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La pobreza en México tiene millones de rostros. Uno es el de Marta del Rocío Hernández, una mujer de 68 años, quien padece tres enfermedades crónicas causadas por la mala alimentación, la violencia familiar y la falta de servicios básicos en su colonia Humberto Aguirre Cruz en Xalapa, un asentamiento con apenas 6 años y donde habitan más de 300 familias, y a pesar de que se ubica a pocos kilómetros del centro histórico de la capital veracruzana, el olvido de las autoridades es evidente.
Marta, con más de 5 años careciendo de agua potable y drenaje sanitario, tiene que caminar entre lodo en época de lluvias por falta de calles pavimentadas y resistir a la artritis reumatoide, epilepsia y niveles altos de colesterol en la sangre, lo que le ha impedido desde hace 14 años trabajar y valerse por sí misma. Tiene ocho hijos, aunque con lágrimas en sus ojos y una profunda sensación de tristeza comenta que vive sola y solo tiene contacto con su hija Lupe, quien vive en el extranjero y gracias a ella, pudo construir una pequeña casa de 4x 4m, donde apenas cabe una cocina, que al mismo tiempo sirve de dormitorio y un baño de una sola pieza.
En parecida situación se encuentran al menos 5 millones 088 mil 600 de pobres en Veracruz, de los cuales un millón 457 mil 900 viven en pobreza extrema (duermen con el estómago vacío), lo que representa al 61.2 por ciento de los poco más de 8 millones de veracruzanos, lo que coloca al Estado en el cuarto lugar entre las entidades más desiguales de las 32 existentes en México y una de las que presenta mayor índice de pobreza.
Tan solo en la ciudad de Xalapa, existen 169 mil 722 personas cuyos ingresos se encuentran por debajo de la línea de bienestar; representa al 37.6 por ciento de la población total en el municipio, diametralmente el 20.28 por ciento de la colonias existentes, no cuentan con los servicios básicos como el agua potable, drenaje sanitario, luz eléctrica, ni pavimentación, según datos publicados en el informe de pobreza y evaluación 2020 por el Consejo de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).
Pobreza y violencia
Doña Marta, mientras nos permite entrar en su pequeño jardín, nos muestra que tiene un puesto de dulces, del que no obtiene lo necesario para vivir. Narra su vida, ha sido complicada, atribuye que por ser mujer, aún más, recuerda que cuando tenía 14 años fue abusada sexualmente por el hijo mayor de la dueña de la casa donde trabajaba como empleada doméstica, “fui abusada sexualmente cuando llevaba 3 meses trabajando en esa casa. Cuando mi patrona se dio cuenta de los sucedido fue cómplice de su hijo, me amenazó para que no dijera nada”.
Su vida de violencia no culminó allí. “Cuando me casé con Ricardo a los 17 años, viví como una esclava, tenía un chiquillo en el brazo, en la otra mano uno que ya caminaba y en mi vientre ya se desarrollaba otro de meses, mientras cuidaba el ganado de mi esposo, él se emborrachaba para llegar a gritarme, y su madre Hortencia se sumaba al maltrato, yo tenía que aguantar, así viví durante 38 años, tuve ocho hijos y no tenía ningún lugar al cual ir”, menciona Marta mientras rompe en llanto, recuerda que la pobreza y la falta de comida a más de 50 años aún siguen vigentes en su vida diaria, “hace 14 años cuando las enfermedades aparecieron en mi vida, recordé lo que había pasado e intenté suicidarme, un día me excedí tomando las pastillas para mi enfermedad, hubiera preferido irme”, sentencia.
La situación de pobreza de millones mexicanos se ha vuelto más miserable debido a los efectos económicos de la pandemia de covid-19. El ejemplo claro es doña Marta, a sus 68 años de edad comenta que la situación es cada vez más preocupante, “antes mínimo había trabajo, mi hijo Rafael, el más chico, se fue hacia el norte en busca de una vida mejor, le dije muchas veces que no se fuera por todo lo que estaba pasando, ahora a más de 3 meses de su partida, me llamó para decirme que está varado porque no puede entrar ni tampoco regresar porque no tiene dinero” menciona mientras explica que ella vende dulces para apoyarse en la alimentación, “al día vendo entre 2 o 3 pesos, no me alcanza para nada, tengo que estar pidiendo comida a mis vecinas y a veces pedir prestado a las pocas amigas que tengo”.
