractivo para México porque necesita diversificar su comercio y dejar atrás su dependencia de Estados Unidos (EE. UU.), del que es socio cautivo a través del Tratado México-EE. UU.-Canadá (T-MEC).
El pasado 11 de diciembre celebraron una cumbre virtual los jefes de Estado del proyecto integrador más interesante de las últimas décadas: la UEE. Paradójicamente, centros de análisis geopolítico de Occidente silenciaron esta reunión y sus importantes acuerdos. ¿La razón? El temor del capitalismo corporativo a las formas innovadoras de organización que están fuera de su control.
Formada por Armenia, Bielorrusia, Kazajastán, Kirguistán y Rusia, la UEE representa el 3.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial; el 2.2 por ciento de la producción industrial global y el tres por ciento de los bienes exportados en el planeta por el volumen de su comercio interno. Es, pues, un bloque de enorme importancia geopolítica y estratégica en el espacio postsoviético.
Pese al impacto de la pandemia en los países miembros, la UEE avanzó en su plan integrador; profundizó en su comercio interno, la inversión común, dinamizó su economía y finanzas, además de que amplió tres campos clave: el intercambio energético, el industrial y el tecnológico.
Esta alianza trasnacional será la vía idónea para que países como Rusia misma, China, Irán, Cuba y otros salgan adelante pese a las ilegales y extraterritoriales sanciones impuestas por EE. UU. y sus aliados.
Superbloque
La UEE debe verse como una iniciativa de relevancia geopolítica. Implica el rediseño del mapa geoestratégico del Cáucaso y Asia central, regiones clave en la perspectiva histórica de Occidente y que, por supuesto, desafía la influencia de las potencias en la era de la postpandemia de Covid-19.
Su pasada cumbre dejó un mensaje alentador en medio de la crisis económica generada por la pandemia: que es posible vigorizar la cooperación regional con acuerdos puntuales. Además, mostró su gran capacidad comercial, energética y tecnológica.
La superficie de los cinco estados miembros suma 20.3 millones de kilómetros cuadrados (mdk), contra los 17.1 mdk de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), cuenta con 186 millones de habitantes, y suma un PIB anual de cuatro mil 198 millones de dólares (mdd).
La breve historia de la UEE también expresa un éxito diplomático, pues pese a las dificultades propias de cada Estado miembro y al acoso del capitalismo corporativo imperialista, el bloque avanza en producción, tránsito y comercialización común de bienes, servicios, energía y sistemas informáticos.
Relaciones globales
La UEE nació como un bloque regional con visión trasnacional. Éste es el mapa de sus vínculos con socios y amigos en el mundo.
2018. Acuerdo de Cooperación con China. México busca nuevos aliados y diversificar sus relaciones comerciales, por lo que ve con buenos ojos la gestión de la UEE y le interesa buscar acuerdos, señaló el representante de ProMéxico en Rusia, Jaime Arias, en el Foro Económico de San Petersburgo. Para la UEE, el mercado mexicano es muy apetitoso, con sus 130 millones de consumidores, pero también lo visualizan como socios y amigos, manifiestan los inversionistas. La UEE, Guatemala y el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (CELA) firman acuerdo de cooperación para una integración regional.
2019. Acuerdo de Libre Comercio con Irán.
Mientras el Mercosur seguía su negociación con la Unión Europea, pacta con la Unión Euroasiática para aumentar su intercambio de bienes y servicios, así como para promover el empleo regional, al eliminar 66 de las 78 barreras arancelarias.
Chile y la UEE firman memorándum de entendimiento para facilitar la cooperación mutua.
En 2020, los cinco miembros interactuaron de inmediato para frenar el avance del Covid-19. En junio, todos seguían los criterios de un plan de acción conjunto que fortaleció los sistemas de salud con medidas integrales de protección.
En los primeros meses, Rusia proveyó a sus socios con casi 900 mil pruebas para detectar casos oportunamente y mantiene esa dotación. Suministró medicamentos y consumibles médicos, así como epidemiólogos y otros especialistas que compartieron experiencias con sus colegas de la unión.
Los equipos y profesionistas llegaron hasta las regiones de más difícil acceso de la UEE; y en diciembre se analizó el plan para suministrar la vacuna rusa Sputnik 5, así como la vacuna EpiVAC Corona, que ya completó su registro.
La pandemia impuso al bloque el desarrollo de tecnología avanzada que proporcionara información sanitaria en vivo y en línea, así como para impartir educación a millones de estudiantes que interrumpieron sus clases.
Con su visión a futuro, la UEE tiene un objetivo ulterior: crear la Gran Asociación Euroasiática con base en la iniciativa china de la Franja y la Ruta. “Es un proyecto moderno, flexible, abierto, que establezca una cooperación eficaz e innovador. Hay un buen número de países interesados en trabajar con nosotros”, considera el presidente ruso Vladimir Putin.
Solo en 2020, la UEE logró acuerdos comerciales con Vietnam, sostuvo negociaciones con Egipto, Israel e India y promovió pláticas para liberar el régimen comercial con Indonesia y Mongolia. Testimonio de su visión transfronteriza, la Unión admitió a Cuba y Uzbekistán como observadores.
El presidente cubano Miguel Díaz Canel expresó que esta sociedad surge en el marco de la persecución bancaria, financiera, médica y de la ayuda humanitaria que Cuba brinda a otros países. “Reconocemos la fortaleza de la UEE y las perspectivas que proyecta al futuro. Ese estímulo para seguir promoviendo la cooperación en un contexto global más complejo. Contarán con la modesta pero sincera colaboración de Cuba”.
Acuerdos clave
De los 28 acuerdos adoptados, destacan éstos:
• Incorporación de Cuba y Uzbekistán como observadores.
• Dar respuesta conjunta al Covid-19 y mantener un esfuerzo común de prevención.
• Kazajastán asumirá la presidencia pro tempore en 2021.
• Se aprobó la estrategia de integración euroasiática hasta 2025.
• Armonizar las leyes de los miembros para remover barreras arancelarias.
• Ratificar lineamientos de acción para 2021.
• Entrarán en vigor el Tratado de Libre Comercio con Serbia y se amplía el tratado con Irán.
• Se aprobó el acuerdo de intercambio de información contra el lavado de capitales y financiamiento al terrorismo.
• Se convino avanzar hacia una política común en agricultura.
• Expandir el uso de las monedas nacionales en transacciones comunes para reducir el uso de monedas extranjeras en la economía de los países miembros.
En su mensaje de bienvenida, Putin declaró que ambos son socios naturales y tradicionales de la unión. A su vez, el presidente de Bielorrusia y líder de la cumbre, Alexander Lukashenko, reconoció: “Cuba está lejos geográficamente, pero históricamente siempre ha estado con nosotros. Estoy seguro que su contribución para expandir nuestra cooperación económica será significativa”.
Recelo occidental
El bloque, bosquejado en 2011, no atrajo la atención de EE. UU., ni de la Unión Europea (UE). Los estrategas consideraron que Rusia no tenía intención de incluirlos en Asia central o el Cáucaso sur, donde aparentemente Occidente no tenía interés. Entonces, la UE aparecía como modelo de integración. En realidad, su objetivo era reafirmar el orden occidental sobre cualquier actor emergente en la región.
La crisis de 2014 en Ucrania demostró que a Washington y sus aliados europeos les importaba mucho mantener a los países del este bajo su control. Los nuevos Estados independientes se decepcionaban cada vez más de la ilusión del libre mercado y la democracia.
En 2013, Armenia puso fin a su negociación con la UE sobre un Acuerdo de Asociación, tras anunciar que había decidido incorporarse a la Unión Euroasiática. Ese otoño comenzó otra crisis inesperada: el presidente de Ucrania, Viktor Yanukovic, declaró que no firmaría el Acuerdo de Asociación con la UE, pues optó por mantener sus vínculos comerciales con Rusia.
La noticia fue devastadora para Europa, que perdía el gran mercado ucraniano que su economía necesitaba. Ambos retiros destruyeron la ambición geopolítica de Occidente, ansioso de salir de su crisis; de ahí su implacable reacción: desencadenó el golpe de derecha en Kiev para –supuestamente– defender el derecho al libre comercio y convertir a esa nación en un país europeo “normal”.
Superbloque energético
La UEE detenta un enorme poder energético; por ello, el lema del nuevo mercado común del gas es: “Si la gente no puede moverse, la energía puede hacerloˮ. Los miembros adquirirán el fluido a un precio muy bajo para alimentar sus viviendas e industrias.
El 11 de diciembre se anunció que el gas es una cuestión política para el bloque. Sus miembros producen más del 20 por ciento del gas natural mundial, el 15 por ciento del petróleo y el gas natural condensado del planeta; el nueve por ciento de energía eléctrica mundial y el 5.9 por ciento del carbón global.
Como la energía es un factor clave de la economía del bloque, seguirá la iniciativa de un mercado común de electricidad en la creación de un mercado común energético.
La UE coqueteó, a su vez, con la iniciativa de Polonia sobre una Asociación Oriental, que imitaba el plan geoestratégico de Alemania de acercarse a sus vecinos del este para lograr la estabilidad tras el conflicto en Ucrania. Sin embargo, el ministro alemán de Exteriores, Steinmeier, rechazó el plan, pues entonces Berlín y Moscú mantenían una enriquecedora relación.
Es obvio que la actual emergencia de un bloque euroasiático liderado por Rusia no agrada a Occidente. La UE y EE. UU. ven con enorme desconfianza el reposicionamiento de Rusia en la geografía postsoviética, temen que la UEE sirva al Kremlin para recuperar Ucrania y a otros países sobre los que Occidente ya no ejerce “poder de seducción”.
En Occidente, toda referencia a la UEE atrae críticas por el liderazgo ruso. No obstante, el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, ha reconocido: “Rusia es la columna vertebral de nuestra integración”. Además de que, históricamente, Moscú fue el centro político-económico en la relación dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), junto a esas cuatro repúblicas.
Rusia tiene, además, una vasta experiencia internacional; su más reciente y exitosa incursión se manifestó en el bloque de países emergentes BRICS, acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El volumen de su riqueza energética y su economía hacen ver con claridad su hegemonía en la UEE. Tal como la de Alemania en la Unión Europea y la de EE. UU. en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Objetivos
• Estimular el desarrollo de los países miembros, el bienestar y la calidad de vida de su población.
• Crear un mercado común de bienes, servicios, capital, fuerza de trabajo y un espacio digital común.
• Dar respuesta regional coordinada contra las sanciones de Occidente.
• Crear una App móvil para simplificar trámites administrativos en el movimiento de personas entre países de la unión.
• Usar las tecnologías electrónicas para protegerse de la piratería al mercado común y a los consumidores.
El fortalecimiento de la Unión Euroasiática es un dilema para la Europa comunitaria en tiempos del Brexit y la crisis económica postpandemia. La UE sabe que comparte su espacio oriental con los países del antiguo bloque socialista, que hoy enfrentan la renovada cohesión rusa, explica Ulrich Speck, experto del Real Instituto El Cano.
Hoy, todo apunta a que la UE y la Unión Euroasiática deberán convivir y eventualmente ser complementarios, más allá de la natural competencia. Los europeos vivieron momentos difíciles cuando Donald John Trump les negó todo apoyo estratégico, los vapuleó al abandonar el acuerdo climático, apoyó al Brexit y exigió cuotas financieras para sostener a la OTAN.
Es previsible que la presidencia de Joseph Biden Robinette no cambie la actitud hostil hacia la hegemonía energética de Rusia en Europa. El demócrata ha sido un oponente más duro que Trump contra el proyecto del gasoducto ruso NordStream 2.
Como vicepresidente de EE. UU. Biden calificó el proyecto como un “mal negocio” para Europa e insistió en suministrar gas natural licuado de su país a sus socios europeos, según el diario sueco Svenska Dagbladet. En los próximos meses, el mundo verá hacia dónde extiende el demócrata su guerra del gas contra Rusia y sus aliados de la UEE.
Espacio postsoviético se confirma ante Rusia
1995. Acuerdo de unión aduanera entre Bielorrusia, Kazajastán, Rusia, Kirguistán y Tadjikistán.
1996. Acuerdo de Integración Económica y Humanitaria: Bielorrusia, Kazajastán, Rusia y Kirguistán.
2000. Nace la UEE como iniciativa lateral a la CEE.
2006. Se suma Uzbekistán.
2010. Entra en vigor la Unión Aduanera Euroasiática.
2011. Nursultán Nasarbeiyev propone crear la Unión Económica Euroasiática. Firman su adhesión Bielorrusia, Kazajastán y Rusia.
2015. Se activa la UEE como nuevo mercado común. Armenia se integra.
2017. Putin apoya una zona de libre comercio en Asia-Pacífico. Busca ampliar la presencia rusa en la región y fortalecer la posición geopolítica de Rusia.
10 de noviembre de 2020. Memorándum de Entendimiento que implementa el concepto de Gran Sociedad Euroasiática a través de la cooperación en seguridad, economía, cultura y humanitaria.
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.