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A pesar de que los médicos, enfermeros y trabajadores de limpieza de los hospitales privados, al igual que los del sector público, conforman la primera línea de batalla contra la pandemia de Covid-19, el gobierno morenista insiste en no vacunarlos, alegando que no lo merecen porque mercantilizan sus servicios y que no atienden a estos pacientes.
Dicha afirmación es totalmente falsa porque este personal, a diferencia de cualquier otro grupo social, se halla en un alto nivel de riesgo de contagio; porque ya sea en una farmacia o en una clínica, debe atender a enfermos o a portadores asintomáticos del virus. En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), se dice precisamente que la cercanía representa el principal factor de contagio de Covid-19.
La crisis que enfrenta ahora el sistema nacional de salud se debe a que desde hace cuatro décadas, los recursos públicos que se le destinaban fueron cada vez menores, pese a que su cobertura aumentaba. Por ejemplo, el Seguro Popular –hoy desaparecido por decreto presidencial– afiliaba a 62 millones de personas, pero su gasto público per capita era ínfimo y cada año disminuía. Entre los países que integran la Organización para el Crecimiento y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el Estado con menos gasto público dedicado a la atención médica.
Las condiciones laborales del personal médico del sector público tampoco son buenas. Cuando se creó el Seguro Popular hubo un incremento en el gasto, pero fue destinado a la infraestructura y al equipo médico y no para mejorar los salarios ni las condiciones de los trabajadores, ya que la mayoría fueron contratados como eventuales. En el actual Gobierno Federal no ha variado esta situación y 95 mil de sus trabajadores siguen sin recibir sus plazas de trabajo regularizadas.
El gobierno del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) mantiene el orden neoliberal del sector salud con el argumento de que aplica la austeridad republicana, sin preocuparse por atender bien a las familias mexicanas y a los trabajadores de la salud. Su empeoramiento han sido suelo fértil para que florezca el sector privado. El 50 por ciento del gasto público destinado a servicios de salud en México está en las instituciones privadas, sean hospitales o farmacias-consultorio.
Estas últimas se han expandido en los últimos 20 años debido a que son una opción barata para la población más pobre que no tiene acceso efectivo a los servicios públicos de salud. Lo que han descuidado éstos es cubierto por los médicos de las farmacias-consultorio, quienes trabajan dos turnos, en sus consultas tienen mala protección contra el Covid-19 y sus condiciones laborales también informales. Muchos no se han empleado en el servicio público a pesar de que éste carece de personal.
La decisión de no vacunar al personal médico que trabaja en el sector privado revela, además de falta de sensibilidad social, un total desconocimiento de la realidad nacional; pues aquél ejecuta lo que el Estado ha descuidado en más de cuatro décadas y porque es igual de necesario que el del sector público.
Informes revelan que en BCS la Covid-19 persiste; en Los Cabos hay fumigación contra el dengue y dos casos de chikungunya, hasta ahora reportados, pueden ser un llamado de alerta mayor.
En el ámbito del cine de ficción, en los documentales, las miniseries streaming o en la televisión abierta es difícil eludir el tema de la pandemia de coronavirus que hoy azota al planeta y que prácticamente ha paralizado las economías más poderosas.
Las minorías fueron las que más sufrieron este descenso, con una caída de 2,7 años entre la población afroamericana y cerca de dos año entre los latinos.
La decisión de no vacunar al personal médico que trabaja en el sector privado revela falta de sensibilidad social y un total desconocimiento de la realidad nacional.
En comparación con las entidades del centro y sur del país, las entidades del norte recuperaron más rápido los empleos y los salarios perdidos durante la pandemia.
De acuerdo con la estadística, en número total de infectados hasta el momento asciende a un millón 11 mil, 490 casos positivos. De ellos, 51 mil 485 contagiados han muerto y 208 mil 949 se han recuperado.
Mucho más allá de las vacunas, este movimiento global incide en la lucha por el acceso de todos a la salud y por la transparencia y el control público de los fondos públicos involucrados en la producción de medicamentos y de vacunas.
De acuerdo con los últimos reportes del Covid-19 en México, hay un total de 2 mil 785 contagiados y 141 decesos por coronavirus.
A pesar de ello, el Gobierno advirtió que el récord se desacelerará el próximo mes debido a una escasez de suministro.
Los gobiernos de EE. UU., la UE y Canadá privan del derecho humano a la salud de 11.6 millones de cubanos y 28.5 millones de venezolanos al negarles, con frío cálculo genocida, el acceso a medicinas, vacunas, insumos hospitalarios y alimentos.
Durante los dos años de pandemia y el bienio que siguió, hubo un aumento significativo en el número de “ideaciones” o intentos de suicidio.
Luiz Henrique Mandetta le pidió al secretario de la cartera sanitaria, Wanderson de Oliveira, que continúe en su cargo.
El coronavirus (Covid-19) trastocó las relaciones internacionales y es evidente que nada volverá a ser igual, pues sus efectos presagian el inicio de un nuevo orden mundial.
En las últimas 24 horas, las redes sanitarias de todo el mundo confirmaron alrededor de 3.4 millones de contagios de Covid-19.
El responsable por las muertes de mexicanos en pandemia, Hugo López Gatell, debe pagar ante la justicia sus omisiones en el servicio público durante la gestión de la pandemia.
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Escrito por Samira Margarita Sánchez
Columnista