Cargando, por favor espere...

Abel Pérez Zamorano
La embestida imperialista contra Colombia y Venezuela, zarpazos de la fiera herida
El gobierno estadounidense arremete contra Venezuela y Colombia.


El gobierno estadounidense arremete contra Venezuela y Colombia. Ha enviado más de cuatro mil soldados y buques de guerra al Caribe, cerca de Venezuela. Duplicó la recompensa ofrecida por la captura del presidente Nicolás Maduro a 50 millones de dólares. Impuso sanciones al presidente colombiano Gustavo Petro, acusándolo de narcotraficante y llamándolo “matón” y “desquiciado”. Sin disimular la arrogancia característica de Estados Unidos (EE. UU.), que se considera (y ha sido) dueño de Latinoamérica, Trump declaró que “Colombia está fuera de control” ¿Control de quién? Y añadió: “Colombia es un nido de drogas, tienen un pésimo líder (…) Producen cocaína (…) Nos la venden y no lo vamos a aguantar” (RT). Prometió realizar acciones terrestres y autorizó a la CIA a operar en Venezuela, ¡qué novedad!

Dijo que su país “está en guerra contra los cárteles del narcotráfico (…) principal amenaza a la seguridad nacional”. Dice: “son el ISIS del hemisferio occidental” (RT, 23 de octubre). El secretario de Guerra, Pete Hegseth, los comparó con Al Qaeda, “organizaciones terroristas extranjeras” (RT, 23 de octubre).

Pasando del dicho al hecho, han bombardeado supuestas “narcolanchas”, con un saldo hasta hoy de más de 30 muertos. Son ejecuciones de personas cuya identidad nunca se sabrá y sin ninguna prueba de conducta delincuencial. La ONU las ha calificado como “ejecuciones extrajudiciales”. En uno de los ataques hubo dos sobrevivientes: un ciudadano ecuatoriano y otro colombiano, que resultaron inocentes. “A mediados de octubre en uno de esos ataques habrían fallecido dos pescadores con pasaporte de Trinidad y Tobago” (Mirko Casale, RT, 25 de octubre). ¡He aquí la obra de los verdaderos matones!

EE. UU. anunció que enviará a la región al buque de guerra más grande del mundo (el USS Gerald Ford, con un reactor nuclear y capacidad para albergar 75 aviones) (Sputnik, 24 de octubre). The Wall Street Journal publicó: “Estados Unidos ha enviado este jueves bombarderos B-1 de su Fuerza Aérea cerca de Venezuela” (RT, 23 de octubre).

Contradiciendo la versión trumpista, el exmilitar estadounidense Jordan Goudreau “aseguró que el cártel de los Soles fue creado por la CIA en los años 90. El analista internacional Hernán Vargas, consultado por Sputnik, señaló que el llamado “cartel de los Soles” es una metáfora (…) carece de base material y sirve para justificar acciones políticas o militares. Se inventa una amenaza, se alimentan falsos positivos y se crean condiciones para justificar una acción armada” (Sputnik, 25 de octubre). Y Casale abunda: “Según el discurso de Washington, los ataques se llevan a cabo en aguas internacionales contra presuntos narcotraficantes venezolanos pertenecientes al Tren de Aragua, grupo delictivo extinto en la nación bolivariana” (RT, 25 de octubre).

El pretendido combate al narcotráfico es una pantalla, o una farsa, para justificar la agresión y eventual invasión de ambos países y el derrocamiento de sus gobiernos. Según el periódico de la Universidad Nacional de Colombia: “En la década de 1970 Colombia era ya el principal centro de producción y tráfico de cocaína (…) y ha sido el principal productor mundial desde finales de la década de 1990” (Periódico UNAL, 24 de julio de 2025). Contradictoriamente, salvo situaciones temporales, EE. UU. ha mantenido excelentes relaciones con todos los gobiernos en los últimos tiempos, destacadamente con el de su alfil Álvaro Uribe y para nada era impedimento la actividad de los cárteles. Es que todo estaba, entonces sí, bajo control. Al respecto señala Casale: “Habiendo abundante presencia militar estadounidense desde hace décadas en Colombia, ésta no ha dejado de exportar cocaína por toneladas al resto del mundo. ¿Estamos ante un caso flagrante de inutilidad del Pentágono… o de complicidad?” (RT, 25 de octubre).

