El costo de la canasta básica registró un alza de 0.80 por ciento.
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A partir de 2023, un silbido de alerta recorre los campos ganaderos de México: el gusano barrenador (Cochliomyia hominivorax), un parásito que devora tejido vivo en animales y humanos ha reaparecido después de décadas de considerarse erradicado. Este insecto, capaz de convertir una herida menor en una infección mortal, no sólo amenaza la economía ganadera, sino que desafía los sistemas de vigilancia epidemiológica. ¿Cómo regresó?
En los años 70, México hizo historia al convertirse en el primer país del mundo en eliminar al gusano barrenador, gracias a una campaña pionera que combinó la liberación de moscas estériles traídas de Estados Unidos (EE. UU.) (técnica del insecto estéril) y cuarentenas. Dicha técnica consiste en esterilizar a los machos de la mosca barrenadora y liberarlos en zonas infestadas, donde se aparean con hembras fértiles, pero no logran fertilizar los huevos, lo que reduce a mediano plazo la población de la plaga. Gracias a lo anterior, el país pudo declararse libre de gusano barrenador en 1991.
Este programa, replicado con éxito en Centroamérica y EE. UU., evitó durante décadas pérdidas millonarias en el sector ganadero. Sin embargo, en 2023, nuevos brotes en Chiapas y Tabasco reactivaron la emergencia sanitaria. Según datos del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), entre diciembre de 2024 y abril de 2025 se han documentado 880 casos en animales, además de seis casos confirmados en humanos. Las consecuencias económicas ya son tangibles: EE. UU., principal mercado de exportación, suspendió la compra de ganado mexicano para evitar la reintroducción de la plaga, dejando a miles de productores sin alternativas comerciales. Para México, el riesgo es doble: económico (la industria cárnica exporta a EE.UU., donde el parásito está erradicado) y sanitario, especialmente en comunidades rurales con acceso limitado a veterinarios.
¿Qué explica la resurgencia del gusano? Los expertos apuntan diversas causas: 1) el cambio climático, ya que el aumento sostenido de temperaturas ha incrementado la capacidad reproductiva de la mosca y los huracanes contribuyen a dispersar estos organismos; 2) el movimiento ilegal de ganado desde zonas endémicas en Centroamérica que se ve favorecido por el débil control de la frontera sur; 3) la falta de inspección y monitoreo sanitario para detectar los casos de manera temprana y 4) la negativa o lentitud del gobierno estadounidense para reabrir el centro de dispersión de moscas estériles para combatir el gusano barrenador ubicado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, lo que quedó de manifiesto en la mañanera del 13 de mayo con la declaración de Julio Berdegué, secretario de Agricultura y Desarrollo Rural: “hemos pedido durante meses, sin respuesta, que se abra la planta de producción de moscas estériles en México, en el estado de Chiapas; seguimos esperando la respuesta de las autoridades, porque eso es esencial para poder combatir con efectividad esta plaga”.
¿Cómo enfrentar este desafío sanitario? La experiencia histórica es aleccionadora: México requirió tres décadas para erradicar el gusano barrenador en el siglo pasado, lo que advierte la complejidad del reto actual. La contención efectiva de la plaga exige una intervención multisectorial que combine diversos métodos de control:
1) Control biológico: reactivar el centro de producción de moscas estériles de Chiapas (que operó entre 1974-2003) o establecer nuevos centros con moscas producidas en México e implementar trampas con feromonas a diversas escalas para captura masiva.
2) Soberanía científica: invertir en investigación nacional para desarrollar tecnologías propias (como alternativas a la tecnología patentada de edición genética CRISPR-Cas9), evitando la dependencia de EE. UU. , que es el único en producir las moscas estériles en una planta en Panamá.
3) Vigilancia reforzada: fortalecer los controles sanitarios en la frontera con Centroamérica, con mayores recursos humanos y tecnológicos para inspección ganadera.
4) Apoyo diferenciado a productores: diseñar subsidios y capacitaciones accesibles para pequeños ganaderos del sur, enfocados en detección temprana de infestaciones y protocolos de manejo de heridas.
5) Enfoque climático: incorporar el cambio climático como factor crítico en las políticas públicas, dado su impacto en la dispersión geográfica de ésta y otras plagas.
Esta batalla exige voluntad política, colaboración interinstitucional y financiamiento sostenido. El Gobierno Federal debe priorizar el tema, pues las consecuencias de la inacción –pérdidas económicas, riesgo zoonótico y crisis social en el sector rural– podrían ser devastadoras.
El costo de la canasta básica registró un alza de 0.80 por ciento.
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Escrito por Citlali Aguirre Salcedo
Maestra en Ciencias Biológicas por la UNAM. Doctora en Ecología por la Universidad de Umeå, Suecia.