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La confrontación con EE. UU., viejo recurso de la ultraderecha.
El plan de los nazis de provocar un conflicto militar entre México y Estados Unidos (EE. UU.) para que su gobierno se distrajera en América y no participara en la Segunda Guerra Mundial estuvo sustentado en las afinidades ideológicas de un amplio sector de la comunidad mexicana y el gobierno de Manuel Ávila Camacho, así como en los resultados positivos de su infiltración en grupos políticos progermánicos. Además de la presencia de 64 mil alemanes residentes en México, los nazis alardeaban de que para abrir un “frente sur” en la frontera norte disponían de 11 mil jóvenes mexicanos entrenados para tal efecto y del apoyo de varias organizaciones de abierta militancia de ultraderecha:
La Unión Nacional Sinarquista (UNS), facción liderada por el nazi Salvador Abascal y heredera de los extremistas que protagonizaron la Guerra Cristera; el grupo paramilitar Camisas Doradas, comandado por el general Nicolás Rodríguez; y una sección mexicana de la Falange Española, que financiaba el gobierno fascista de Francisco Franco. En esta lista figuró también el fundador de la Sociedad Mexicana de Eugenesia (SME), Alfredo Saavedra, fanático antisemita que recomendó al gobierno de Ávila Camacho la creación de un “departamento de higiene racial”, cuyo modelo eran los Tribunales de Sanidad Hereditaria que operaban en Alemania desde 1934 para esterilizar a los pacientes de 12 enfermedades supuestamente trasmisibles por vía genética: retraso mental, discapacitación física y alcoholismo, entre otras.
Otras muestras de la penetración nazi en México se ubicaron en los ámbitos intelectual y político. En el caso del primero, Cedillo cita un texto de José Vasconcelos publicado en el número 7 de la revista Timón –editada entre el 22 febrero y el 14 de junio de 1940– que incluye la siguiente apología: “Todos los pueblos del mundo tendrán que agradecer a Mussolini y Hitler haber cambiado la faz de la Historia. El habernos liberado de esa conspiración tenebrosa que, a partir de la Revolución Francesa, fue otorgando el dominio del mundo a los imperios que adoptaron la reforma de la religión y la engañifa del liberalismo en política. Un liberalismo que dio, nos dio a todos, como tumor al capitalismo”.
En el caso del segundo resaltan el impulso que los nazis brindaron a la candidatura presidencial de Juan Andreu Almazán en 1940 y luego el que dieron a Maximino Ávila Camacho, quien en funciones de Secretario de Comunicaciones y Transportes en el gobierno de su hermano Manuel aspiraba a sucederlo en la Presidencia en 1946. Maximino contaba, asimismo, con el apoyo del actor gringo Errol Flynn y el empresario sueco Axel Wenner, pero su repentina muerte en 1945 los dejó sin este portaestandarte. Aunque antes, el 13 y el 21 de mayo de 1942, el hundimiento de los barcos petroleros Potrero del Llano y Faja de Oro a manos de un submarino alemán –aunque existe la versión de que realidad fue un torpedero gringo– había provocado que el gobierno mexicano declarara la guerra al alemán.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural