Cargando, por favor espere...
Veinte muertos, miles de viviendas destruidas, cultivos bajo el agua, la red carretera bloqueada por derrumbes; y los servicios de transporte público, energía eléctrica, telefonía e Internet suspendidos en al menos 40 municipios de Guerrero, es el saldo de las incesantes lluvias traídas por el huracán John.
Esta nueva estela de muerte, destrucción y dolor se dio a sólo 11 meses de que el huracán Otis arrasara todo a su paso sobre las regiones de Acapulco y Costa Grande. El fenómeno natural empezó a golpear el lunes 23 de septiembre, luego bajó su intensidad, tomó fuerza en el Pacífico y volvió a tierra con mayor viento y agua.
Sus lluvias torrenciales ocasionaron oleajes elevados en las costas Chica y Grande, derrumbes, inundaciones y el desbordamiento de ríos y arroyos en las ocho regiones del estado: La Montaña, Centro, Costa Grande, Costa Chica, Acapulco, Norte, Tierra Caliente y Sierra de Guerrero, donde además derribaron árboles y postes de luz y sepultaron vehículos en agua y lodo.
Las familias que perdieron su patrimonio apenas comenzaban a reponerse de los estragos que Otis les provocó en octubre de 2023; y a esta nueva situación de caos deben agregar la apatía y la lentitud con que reaccionan los tres órdenes de gobierno cuando se deben reconstruir los hogares y la infraestructura de los pueblos pobres.
¡Cuánto han extrañado estas comunidades al Fondo Nacional para la Prevención de Desastres (Fonden), cuya ausencia ha dejado casi en la indefensión absoluta a las personas que perdieron sus viviendas, cultivos, carreteras y caminos vecinales!
El Fonden fue creado en 1996 y desaparecido en 2020 con los 35 mil 140 millones de pesos (mdp) por el expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) argumentando una supuesta corrupción interna que jamás demostró pero que, desde entonces, sirvió de pretexto para negar el apoyo emergente a los damnificados.
La gran cantidad de agua que trajo el huracán John provocó que siete de las ocho presas del estado alcanzaran su límite, lo que se debió a la actividad entre nubes y vientos que, según el Sistema Meteorológico Nacional (SMN), portaban tres veces más agua que Otis; es decir, la equivalente a las lluvias de todo un año.
Los lugares más afectados son Playa Ventura, del municipio de Copala, en la Costa Chica; Acapulco y Chilpancingo, en la región Centro. La devastación en Copala es la más visible porque, de sus más de 100 restaurantes, hoteles, viviendas, enramadas y mobiliario de playa, únicamente quedaron escombros, ya que las ráfagas de viento alcanzaron los 220 kilómetros por hora.
Hoy, los damnificados piden apoyo a los tres niveles de gobierno para reconstruir sus casas y negocios, la mayoría dedicados al turismo.
En Acapulco, John, primero huracán categoría 1, luego tormenta tropical y horas después huracán categoría 3, golpeó con mayor fuerza en la zona Diamante; aunque también causó estragos graves en más de 40 colonias, entre ellas, la Unidad Colosio, Vicente Guerrero, Altos de Miramar, La Poza, Rinconada, Renacimiento, Emiliano Zapata, Alborada, Llano Largo, Puerto Marqués, Ecologista, el Aeropuerto Internacional de Acapulco Juan Álvarez, que hasta el fin de semana permanecía inactivo porque estaba inundado.
Miles de personas quedaron atrapadas en sus viviendas, sobre las carreteras o bajo escombros; y la ayuda para rescatarlas llegó a cuentagotas. El puerto está totalmente fuera del control de las autoridades, que han sido rebasadas por la escasez de alimentos y la anegación de las principales avenidas, como la costera Miguel Alemán, Escénica, Cuauhtémoc, bulevar Vicente Guerrero y el Crucero Cayaco-Puerto Marqués.
Las torrenciales lluvias provocaron el derrumbe del hotel Las Brisas, uno de los más emblemáticos de Acapulco, mientras la entrada y la salida de la ciudad están bloqueadas por múltiples derrumbes y cortes en la Autopista del Sol y el tramo de la carretera Chilpancingo-Acapulco. Para trasladarse de una colonia o un barrio a otro, la población usa lanchas y jet ski. El municipio ya fue declarado zona de desastre.
Chilpancingo, la capital del estado, y sus comunidades fueron golpeadas por la implacable naturaleza que, además de miedo entre los pobladores y deslizamientos de tierra en los cerros, provocó el desfogue controlado de la presa Cerrito Rico y el desbordamiento del río Huacapa, que a su vez inundó cientos de viviendas en las colonias San Juan, Bugambilias, La Cinca, Tlacaélel, Galeana, Primero de Mayo, PPS, Héroes de Guerrero, Candelaria, CNOP, Ignacio Manuel Altamirano, Rosario Ibarra, Plan de Ayala, Hierbabuena, Xocomulco, Balcones de Tepango, Emperador Cuauhtémoc, Emiliano Zapata, Vista Hermosa, Amelitos, PRD, Omiltemi, El Palmar y Renacimiento, entre otras.
El río Huacapa es uno de los cuerpos de agua más importantes de la región Centro; tiene 60 kilómetros de largo y atraviesa 180 comunidades de los municipios de Chilpancingo, Mochitlán y Quechultenango. El pasado 29 de septiembre se formaron seis socavones en sus placas de concreto, dos de los cuales se localizan en las inmediaciones de la colonia Universal y el Batallón de Infantería.
Veintiuna de las 53 barrancas que atraviesan Chilpancingo son consideradas de alto riesgo; 13 de mediano riesgo y 20 de bajo riesgo; y en sus respectivas áreas ribereñas viven casi siete mil familias, las cuales tienen títulos de propiedad otorgados por el gobierno municipal. La fuerza del caudal de la barranca Alpoyeca arrasó varias viviendas asentadas a un costado de la 35ª Zona Militar. Las barrancas Calaveras y Chuchululuya también se desbordaron.
El sábado 28 de septiembre, una persona fue encontrada muerta entre los escombros de su vivienda, en la colonia Emiliano Zapata, al poniente de Chilpancingo. Al cierre de esta edición, miles de damnificados seguían en los refugios temporales o se habían refugiado en casa de sus familiares.
La situación sigue siendo crítica, aunque el caudal de las barrancas y el río Huacapa están bajando. La angustia, tristeza y desesperación se perciben en las familias. Hay mucho dolor y destrucción en Chilpancingo y la ayuda humanitaria no llega, se va para Acapulco. Por ello se ve a los pobladores ayudando a quienes se quedaron sin nada.
En Chilpancingo siguen incomunicadas 22 localidades; entre las que sufrieron mayores daños se hallan Amojileca, donde se desbordó un río que arrasó viviendas y dejó aislados a sus pobladores durante varios días; en Tepechicotlán, el agua inundó viviendas y cultivos de maíz, igual que en El Ciruelar, El Fresno, Azinyahualco, Buenavista, Llanos de Tepoxtepec, Omiltemi y Xoconomatlán.
En la comunidad de El Ciruelar, el comisario Crispino Barrientos murió mientras intentaba salir en busca de víveres y apoyo para la población. Hasta ahora no se han podido cuantificar los daños en viviendas, carreteras y cultivos.
Tixtla de Guerrero, municipio ubicado en la región Centro, resultó con graves daños en viviendas y cultivos; las lluvias saturaron las barrancas, la presa y la laguna, cuyas aguas salieron de su cauce y llegaron a los barrios El Santuario, Cantarranas y Camposanto, donde invadieron las viviendas y alcanzaron un metro y medio de alto.
La tarde del domingo 29, sacerdotes y feligreses sacaron a la Virgen de la Natividad, patrona del barrio del Santuario, para recorrer las principales calles de Tixtla, completamente anegadas, y llevar un mensaje de esperanza a los damnificados del huracán John, quienes no han recibido aún el apoyo gubernamental.
En el nuevo municipio de San Nicolás, perteneciente a la Costa Chica, la alcaldesa Tania Ávila Magadán reportó 300 casas inundadas y 300 sin techos en 10 comunidades, además de cortes carreteros, caída de árboles y el desbordamiento de ríos y arroyos; por lo que solicitó ayuda humanitaria a través de sus redes sociales.
Explicó que únicamente cuentan con un albergue en la comunidad El Jícaro, ya que el techo de la cancha de usos múltiples, habilitada como albergue en Punta Maldonado, fue derribado por el viento; los pueblos El Pitayo y El Tamale están incomunicados por el desbordamiento del río.
En la Costa Grande, el río Atoyac se desbordó y dejó bajo el agua a las comunidades El Arenal, Las Tunas y Hacienda de Cabañas. Este domingo, el agua bajaba paulatinamente y los pobladores pudieron observar desde las lanchas los techos de sus casas; la devastación en los tres pueblos fue completa.
Luego de permanecer incomunicados durante cuatro días por las intensas lluvias que ocasionaron el cierre de la carretera Chilpancingo-Chichihualco, un grupo de habitantes de Nuevo Balsamar, población ubicada a unos 30 minutos de la capital del estado, salió por ayuda y víveres para sus paisanos.
Después de caminar más de cuatro horas por cerros, caminos fangosos, atravesar arroyos y ríos, los pobladores, entre ellos algunos niños, llegaron descalzos al Comedor Universitario de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), habilitado como refugio temporal, donde imploraron ayuda para su gente, la mayoría adultos mayores y niños.
Hace un año, buzos estuvo en esta localidad, integrada por 210 familias damnificadas de Ingrid y Manuel, huracanes que la golpearon en 2013. Todos viven en extrema pobreza por el abandono de los tres niveles de gobierno, especialmente de los correspondientes al sexenio recién terminado.
Un año después del desastre causado por los meteoros mencionados, el Gobierno Federal los reubicó en un predio a nueve kilómetros de la carretera Chilpancingo-Chichihualco, donde construyó viviendas con dos recámaras, sala comedor y baño; pero estaban inconclusas, techadas con láminas; sin redes de agua potable, drenaje y electricidad, y todas las calles sin pavimentar.
Las autoridades locales del municipio de Eduardo Neri se niegan a brindarles servicios urbanos básicos a los habitantes de Nuevo Balsamar, porque ocupan un predio suyo donde fueron reubicados en calidad de damnificados a pesar de que son originarios de la comunidad de Balsamar y pertenecen al municipio de Leonardo Bravo-Chichihualco.
Hoy, a 11 años de Ingrid y Manuel, cuando John los golpeó nuevamente, los pobladores de Nuevo Balsamar claman porque el Gobierno Federal termine la construcción de sus casas, el gobierno de Leonardo Bravo los dote de servicios públicos básicos, les construya escuelas y clínicas de salud, cree fuentes de trabajo y abra carreteras por las que lleguen alimentos.
Varios municipios de la región Montaña, entre ellos Tlapa de Comonfort, Atlixtac, Olinalá, Atlamajalcingo del Río, Copanatoyac, Cochoapa el Grande, Metlatónoc, Alpoyeca, Huamuxtitlán, Xochihuehuetlán y Tlacoapa resultaron severamente afectados por las torrenciales lluvias y por el desbordamiento de ríos y arroyos que arrasaron cultivos, ganado, casas, puentes, carreteras y caminos vecinales.
Hasta el domingo 29 de septiembre, no se restablecían la energía eléctrica, los servicios de Internet y telefonía celular en varios municipios, y la carretera Tlapa-Chilapa se encontraba totalmente cortada a la altura de Atlixtac, pertenenciente al poblado de Zoyapexco. El mismo día, un hombre murió ahogado al ser arrastrado por las aguas en una barranca ubicada en la comunidad Colombia de Guadalupe, municipio de Malinaltepec.
Pobladores exigen a los tres niveles de gobierno la reparación de la carretera federal y los caminos locales; a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que reestablezca el servicio de energía en la región; y denunciaron que, a hasta ahora, no han recibido ningún apoyo de los gobiernos Federal, estatal y municipal. En su demanda recordaron a los gobiernos que “La Montaña también es Guerrero”.
La situación resulta extremadamente complicada para esta región, debido a que ambos carriles de las carreteras federales Acapulco-Zihuatanejo y Chilpancingo-Iguala están cerradas debido a deslizamientos de tierra, rocas y árboles; la primera a la altura de Pénjamo; y la segunda cerca del poblado Plan de Liebres, municipio de Eduardo Neri.
La carretera estatal Pilcaya-Tetipac se encuentra obstruida en ambos carriles por deslave de cerro y caída de rocas; la carretera federal Acapulco-Pinotepa Nacional está bloqueada a la altura del poblado El Sepudo por el desbordamiento del río Santa Catarina; en la carretera Chilpancingo-Tlapa hay deslaves que impiden la circulación en torno al poblado La Estacada, municipio de Tixtla.
