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En 1979, el pueblo iraní inició la Revolución Islámica que desmanteló el régimen maleable del Sha Mohammed Reza Pahlevi. Ese histórico giro político definió la relación entre Estados Unidos (EE. UU.) e Irán por más de cuatro décadas. Hoy, cuando la comunidad internacional se abre a un orden multipolar, se exige el fin de las injustificadas sanciones que Washington ha impuesto a más de 84.8 millones de iraníes.
La ubicación de la República Islámica de Irán en el Medio Oriente, Asia Central y el Sureste Asiático es determinante para la seguridad, la producción energética y el transporte global. Por ello, ese país resulta fundamental en la correlación de fuerzas para esas subregiones y el área de Occidente.
Entre los siglos XVI y XX, Irán y los Estados de la región del Oriente Medio atestiguaron la violencia de dos proyectos extranjeros de expoliación, saqueo y sumisión política. Uno fue la colonización británica y francesa, y el otro fueron los 70 años de neocolonialismo estadounidense, otros países de Europa y sus trasnacionales. El saldo fue la estela de tiranos y sátrapas locales que entregaron el territorio, los recursos y el poder político de sus naciones.
Irán nunca fue colonia o protectorado. Ahí las potencias ejercían control a través de petroleras como la Anglo-Iranian Oil Company y el despliegue económico-militar para sostener al régimen del Sha (rey de reyes) Reza Khan. Londres, temeroso de perder el petróleo iraní a manos de los alemanes amigos del Sha, en 1941 no dudó en deponerlo.
Cínico, el premier británico Winston Churchill expresó: “nosotros lo pusimos y nosotros lo quitamos”. E impuso al hijo de Khan, Mohammed Reza Pahlevi, de apenas 22 años. Para impedir la soberanía iraní sobre su petróleo, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) perpetró un golpe contra el primer ministro Mohammed Mossadegh, quien había nacionalizado el petróleo.
Socavar a Irán
29 de enero de 2023. Explota depósito de armas en Isfahán. The Wall Street Journal lo atribuye a tres drones de Israel. Días después, Antony Blinken y Benjamin Netanyahu anuncian que reforzarán su cooperación contra Irán; en particular contra el Acuerdo Nuclear. Ambos sostienen que Irán arma a Rusia en su operación contra Ucrania.
23 de septiembre de 2022. EE. UU. quita el veto a empresas tecnológicas para que difundan las protestas en Irán por Internet.
27 de junio de 2022. Por primera vez, agresores en el mundo digital causan daños físicos. En tres ataques, uno contra una acería, hackers israelíes –autodenominados “gorriones depredadores”– se atribuyen el atentado a través de un video.
22 de junio de 2022. Como estrategia de manipulación, Israel lanza la serie de espías en Teherán.
26 de octubre de 2021. Ataque cibernético a más de cuatro mil 300 gasolinerías de Irán. Tras horas se normalizó el servicio, según la agencia IRNA.
27 de noviembre de 2020. Asesinato del principal científico nuclear iraní, Mohsen Fakhrizad. Irán señala a Israel por aniquilar a cinco expertos; y The New York Times sostiene esa hipótesis en una entrevista con un exjefe del Mossad que espió al científico por años.
3 de enero de 2020. Asesinato del general Qassem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds y máximo responsable de la lucha antiterrorista en el Golfo Pérsico. Sus logros ante el Estado Islámico y otras amenazas a la seguridad regional le ganaron respeto y admiración de Estados árabes y foráneos. Todos señalan a Israel, que no lo niega.
23 de junio de 2019. Donald Trump autoriza ciberataque contra sistemas militares y de inteligencia de Irán. Lo perpetra el comando cibernético del ejército estadounidense, según Yahoo News y Associated Press.
Una vez consumado ese hecho, entre 1953 y 1979 se abrió uno de los periodos más oscuros para esa nación: EE. UU. y sus aliados afianzaron al régimen monárquico del Sha, favorable a Occidente y déspota con su pueblo. Los 15 mil agentes del servicio de inteligencia Savak reprimían todo acto político sospechoso; y el país servía a las agencias extranjeras para espiar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
En 1967, el Sha se coronó emperador de un país donde aumentaban los pobres. Lo hizo en una ceremonia que costó 100 millones de dólares (mdd), en la que el llamado Trono del Pavo Real ostentaba 27 mil piedras preciosas engastadas en oro.
Mantener ese nivel de vida llevó a su gobierno a expropiar ilegalmente tierras a personas y mezquitas. Mientras los iraníes empobrecían, militares estadounidenses gozaban de inmunidad diplomática. Irán tenía el peor récord en derechos humanos con más de 20 mil presos políticos, ejecuciones y tortura sistemática, según Amnistía Internacional.
Mohammed Reza Pahlevi fue uno de los hombres más ricos de su tiempo. Su fortuna fue difícil de calcular y se estimó entre cinco mil y 20 mil mdd; solo por exportaciones de crudo recibía más de 20 mil mdd. Este dinero, sin embargo, se destinaba a la compra de armas y equipos de EE. UU. En 1978 consumió el 30 por ciento del presupuesto en el pago de expertos extranjeros para quitar trabajo a los iraníes.
Su régimen promovió la “occidentalización” como sinónimo de modernidad, mientras se perdían costumbres y valores de la milenaria nación persa. El sistema capitalista impuso modelos de “modernidad, consumismo y códigos de conducta” opuestos a la cultura, valores e identidad de esa nación.
La inflación, el desempleo y la pobreza se incrementaron, al igual que el descontento. Cada vez protestaban más los anticolonialistas, intelectuales, políticos de izquierda, estudiantes, trabajadores y obreros en Teherán, Meshed, Tabriz e Isfahán.