Así, a pesar de los discursos gubernamentales sobre combate a la pobreza, la realidad en el país es que la terrible brecha de desigualdad social sigue siendo muy profunda. La Oxfam en su reciente reporte sobre desigualdad social en México expuso que “la situación en el país es dramática ya que el modelo económico mexicano beneficia sólo a las élites más ricas”. Con base en estas cifras, la riqueza de los mexicanos más ricos en 2017 fue de 116 mil millones de dólares: las 10 personas mexicanas más ricas tienen la misma riqueza que el 50 por ciento más pobre de México. “Los grupos de interés económico ejercen influencia desmedida sobre diferentes políticas públicas para mantener privilegios. Esto constituye una captura política del Estado y los más desprotegidos son los que pagan los platos rotos”, señala el estudio.
A pesar de que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, haya mencionado en múltiples ocasiones que en el país se priorizan los recursos para el gasto público, la realidad demuestra lo contrario, ya que dentro de los 37 países pertenecientes a las OCDE, en donde está México, se destina un 20 por ciento del PIB al gasto social, en América Latina en promedio se destina un 11 por ciento del PIB. En México se programa menos del 10 por ciento, lo que deja muy mal parado al presidente, al no corresponder su discurso con la realidad.
Desempleo y falta de apoyos gubernamentales
Con la crisis económica se ha golpeado más la economía de los trabajadores pobres. Tan solo en el mes de abril se perdieron 12.5 millones de fuentes de trabajo (2.1 millones de empleos formales y 10.4 millones en el sector informal), dejando a igual número de familias en la incertidumbre y la zozobra por no tener ingresos para alimentarse, cubrir gastos de educación de los hijos, pagar servicios básicos, rentas y otras deudas adquiridas. Y, por si esto no fuera suficiente, el pronóstico de la Organización Internacional del Trabajo en relación al panorama laboral del país para los próximos dos años es desalentador, pues estima que para 2021 otros 2.3 millones de mexicanos pasarán a engrosar las filas de desocupados.
A pesar de este incierto panorama trazado por la pandemia del Covid-19, el presidente de México, no anunció la puesta en marcha de un programa económico emergente para ayudar a las familias sin ingresos fijos, dijo que solo reforzaría los programas de transferencia monetaria directa ya existentes, sin embargo, solo algunos sectores de la población tienen acceso a ellos.
Por ejemplo, el comunicado publicado el 11 de mayo del 2020 por el Coneval, estima que ninguno de los programas se dirige explícitamente a la población en situación de pobreza, de acuerdo con esta medición, hasta el momento ninguna acción está dirigida a la población que perdió su empleo a raíz de la emergencia sanitaria y que algunas de las medidas anunciadas por el Gobierno Federal, podrían ser insuficientes para llegar a toda la población que se verá afectada por la pandemia del Covid-19.
Por su parte, organismos internacionales como la CEPAL le han propuesto al gobierno de México “avanzar hacia un ingreso básico universal que se debe implementar gradualmente en un período definido de acuerdo con la situación de cada país” conforme a los criterios de progresividad establecidos en los Principios de Limburgo sobre la Aplicación del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Ante este escenario, Marta López, pide apoyo al gobierno federal, ya que dentro de los programas de transferencia monetaria directa ejecutados por el gobierno federal desde principios de la administración, no está contemplada, en este sentido, se suma a los poco más de 2.6 millones de veracruzanos que no son beneficiarios con los programas asistenciales lopezobradorista, y que desde el inicio de la contingencia han estado solicitando apoyo alimentario o económico al gobierno del también morenista, Cuitláhuac García Jiménez, gobernador de Veracruz, sin que hasta el momento exista algún apoyo para Marta López y para muchas otras familias en dificultad económica.
“En múltiples ocasiones he realizado cartas dirigidas a las autoridades para que volteen a las colonias y observen cómo vivimos los xalapeños más pobres, hemos colocado trapos rojos y blancos afuera de nuestras casas en señal de auxilio sin recibir respuesta alguna por su parte, ni siquiera una despensa. Sabemos que han soltado algunos apoyitos sólo para la gente que simpatiza con su partido, pero no para la gente que realmente lo necesitamos”, manifiesta López Hernández.
Marta, finalmente reitera que seguirá luchando junto a sus compañeros colonos integrantes del Movimiento Antorchista Nacional para que los distintos niveles de gobierno volteen a ver la necesidad de la gente o para que, cuando menos, “la gente ya no se deje engañar por este tipo de gobiernos insensibles que en sus campañas prometen mucho a los pobres y cuando llegan al poder se olvidan de nosotros”.
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Escrito por Antonio de la Cruz Pérez
colaborador