El nuevo libramiento Chilpancingo-Tixtla sufrió también graves afectaciones; en la carretera federal Iguala-Altamirano sólo transitan vehículos pesados; la carretera estatal Coyuca de Catalán-Ajuchitlán del Progreso está cerrada totalmente por deslizamientos; y, entre otras muchas vías, la carretera Tlapa-Metlatónoc está intransitable por múltiples derrumbes.
La ayuda federal, estatal y humanitaria comienza a fluir, pero solamente hacia Acapulco y no a municipios como Chilpancingo, Tixtla, Mochitlán, Quechultenango y los de La Montaña, donde igualmente urge apoyo para iniciar la reconstrucción de viviendas y carreteras; y donde los pobladores intentan rescatar a pala y pico algunas de sus pertenencias, así como sacar el lodo de sus casas y calles; mientras otros los apoyan con alimentos y ropa nueva o en buen estado.
En Azinyahualco, comunidad perteneciente al municipio de Chilpancingo, los pobladores retiran los derrumbes de la carretera para reabrir a la circulación y puedan salir a buscar víveres y apoyos para reconstruir sus viviendas; y en Tixtla, pueblo natal del patricio Vicente Guerrero y del gran escritor Ignacio Manuel Altamirano, algunos de los vecinos preparan comida que reparten entre los damnificados.
Éstos son algunos ejemplos de cómo un pueblo saca la casta para enfrentar los momentos más difíciles, como ocurre hoy ante un desolador panorama donde los habitantes de más de 40 municipios de Guerrero se movilizan para sobrevivir y superar su angustia y tristeza; deben luchar contra el agua, el lodo y las piedras en espera de que amainen las lluvias y los gobiernos Federal y estatal, ambos morenistas, recuerden que “Acapulco no es todo Guerrero” y que también sufrieron graves daños La Montaña, Costa Chica, Costa Grande, Centro, Tierra Caliente, Norte y Sierra.
El paso de Otis dañó el 80 por ciento de los hoteles y afectó a 250 mil viviendas, de las cuales 50 mil sufrieron destrucción total.
Actualmente, se encuentra a 65 kilómetros al noroeste de la Isla de la Juventud, en Cuba, y a 475 kilómetros al este-noroeste de Cancún, Quintana Roo.
La tormenta tropical volverá a tomar fuerza en el Golfo de México, para reingresar al territorio nacional como huracán categoría 1.
En la semana 34 de vigilancia epidemiológica, se registraron 10 nuevas muertes y cuatro mil 583 contagios adicionales.
La temporada de huracanes comenzará el 15 de mayo en el Océano Pacífico y se extenderá hasta el 30 de noviembre en el Atlántico.
Anuncias manifestaciones en CDMX y Guerrero
Las clases habían sido suspendidas debido a los daños ocasionados por el huracán John y las lluvias de la depresión tropical 11-E.
El el restablecimiento del del suministro eléctrico se encuentra al 40 por ciento: CFE
Se reportó el fallecimiento de 19 personas, incluidos dos policías municipales.
José Alfredo Cabrera Barrientos fue asesinado en presencia de decenas de simpatizantes y elementos de la Guardia Nacional.
Carlotta se fortaleció sobre el Océano Pacífico y ahora es un huracán categoría 1.
El paso del Huracán John dejó una profunda crisis con inundaciones, deslaves y la pérdida trágica de vidas humanas.
La AMIS estima que las afectaciones ascienden a 36 mil 292 millones de pesos.
Las zonas que recibirán el mayor impacto serán las costeñas de Oaxaca, desde Salina Cruz hasta lagunas de Chacahua, así como la región sureste y oriental.
Los fenómenos meteorológicos que generarán las precipitaciones son los remanentes del ciclón tropical potencial 17-E
Oaxaca de Juárez, dos años sin relleno sanitario
OMS aprueba nueva vacuna de mpox en niños
Rusia lanza misil balístico sin carga nuclear contra Ucrania
Denuncia Coordinadora Territorial del Pueblo de Mixquic acoso y violencia política
Frente Cívico Nacional definirá ruta para nuevo partido político
Aumenta trabajo infantil informal en el Centro Histórico de CDMX
Escrito por Olivia Ortíz
Reportera