Los líderes de los partidos Frente Nacional y el Tudeh fueron arrestados. Solo se permitió al Partido del Pueblo y al Partido del Nuevo Irán, a los que el historiador Ervand Abrahamian llamó irónicamente: “El partido del sí” y “El partido del ¡Sí señor!”.
Los iraníes perdieron el miedo; y en 1978, un millón exigió su salida del poder. El ayatola Ruhollah Khomeini, por su autoridad moral y política, se perfiló como el líder que articuló la era post-Sha, con el retorno de valores islámicos y el destierro de la corrupción del régimen de Pahlevi.
El 16 de enero de 1979, la presión popular echó del poder a Pahlevi. La República Islámica relevó al régimen imperial, que concluyó cuando el Sha abordó el avión –se dice que él mismo tripuló el Boeing 727– que lo llevó a Asuán, Egipto. Así dejó atrás un país que iniciaba su revolución para construir un futuro soberano.
Añeja y fluctuante relación bilateral
1889. Persia (antiguo nombre de Irán) acredita a su diplomático D.C. Eshag Jan Mafjamodleh en EE. UU. y concurrente en México, que designa a Sebastián Bernardo de Mier como su enviado ante el gobierno persa con residencia en Londres
1937. Primer Tratado de Amistad entre ambas naciones
1964. Se formaliza la relación bilateral
1979. Cierre temporal de la sede, aunque los nexos persisten
1992. México reabre su embajada en Teherán
1999. Visita de alto nivel a Irán
2004. Canciller iraní visita a México
2009. Irán se ubica como quinto socio comercial de México entre países de Medio Oriente.
2010. Canciller iraní visita a México.
14 dic 2022. México, La India, Congo y Tailandia se abstienen de expulsar a Irán de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en voto sobre defensa de mujeres. La moción de EE. UU. logra expulsar a ese país de la Comisión de Derechos de la Mujer.
En su momento, el diario estadounidense The Washington Post publicó que Henry Kissinger, entonces Secretario de Estado de EE. UU., presionó al presidente mexicano José López Portillo para permitirle al derrocado Sha una breve estadía en Cuernavaca. Tras atender su salud en EE. UU., Pahlevi viajó a varios países en busca de asilo, hasta que retornó a Egipto, donde murió.
Potencia hostil
La pérdida de su proveedor de petróleo y ejecutor de su política imperial en esa región estratégica fue un gran golpe para el capitalismo estadounidense. Frente a Medio Oriente y la región del Golfo Pérsico, la Revolución Islámica de Irán fue un hito, pues ante los iraníes, el autocontrol de su nación fue un poderoso acto de autodeterminación frente al imperialismo.
A partir de ello, EE. UU. perseguiría un solo objetivo: destruir a la Revolución Islámica. Sin embargo, 44 años confirman el fracaso de los estrategas de Washington ante la determinación del pueblo iraní, que respalda a su gobierno porque resiste la feroz ofensiva político-económica de los huéspedes de la Casa Blanca.
Tal agresión ha promovido sabotajes, sanciones económico-militares, medidas que impiden el libre comercio con otros países, restricciones fiscales y financieras, así como campañas mediáticas, cuyo discurso abunda en falsedades, distorsiones y franca manipulación.
No obstante, aunque tarde, el imperio reconoció su humillación; y en agosto de 2013, la CIA admitió su rol en la Operación TP-AJAX (Golpe contra Mossadegh), según documentos desclasificados por el Archivo Nacional de Seguridad (ANS) de EE. UU.
Sin embargo, hoy persiste el propósito de extender el alcance de las sanciones para castigar colectivamente a los iraníes y conseguir que se subleven contra su gobierno. Esa teoría, de quien fue Secretario de Estado de Donald Trump, Mike Pompeo, hoy la reedita su sucesor, Antony Blinken. Obsoletos en lo ideológico y lo práctico, recurren a una táctica usada durante la década de los 90 en Irak, que causó altos niveles de pobreza, desnutrición y muerte entre la población.
Las sanciones diseñadas para causar el mayor daño a mujeres y hombres, en particular a los más vulnerables, expresan el fanatismo antiiraní de la élite política estadounidense con poder para estrangular economías y sistemas médicos, afirma la experta Afshin Irani.
Esas medidas, aplicadas entre 2017 y 2018 por EE. UU., causaron unas 40 mil muertes, según el Centro para la Investigación Económica y Política (CIEP). Ese tipo de castigos, que respalda el Congreso estadounidense, mostró su crueldad durante la pandemia de Covid-19 porque aumentó el daño entre la población.
Las restricciones favorecieron la ya fuerte escasez de suministros básicos como jeringas, respiradores, pruebas, mascarillas, batas quirúrgicas, medicinas antivirales, guantes, etc. Las empresas fabricantes, preocupadas de no violar las instrucciones de EE. UU., se relajaron cuando intervino la Organización Mundial de la Salud (OMS) y avaló su venta a muy alto precio, advirtió la especialista Sarah Lazare.
A ello se suma la delicada situación de pacientes con otras enfermedades, como niños con cáncer, a los que es casi imposible suministrar medicamentos oncológicos debido a la prohibición estadounidense, reconoció la prestigiada revista médica The Lancet.
Otro frente de agresión constante es Israel, cuya seguridad se ha comprometido a resguardar EE. UU. El actual presidente estadounidense, Joseph Biden, ofreció utilizar todos los elementos “para evitar que Irán use el poder nuclear como arma”. Ese pronunciamiento suscitó un roce entre Biden y el entonces primer ministro israelí en funciones, Yair Lapid, quien en su campaña afirmó que la diplomacia era la mejor forma de contener a Irán.
Ante estas amenazas, directas y explícitas, Irán se mantiene al lado de su revolución como garante de autodeterminación.
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.