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Cuando el ciudadano común escucha la palabra “impuesto”, se estremece de pies a cabeza. Aunque no sea erudito en la materia, comprende que esto significa desembolsar dinero. Nadie le preguntó si estaba de acuerdo, tampoco se realizó una consulta popular para que diera su opinión sobre el tamaño justo de la carga tributaria y si está dispuesto a llevarla a cuestas. Un impuesto es una imposición y debe de pagarse, poco importa que la persona pueda cubrirlo o que sea un trabajador que vaya al día. Los impuestos se encuentran presentes en la compra de cualquier producto, en el trabajo, en la posesión de algo o en algún servicio.
Los impuestos hallan su justificación en el buen funcionamiento de la economía. En una economía ideal intervienen tres elementos imprescindibles, las familias, las empresas y el gobierno. Los ingresos de los hogares fluyen hacia la empresa; ésta entrega, a su vez, servicios y productos; las familias venden su fuerza de trabajo a las empresas y de éstas reciben dinero para comprar los satisfactores necesarios; y tanto empresas como hogares ceden al gobierno una parte de sus ingresos, en forma de impuestos, para que éste los regrese en infraestructura y servicios. En este ir y venir del dinero hay un flujo –como si fuera de energía– en el que nada se pierde y todos ganan; por tanto, el flujo circula de forma ideal y la sociedad vive “el sueño de los justos” de esta utopía.
Pero al revisar con más detalle ese flujo, resulta que las empresas pagan muy mal a sus trabajadores; que los empresarios fincan su riqueza sobre los hombros de éstos, mientras acumulan y acrecientan su riqueza. De tal forma que un puñado de ricos disfruta de una vida escandalosa de lujos y excesos, mientras a sus empleados el salario apenas les alcanza para comprar alimentos y regresar al otro día al trabajo, en el supuesto de que cuenten con uno. Además, en este flujo desigual, las personas viven endeudándose para satisfacer algunas de sus necesidades como si estuvieran en una especie de “tienda de raya” moderna. Los impuestos recaen en las capas populares y los pequeños negocios, y cuando esperan que se les regrese algo de los impuestos pagados, producto de la riqueza que han creado, éstos se desvían para favorecer a los grandes corporativos, las zonas residenciales donde viven las familias pudientes; o bien sirven para enriquecer a los funcionarios de todos los colores, incluyendo a los impolutos morenistas.
De esta manera, el flujo circular e ideal de la economía se convierte en un ciclo perverso de miseria, del que nadie puede escapar. El cambio que se esperaba de un gobierno que presume ser de izquierda, era una política de impuestos progresiva, con la que pagara más quien más tiene; pero esto no sucederá. Todo lo contrario. Y de ello somos testigos con un gobierno que enfrenta una economía en quiebra a causa de sus malas decisiones, de su descontrol ante el Covid-19; de la continuación de sus “regalos de dinero” sin ton ni son a través de programas sociales destinados a comprar a los votantes en la próxima elección, y que hoy necesita con urgencia de más recursos fiscales.
Pero como un aumento en los impuestos sería muy impopular, el gobierno de la 4T decidió recurrir a una solución parecida a la que los asesores de un viejo rey propusieron: cobrar impuestos por cada ventana habida en las casas del reino. Por ello, el ahora empequeñecido rey de la 4T ha ordenado que los jóvenes mayores de 18 años sean registrados en el Sistema de Administración Tributaria (SAT) pretextando que, con ello, hallarán fácilmente trabajo.
Mal andan las cosas cuando por un lado se difunde que se atiende a la población más vulnerable –solo porque hay becas para jóvenes y pensiones para adultos mayores, programas que existían antes de este gobierno– y por el otro se ordena que los jóvenes sean incluidos en el Registro Federal de Contribuyentes y se insiste en castigar con cárcel a quienes no paguen impuestos. Frente a esta arbitrariedad, hasta los ministros de la Suprema de Corte determinaron que esto no procede porque sería un instrumento para criminalizar la pobreza.
Además, el actual gobierno no ha justificado en qué gasta el dinero, pues no hay obras de trascendencia en las entidades federativas; el campo está abandonado; el personal médico es despedido en un momento crucial; se castiga a la ciencia; no se ha invertido un solo peso en reacondicionar las escuelas públicas para el retorno a las clases presenciales y, de manera inmisericorde, los hospitales carecen de medicamentos. Por todo esto y sus nuevas imposiciones, lo único que conseguirá la 4T es acelerar su caída. Al tiempo.
Datos de la SHCP revelan que el gobierno de la 4T redujo su gasto en salud, al destinar sólo 800 mil 347 millones de pesos, menos 3.4% al sector, la mayor caída en los últimos 15 años.
Un análisis del CIEP informa que el PEF 2022 concentra el gasto productivo en energía, que recibiría casi 15 veces más recursos que la inversión destinada a educación y salud en conjunto”.
Reiteró que no planteará “una reforma fiscal profunda”.
El pasado nueve de noviembre, la Cámara de Diputados aprobó el PEF 2024, en el que se contemplan recortes del nueve al 12% en varias áreas o aumentos insignificantes en la atención a los padecimientos específicos de la mujer, como salud materna, salud sexual y reproductiva, entre otras.
La Cámara de Diputados determinó que la discusión del Presupuesto para el próximo año en el Pleno iniciará el próximo lunes 6 de noviembre.
En cinco años de gobierno de la 4T la situación de la mujer en México ha empeorado; el Presidente ha incumplido su promesa de otorgar recursos para lograr la igualdad de género y, al contrario, ha reducido el presupuesto de los programas destinados a apoyarlas.
Esta tarde el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, entregó el Paquete Económico 2023 a la Cámara de Diputados, con un presupuesto total de 8 billones 299 mil 647 millones 800 mil pesos.
Quienes afirman que el presupuesto en Salud será mayor para el próximo año y beneficiará a los mexicanos, mienten; un estudio de México Evalúa, demostró que este aumento resulta engañoso.
Diputados de oposición responsabilizaron a Morena de “la parálisis” que se tiene en el Congreso capitalino, debido a su negativa para iniciar el proceso de revisión y análisis del Presupuesto CDMX para 2024.
La Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha manifestado públicamente que su gobierno dará continuidad a la “Cuarta Transformación” .
El orden para reunirse según el calendario aprobado indica que toca el turno el próximo lunes 13 a los titulares de las alcaldías Ávaro Obregón, Azcapotzalco y Benito Juárez.
Estados sufrirán un recorte de más de 76 mil millones de pesos
Aunque prometieron “no endeudar al país”, hoy renuncian oficialmente a su compromiso: el PPEF contempla un endeudamiento por 3.2 por ciento del PIB, la séptima parte del presupuesto, deuda que pagaremos a futuro todos los mexicanos.
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Megaobras son prioridad en el PPEF 2022, ya que contemplan más recursos. Mientras que el presupuesto para salud, vivienda y educación se ve disminuido, por lo que los más pobres serán los más afectados.
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Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA