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Munich en vísperas de una guerra (I de II)
La película describe los intentos de dos jóvenes diplomáticos por evitar que el gobierno británico firmara un acuerdo con la Alemania Nazi para que los Sudetes (partes de la antigua Checoeslovaquia), habitados por alemanes, fueran anexionados a Alemania.
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La cinta británico-alemana Múnich en vísperas de una guerra (2021) del director alemán Christian Schwochow, recientemente estrenada en una plataforma streaming es un claro ejemplo de cómo las manifestaciones artísticas pueden servir de vehículo para dar la versión de hechos históricos de forma distorsionada para que la narrativa fílmica sirva para alimentar la versión sobre el curso de la historia que le conviene a los países donde gobierna el capital imperialista (anglosajón). Esta película dramática nos narra los intentos de dos jóvenes diplomáticos por evitar que, en el año de 1938, el gobierno británico firmara un acuerdo con la Alemania Nazi para que los Sudetes (partes de la antigua Checoeslovaquia), habitados por alemanes, fueran anexionados a Alemania. En 1938, el imperialismo británico decidió firmar con el Führer ese acuerdo –preparado por Benito Mussolini, el otro caudillo fascista de aquella convulsa Europa de los años previos al inicio de la Segunda Guerra Mundial–, con el propósito –según la versión de Schwochow de “ganar tiempo para prepararse para la guerra”. Sin embargo, desde hace mucho tiempo los historiadores más objetivos y honestos han descartado esta versión, pues en realidad, sostienen que el Primer Ministro de Gran Bretaña de ese entonces, Arthur Neville Chamberlain (Jeremy Irons) con una visión muy corta y sobre todo guiado por la falsa expectativa del gobierno británico, que consideraba que al cederle a Hitler Los Sudetes, el fascismo alemán se contentaría y se evitaría una conflagración mayor.

En la historia fílmica que hoy comentamos, son dos jóvenes diplomáticos que se graduaron en Oxford en 1932, los que protagonizan, arriesgando sus vidas, el intento de convencer a Neville Chamberlain de que no firme el acuerdo con Hitler. Uno es el inglés Hugh Legat (George Mackay) que trabaja como secretario del primer ministro británico. El otro es el alemán Paul Von Hartmann (Jannis Niewohner). Hartmann trabaja como traductor en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Berlín. Hartmann participa con un grupo de oficiales alemanes que conspiran en secreto contra Hitler al que quieren derrocar. Hartmann recibe un documento en el que Hitler declara que el verdadero fin de la Alemania nazi es invadir toda Europa y dominar al mundo entero. Hartmann busca a su antiguo condiscípulo y amigo, pues quiere que sea él quien le entregue el documento directamente a Neville Chamberlain, quien se encuentra en Múnich; Legat convence a Chamberlain para que lo lleve a Múnich con el pretexto de ser su traductor, pues habla bien el idioma alemán. Hartmann aborda el tren de Hitler a Múnich y esconde el documento y una pistola en el baño cuando descubre que su compañero de cuarto es un amigo de la infancia, pero que ha sido designado por sus jefes para espiar a Hartmann.

Legat acepta tomar posesión del documento que le entrega Hartmann, pero le pide a su amigo que sea él el que le explique el documento a Neville Chamberlain y de esta forma convencer al Primer ministro británico de no firmar el Acuerdo de Múnich. Legat es regañado por su jefe por haber llevado a su presencia al “impertinente” de Hartmann. Hartmann lleva a Legat a un asilo de ancianos local para ver a Lena (Live Lisa Fries), su antigua novia y amiga también de Legat). Lena está paralítica, pues los nazis descubrieron que era de origen judío; además, Hartmann le revela a su amigo que Lena, en 1935, asistió a un mitin antinazi. Cuando es apresada, antes de ser arrojada por una ventana, los nazis le tallaron una “Estrella de David” en la espalda. Lena no solo está paralítica, sino que está imposibilitada de hablar. Hartmann revela que tiene la intención de asesinar a Hitler para consternación de Legat, pues sabe que ese solo intento de liquidar al Führer implicaría la muerte de su amigo.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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