Se evidencia la hipocresía de Trump si incluimos en la ecuación el antecedente afgano. Permítaseme la digresión. Vale la pena. “Según datos de la UNODC, en Afganistán se cultivó el 74% del total de opio producido en el mundo en 2012” (ONU, 11 de noviembre de 2013). Sólo que Estados Unidos gobernó Afganistán entre 2001 y 2021, con más de 100 mil soldados vigilantes (sólo estadounidenses), y prosperó la producción y exportación de droga. ¿Dónde se vendía? ¿Cómo salía del país, ocupado por miles de soldados, celosos vigilantes, más eficaces que Argos Panoptes?

En marcado contraste: “Birmania fue en 2023 el mayor productor mundial de opio, 54 por ciento del total, después de que la prohibición de los talibanes de cultivar la planta de adormidera de la que se extrae la droga causara una caída de la producción en Afganistán, según informe de la ONU” (SwissInfo, 26 junio 2024). Esto ocurre ya expulsado el ejército estadounidense. “Desde el regreso de los talibanes al poder, la producción afgana de opio ha disminuido en un 95% (…) Ocho meses después de que volvieran al poder, se prohibió el cultivo de adormidera para combatir el consumo de drogas. Aunque los opiáceos afganos abastecían el 80% del consumo mundial” (El Grand Continent, 16 de agosto de 2024)”.

Volviendo a nuestro caso, EE. UU. usa el narcotráfico como excusa. Pero omite decir que es el primer consumidor mundial de drogas (12.1 millones de personas) (People with Drug Use Disorder, World Population Review 2025). Y mientras haya demanda, habrá oferta. Si no quisieran droga, nadie los forzaría a consumirla. En esa simplona narrativa se está invirtiendo la relación causa-efecto.

En el contexto geopolítico, Venezuela no está sola. Rusia ha manifestado enérgica y reiteradamente su respaldo y ha firmado un tratado de Alianza Estratégica que incluye apoyo militar, algo altamente significativo. Al respecto ha escrito Jeffrey Sachs: “Washington creyó que podía imponer control con sanciones y amenazas (…) Los países soberanos ya no deben temer actuar en defensa de sus intereses, incluso si esto significa enfrentar la presión de Estados Unidos (…) Si un país como Venezuela decide actuar con autonomía, existen mecanismos para protegerlo y sostener su soberanía (…) Estados Unidos ya no tiene la hegemonía absoluta que cree tener (…) China entra en escena como un socio clave, ofreciendo inversión, infraestructura y comercio que fortalecen la autonomía de la región” (Sachs, Observatorio de la Crisis, 26 de octubre)”.

Pero la resistencia de Venezuela no depende principalmente del apoyo manifiesto de Rusia o China, sin menospreciar su gran importancia; se basa fundamentalmente en su propia capacidad de resistir. Nicolás Maduro ha convocado a la población a alistarse en un ejército de voluntarios para enfrentar una posible invasión: 8.2 millones de venezolanos respondieron al llamado y se aprestan a salir en defensa de la patria amenazada. La lucha de clases al rojo vivo. Mientras tanto, la clase capitalista se apoya en el imperialismo, y clama por la intervención extranjera, como hizo Leopoldo López, aspirante a la presidencia en 2011; y también en su momento la recientemente laureada Premio Nobel ¡de la paz!, María Corina Machado, violenta opositora al régimen bolivariano. El Premio Nobel como arma política.

En fin, combatir a los cárteles es sólo una más de las excusas de EE. UU. para invadir países insumisos. Invadió Libia en 2011 (entonces el país con mayor desarrollo en todo África), supuestamente para liberarla de un “sanguinario dictador”, el presidente Muammar al-Gaddafi, finalmente asesinado por la soldadesca estadounidense; invadió Irak, aduciendo que Sadam Hussein disponía de “armas de destrucción masiva”; después de la invasión y muerto Hussein, las tales armas jamás aparecieron: eran sólo el espantajo para engañar incautos.

En este caso, el motivo evidente es que Venezuela y Colombia son dos naciones realmente soberanas y ricas. La primera posee las mayores reservas mundiales de petróleo, vitales para la economía estadounidense. En el contexto geopolítico global, EE. UU. busca afianzar su ya menguada presencia militar y control político en Latinoamérica, presionado, hoy más que nunca, por su debilitamiento global ante el imparable ascenso de Rusia y China, principalmente. Expulsado de otras regiones y ámbitos de poder, y mermada su presencia económica, pretende atrincherarse en Latinoamérica, a la que considera su patio trasero. Pero las cosas han cambiado y EE. UU. no es ya la potencia invencible. El de hoy es un mundo más equilibrado, y es ésta una época marcada por la decadencia del imperio y su creciente pérdida de dominio mundial, que se pretende ocultar con el lenguaje bravucón y los alardes de Donald Trump. Lo que vemos son los zarpazos de la fiera que percibe su debilitamiento


Escrito por Abel Pérez Zamorano

Doctor en Economía por la London School of Economics. Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Chapingo.


Notas relacionadas

En siete años de gobierno, Morena, que se declara de izquierda y genuino representante del pueblo, únicamente ha demostrado ser un partido dirigido por demagogos y farsantes cuyas acciones sólo están perjudicando a gran parte de la población de México.

En la actualidad es común pensar que las sociedades están compuestas por individuos, y esto es parcialmente cierto.

En el Siglo XVIII, la burguesía era una clase revolucionaria que, junto a sus mejores representantes ideológicos, conformaron la Ilustración, sepultando al irracional oscurantismo feudal con las armas de la razón y la verdad.

El gobierno de Nicolás Maduro denunció que Estados Unidos orquesta una "guerra multiforme".

El embajador cubano en Venezuela, Jorge Luis Mayo, agradeció la asistencia y contrastó la solidaridad bolivariana con las acciones de Estados Unidos.

Maduró señaló a la primera ministra trinitense, Kamla Persad-Bissessar, de convertir su país en una “colonia militar de Estados Unidos”.

Nuestro Reporte Especial muestra cómo Donald Trump, jefe en turno de la Casa Blanca, ha echado mano de la tenebrosa CIA, mundialmente conocida por sus crímenes, golpes de Estado, “Revoluciones de Colores” y “cacerolazos”; hoy intriga contra Venezuela.

Durante la madrugada del nueve de septiembre, se desataron en la Huasteca torrenciales lluvias que provocaron inundaciones, deslaves, destrucción de caminos y viviendas.

Dos semanas después de las intensas lluvias que afectaron a cinco estados del país, todavía siguen incomunicadas 93 comunidades.

El mayor problema que enfrenta ahora el pueblo de México radica en que una junta de “notables” ejerce el poder, dice gobernar para los pobres, pero está en contra de éstos, porque en realidad representa los intereses de las clases poderosas.

La reciente reforma a la Ley de Amparo fortalece a las autoridades y limita el acceso a la justicia de los gobernados.

El mandatario estadounidense calificó a su homólogo colombiano como un “mal tipo”, reiterando sus acusaciones previas de que Petro es un “líder del narcotráfico”.

El presidente estadounidense lanza una advertencia directa a su homólogo colombiano y le suspende toda ayuda económica; Petro responde denunciando un ataque que habría matado a un pescador.

México se ahoga en las aguas negras de la incompetencia, insensibilidad y corrupción.

Imposible tratar de elaborar y difundir en este momento un análisis sobre los graves problemas por los que atraviesa nuestro país y la nada remota posibilidad de que se compliquen en el corto plazo.