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Los estragos, las plagas y muertes causadas por la Bestia apocalíptica se quedan cortos frente a los daños provocados por el imperialismo en todo el mundo; en menos de un siglo asesinó a muchos millones de seres humanos, perfeccionó sus mortíferas armas, se apropió de los descubrimientos científicos poniéndolos al servicio de su ambición de riqueza y dominio de los pueblos. En la última década, su experiencia en la invasión de regiones enteras para saquearlas le ha permitido sojuzgar a las naciones de Medio Oriente, tal como procedió en décadas anteriores en todo el planeta.
Estados Unidos mantiene su bota militar en Afganistán y en Irak; sus intrigas y alianzas con opositores internos lo han hecho dominar completamente a la mayoría de los países árabes; y en América Latina ha podido imponer a sus títeres en naciones que anteriormente escapaban a su control, restaurando su odiosa dictadura capitalista; ha recrudecido el asedio contra países nacionalistas como Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Sus aventuras militares en Medio Oriente lo llevaron a la guerra contra Siria, donde intentó aplicar las mismas recetas que en Irak y Libia; pero después de casi una década de asedio, bloqueo económico, de fomentar el terrorismo, la sublevación artificial financiada desde el exterior y de la monstruosa campaña mediática mundial, no ha podido vencer la resistencia del pueblo sirio y su gobierno.
Esta vez, al imperialismo norteamericano no le favoreció el equilibrio de fuerzas en el mundo; no encontró inerme y solitario al gobierno sirio ni ha podido aislarlo de su pueblo. Palmo a palmo, Siria ha recuperado su territorio y está a punto de vencer a las tropas invasoras; en Estados Unidos ya se habla de que la derrota es inevitable y muchas voces exigen al gobierno el regreso de las tropas.
Esta situación llena de optimismo y esperanza a quienes son conscientes de los verdaderos propósitos del gobierno encabezado por Donald Trump, que pretende apoderarse de todo el Medio Oriente. Siria es uno más de los eslabones de la cadena de invasiones yanquis y el recuento de los daños es terriblemente indignante. Pero no es imposible que Siria obtenga la victoria final sobre Estados Unidos; su resistencia, los golpes que ha asestado al enemigo y la recuperación de la mayor parte de su territorio confirman que es posible expulsar a los invasores, lo que no sería un caso excepcional. La derrota del imperialismo ocurrió muchas veces a lo largo del siglo pasado: en China, los japoneses fueron derrotados y expulsados; durante la Segunda Guerra Mundial, las hordas hitlerianas quedaron sepultadas en Rusia; en Corea fueron derrotados los norteamericanos a mediados del Siglo XX; en Vietnam fueron expulsados vergonzosamente los imperialistas franceses y después los norteamericanos; y en América Latina, Cuba expropió las empresas estadounidenses, depredadoras de sus recursos nacionales.
El mito de la Bestia apocalíptica de que hablan los cristianos ha encarnado, es el imperialismo, pero la historia demuestra que no es invencible; y en estos días, Siria representa para el monstruo un fuerte dolor de cabeza que lo conduce rápidamente a la derrota.
Se trata de un "flagrante violación" de los principios del Derecho Internacional y de la Carta de Naciones Unidas (ONU).
El texto indica que Asad ya llegó a Moscú para participar en las negociaciones programadas para el miércoles.
La ONU subrayó la importancia de que Quintana y su equipo cuenten con las condiciones necesarias para cumplir su misión.
Parece difícil tener esperanza de que en algún momento las élites que gobiernan los EE. UU. comprendan que no pueden hacer cualquier cosa en aras de lograr sus objetivos, incluso hacer uso del terrorismo.
El ocho de diciembre, Siria amaneció con un gobierno títere; quedó atrás su independencia y retornó el peligro del colonialismo sufrido en otro tiempo.
Hoy se confirma que Siria fue el campo donde las potencias extrarregionales instigaron a las élites locales, socavaron el poder estatal y tramaron con fuerzas antigubernamentales para imponer un Estado confesional.
Este viernes las autoridades sirias dieron por terminadas las operaciones de búsqueda y rescate de sobrevivientes de los terremotos registrados la semana pasada en ese país y en Turquía.
Fue el propio Assad el que tomó la decisión de entregar el poder al grupo fundamentalista HTS.
Pese a despliegues de fuerzas y recursos por más de 15 años, Washington no pudo controlar ese estratégico país ni aniquilar al Estado Islámico (EI), por lo que Donald John Trump ordenó la retirada.
El capitalismo de Occidente e Israel intentarán usar la tragedia para reposicionarse en la región, presionando al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, someterlo a sus intereses o truncar su reelección.
142 docentes y estudiantes perdieron la vida tras el terremoto que sacudió el centro y noroeste de Siria el pasado 6 de febrero, mientras que el daño en los centros educativos es brutal.
Ante la amenaza de los “nuevos y viejos nazis”, el presidente de Siria, Bashar al Assad, refrendó su apoyo incondicional al gobierno del presidente de Rusia, Vladímir Putin.
Este hallazgo pone en duda la teoría de que los abecedarios se originaron en Egipto después del año 1900 a.C.
La entrada de las milicias rebeldes obligó al presidente Al Assad y su familia a abandonar el país para refugiarse en Rusia.
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Escrito por Redacción